jueves, 12 de octubre de 2017

El Ave Fénix


Cuenta la historia que el fénix era un ave mitológica del tamaño de un águila, de plumaje rojo, anaranjado y amarillo incandescente, de pico y garras fuertes. Se trataba de un ave fabulosa que se consumía por acción del fuego cada 500 años, para luego resurgir de sus cenizas. El mito del ave Fénix, alimentó varias doctrinas y concepciones religiosas de supervivencia en el más allá, pues el Fénix muere para renacer con toda su gloria. Según el mito, poseía varios dones, como la virtud de que sus lágrimas fueran curativas, fuerza descomunal, control sobre el fuego y gran resistencia física. En el Antiguo Egipto se le denominaba Bennu y fue asociado a las crecidas del Nilo, a la resurrección, y al Sol. El Fénix ha sido un símbolo del cuerpo físico y espiritual, del poder del fuego, de la purificación, y la inmortalidad. 



Hermosa la historia la del Ave Fénix ¿Verdad? Siempre he pensado que los humanos nos parecemos mucho a esa mitológica ave. Muchas veces en nuestra vida, después de haber fracasado en el amor, en el dinero, en la salud, en la espiritualidad o a veces en todas juntas, es necesario renacer de nuestras cenizas una y otra vez, tal y como lo hacía esa fantástica ave. Cuando desencarnamos a lo cual algunos llaman muerte, que en realidad es, resurgir, resucitar, volver a la casa del padre o a hacer parte de esa energía creadora y conservadora del universo que es Dios la verdadera vida, volvemos a renacer de nuestras cenizas. 



Infortunadamente la inmensa mayoría no supera esa transición y permanecen “muertos”, fracasados lamentándose de su infortunio, preguntándose porque y no para que les paso lo que les paso. Son personas que “mueren” a una edad muy temprana y las entierran muchos años después. Por difícil que haya sido la experiencia vivida, siempre habrá quien la haya superado, siempre habrá quien haya sufrido más o le haya tocado vivir situaciones mucho más difíciles puesto que todo aquello que nos hace llorar, no es una tontería, puesto que nos hace llorar. Para nosotros, nuestro problema puede ser descomunal, otros lo verán como algo pequeño en comparación con las dificultades que a ellos les ha tocado sortear. 

Definitivamente los humanos somos muy malagradecidos, en vez de estarnos quejando por lo que no tenemos, deberíamos agradecer lo poco o lo mucho que si tenemos. Dirá usted que para mí es muy fácil escribir eso porque no me ha tocado vivir las difíciles situaciones que le ha tocado soportar a usted, lo cual es muy cierto, lo que sí puedo asegurarle es que tampoco a usted le ha tocado vivir y experimentar las que yo he vivido y así nos podríamos pasar la vida comparando lo bueno, lo malo y lo feo de nuestras vidas. Una sugerencia que si quiero hacerle con todo respeto, es que, independientemente sea la difícil situación por la que está pasando, siempre es posible mejorar, siempre y cuando haya tocado fondo, pues si no lo ha hecho, lo más seguro es que se acostumbró a esa situación y la volvió una forma de vida. 

De ser así, lo más probable es que utilice frases tales como: “es que Dios lo quiso así”, “es que yo tengo muy mala suerte”, “es que me embrujaron, me maleficiaron o en el peor de los casos, me enterraron vivo”, “es que como mis tatarabuelos, mis abuelos, mis padres y todas las generaciones de las que provengo han sido siempre pobres, entonces yo también debo ser pobre”. Al respecto permítame recordarle que no existe mayor pobreza que la mental, ya que no hay seres humanos pobres, lo que hay es seres humanos ilíquidos o si no pregúntele a las aseguradoras por cuanto estarían dispuestas a asegurar su cuerpo. Es más, ingrese a Internet para que vea cuanto están dispuestos a pagar muchos multimillonarios por un riñón o por cualquier otro órgano que pueda ser trasplantado ya que el comercio ilegal de órganos es una realidad. 

En ese orden de ideas apreciado lector y seguidor de mi blog, le sugiero que analice detenidamente su situación y comience a investigar a que se debe. Estoy seguro que le encontrara una explicación lógica. La mayoría de las veces, el único culpable de lo que le paso o lo que le esta pasando, es usted mismo, ya sea porque confió demasiado en los demás o porque de una u otra forma infringió las leyes naturales o sociales. Cualquiera sea la situación que esta viviendo, es el resultado de las decisiones que tomo en el pasado. Dependiendo de la siembra que hizo, esa es la cosecha que esta recogiendo.

Somos lo que pensamos y hacemos, por lo tanto amigo lector, nada de nervios,  haga un alto en el camino, dese un respiro, entre en contacto con ese espíritu santo maravilloso que habita en usted y pregúntele que debe hacer, estoy completamente seguro que él le dará el mejor consejo. Es que si tan solo le hiciéramos caso a esa vocesita que nos dice lo que debemos o no hacer, nuestra vida sería muy diferente. El problema es que la confundimos con algún trastorno mental o producto de nuestra imaginación y por eso es que nos pasa lo que nos pasa.

¿Qué existe el mal? Por supuesto que existe el mal producido por humanos con mentes distorsionadas que hacen de él un excelente negocio, los cuales están dispuestos a hacer cualquier cosa por obtener dinero y cuando digo cualquier cosa, es cualquier cosa por grave que sea, pues como decía el sabio Voltaire "Quien piensa que el dinero lo hace todo, esta dispuesto a hacer todo por dinero".

Desde hace miles de años, los humanos han hecho, hacen y harán las atrocidades más grandes por dinero. Ahora bien, así como existen seres humanos capaces de hacer lo que sea por dinero, también los hay, y yo diría que somos la inmensa mayoría, para los cuales el dinero, si bien es cierto es muy importante, más importante para nosotros son los principios y los valores, los cuales no son ni serán negociables.

Lo(a) invito pues a emular al Ave Fénix y a que renazca de sus cenizas, a que despierte de su pesadilla, de su letargo y haga realidad sus sueños, para lo cual le recomiendo leer mi libro ¡Sueñe, que eso relaja! El cual puede obtener con solo solicitarlo a mi correo electrónico onofrerestrepo@gmail.com