sábado, 22 de junio de 2019

Hijos de la violencia.



A raíz de la pirateada de todos mis libros, los cuales se pueden bajar completamente gratis con solo ingresar mi nombre a su majestad Google, ya que varias páginas los ofrecen gratis para obtener bases de datos. Curiosamente se han incrementado la cantidad de mensajes que me llegan a mi correo electrónico haciendo cualquier cantidad de preguntas, sugerencias y por supuesto críticas, las cuales nunca faltan.

Recientemente recibí un mensaje con una transcripción literal de uno de mis libros, concretamente del titulado “Estamos bien capacitados pero mal educados” donde manifiesto que casi todos las personas que hay en las cárceles mínimo saben leer y escribir y muchos de ellos han cursado estudios en prestigiosas academias, lo cual es una muestra evidente que los sistemas educativos tienen serias fallas.

Una frase atribuida al sabio Voltaire dice que “quien piensa que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero”.  Mis padres por ejemplo durante toda su vida fueron campesinos y como decían ellos, padecieron una “pobreza franciscana”, queriendo decir que muchas veces cenábamos pero no sabíamos que iríamos a desayunar al día siguiente, situación que vive en pleno siglo XXI gran parte de la población mundial donde aún se muere de física hambre. 

Lo curioso de todo es que, según las estadísticas, más del 50% de los alimentos que se producen en el planeta se desperdician. ¡Increíble pero cierto! Gente que muere de hambre y la comida desperdiciándose. Ya que preferimos botarla que regalarla. Otra muestra más que estamos bien capacidades pero mal educados.  Y es que una cosa es la educación, cuya piedra angular son los principios y los valores que se adquieren en el hogar y otra la capacitación que nos ofrecen las academias. Y es que desde la más tierna edad, incluso desde antes de nacer, nuestros cerebros están siendo bombardeados con cualquier cantidad de información de todos los medios masivos de comunicación, de nuestros padres y de la suciedad, perdón, de la sociedad en general.

Recientemente leía un artículo donde un prestigioso pediatra afirmaba que los bebes recién nacidos pueden sufrir de estrés, de ahí que muchos sean muy sensibles a los más mínimos ruidos, los cuales les ocasionan serias molestias. Lo curioso es que dejan de llorar cuando escuchan el programa de televisión o la música que acostumbraba ver u oír la mamá cuando estaba embarazada y lo que es más triste aun, muchas veces guardan silencio cuando escuchan discutir a sus padres como si temieran que les hicieran daño. La pregunta es ¿Cómo es que un bebe de escasas horas de haber nacido reacciona positiva o negativamente a estímulos que él en su corta vida aún no ha escuchado directamente?

Claro que el pediatra descubrió el agua tibia ya que desde siempre se ha sabido que los bebes escuchan todo desde que están en el vientre de la madre, comenzando por la voz de ella y por los demás integrantes de su familia. De tal forma que si la información que les ha llegado ha sido negativa, no se puede esperar que a medida que van creciendo su forma de pensar y de actuar sea positiva ya que siempre ha estado rodeado de violencia, donde los principios y valores brillan por su ausencia. ¿El resultado? Cárceles atestadas de delincuentes y criminales y cementerios llenos de seres humanos que murieron en manos de personas que habían pasado muchos años en las academias estudiando.  Eso sin contar los delincuentes de cuello blanco que, gracias a su excelente capacitación o a las fortunas que han ganado de forma no muy santa, evaden la justicia de forma tan fácil que muchos niños, jóvenes y adultos piensan que el delito si paga y que todo ser humano tiene un precio, solo que falta averiguar cuál es.

Desde siempre ha existido la delincuencia, es más, me atrevería a asegurar que la mayoría de los seres humanos somos hijos de la violencia en alguna de sus manifestaciones y como nos hemos acostumbrado tanto a ella, vemos inmutables por ejemplo las más dantescas escenas en la televisión mientras estamos consumiendo algún alimento y es como si estuviéramos viendo una de las películas en la cual, entre más muertos y desastres haya, mucho mejor. Sin embargo no es una película, es la más cruda realidad, una realidad a la que nos hemos acostumbrado y por la que no hacemos absolutamente nada para cambiar, por la sencilla razón que estamos física y mentalmente contaminados de esa violencia, la cual hace parte de nuestra vida diaria y se convierte en una especie de droga alucinógena que necesitamos para seguir viviendo o mejor, sobreviviendo.

Volviendo al cuento de mis padres, aun viviendo la más extrema pobreza económica, nunca se unieron a grupos delincuenciales, guerrilleros o mafiosos. Claro que eso tiene una explicación, ellos no cursaron estudios en prestigiosas academias y solo fueron a una humilde y olvidada escuela campesina para aprender a leer y a escribir por máximo dos años y para llegar a esa escuelita debían caminar por varias horas debiendo sortear cualquier cantidad de obstáculos naturales como ríos, quebradas, montañas y por verdaderas trochas. ¿El resultado? Nos enseñaron principios, valores y lo que es más importante, nos dieron ejemplo.

Lo invito pues amable lector a pensar ¿qué estaría dispuesto a hacer solo por dinero? O peor aún, ¿qué está haciendo solo por dinero? ya que el solo pensar que debe ir a trabajar le produce bastante malestar. Recuerde que “Cuando no nos valoramos, alguien nos pone precio” y terminamos haciendo cualquier cosa a cambio de una cantidad de dinero que la mayoría de las veces no es proporcional al trabajo que realizamos, lo cual tarde que temprano genera más violencia.




sábado, 15 de junio de 2019

Maestro o instructor.



En total hasta el momento he recibido 73 comentarios sobre mi blog de la semana pasada sobre el “Oscurantismo Tecnológico”, quisiera compartirlos todos con ustedes, la gran mayoría muy positivos y que están de acuerdo con el artículo.

Sin embargo, quiero trascribir el comentario del profesor Jorge Rivas, docente de la ciudad de Bogotá, Colombia, quien manifiesta lo siguiente “Muy interesante su blog sobre tecnología señor Restrepo, pero quisiera verlo a usted frente a un grupo de 42 adolescentes y varios de ellos chateando mientras yo trato de dictarles una clase de matemáticas. Con todo respeto señor Restrepo, pero pienso que escribir es muy fácil, otra cosa es lidiar con los jóvenes de ahora que piensan que saben más que sus profesores”

No debe ser fácil profesor Jorge “lidiar” con jóvenes adolescentes y más con grupos antipedagógicos de 42 estudiantes. Si difícilmente se puede atender a uno ¿Qué diremos de tratar de controlar a 42? Pero bueno, esa es la situación de nuestro amado país Colombia, donde el modelo educativo deja mucho que desear y me atrevería a decir que, de la mayoría de los países del mundo, de ahí que los resultados saltan a la vista. Cárceles atiborradas de delincuentes, la mayoría de los cuales mínimo saben leer y escribir y muchos de ellos hasta han salido de las más prestigiosas universidades.

Una frase atribuida al científico Albert Einstein dice que “es de tontos esperar resultados diferentes y continuar haciendo lo mismo”. Es un hecho que los sistemas educativos de la mayoría de los países del mundo están desactualizados por no decir que obsoletos. Pero bueno, mientras la capacitación sea un excelente negocio, difícilmente van a cambiar porque prima el bien particular que el bien común.

Ahora si permítame profesor Jorge responder a su comentario y con él, varios otros que me hicieron, palabras más palabras menos expresando inconformidad con mi artículo, los cuales agradezco.

También yo fui docente por varios años cuando era un poco más joven. Claro que en ese tiempo no teníamos las dificultades que tienen ustedes los docentes actuales con la tecnología y particularmente con los teléfonos celulares. Sin embargo, los muchachos siempre han sido inquietos y han tenido cualquier cantidad de pretextos o distractores para no atender a clase. Así es profe, que nada de nervios y por favor continúe en su loable labor de tratar que sus estudiantes aprendan algo de lo que usted enseña.

Una cosa es ser maestro y otra muy diferente ser instructor, maestro es aquel que llueva, truene o relampaguee, está compartiendo con sus estudiantes lo poco o lo mucho que sabe y los ve a ellos como si fueran sus hijos, dos películas que especialmente recomiendo a los docentes cuando les dicto mis conferencias son, el profe, de Mario Moreno Cantinflas y la película india Taare Zameen Par. En ellas se puede apreciar lo que es un verdadero maestro.

Instructor en cambio es aquel que llego a la docencia por carambola, porque no encontró más que hacer o porque no encontró trabajo haciendo otra cosa y ve a sus estudiantes como una carga, como un karma, como personas que representan para ellos una fuente de ingresos y el día que no les llega el pago a tiempo simplemente suspenden labores y que cada cual se defienda como pueda. Infortunadamente las instituciones educativas de todos los niveles están llenas de instructores y de muy pocos maestros.

Tal y como lo exprese en mi artículo anterior, en vez de los docentes estar peleando con los muchachos para que no utilicen los celulares, enséñenles a utilizarlos adecuadamente y en cuanto a que los muchachos se creen saber más que los profesores, es lo más probable ya que los jóvenes actualmente cuentan con la información en tiempo real, más se demora un científico en patentar un invento que los muchachos saber de qué se trata, como funciona y como mejorarlo.

Cada día algunos títulos académicos como son los que tienen que ver con las TIC son menos importantes, como lo expresaba en un artículo anterior, hay niños y adolescentes que le dan cátedra de tecnología a adultos que salen de las más prestigiosas universidades a buscar empleo cuando estos muchachos, en vez de buscar empleo, lo están generando. De ahí que las grandes multinacionales ya no les interesa tanto contratar a profesionales con cualquier cantidad de títulos universitarios. Esas empresas están contratando personal que demuestre lo que saben hacer con lo que saben hacer.

Así es profesor Jorge y todos los demás docentes que me escribieron, que les sugiero que, en vez de seguir dictando clase como se hacía hace doscientos o trescientos años, se conviertan en acompañantes, en coordinadores, en facilitadores, permitiendo que sus estudiantes utilicen al máximo esos bichos llamados celulares o computadores para investigar y estudiar en tiempo real lo que ellos van a necesitar en el futuro inmediato o en las profesiones u oficios que quieren desempeñar. Recuerden lo que decía el humanista neerlandés Erasmo de Rotterdam “Es de tontos aprender, lo que luego hay que olvidar”.


  

domingo, 9 de junio de 2019

Oscurantismo tecnológico.

Se dice que "las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.


Hace poco estaba dictando una conferencia para los padres de familia y para los docentes de un prestigioso colegio de la ciudad de Medellín y pude notar que, mientras yo hablaba, la gran mayoría de los padres de familia estaban concentrados en lo que les estaba diciendo, sin embargo, casi todos los docentes que estaban presentes, los cuales se habían situado en la parte de atrás del escenario, estaban concentrados en sus teléfonos celulares.

Infortunadamente esta situación es más común de lo que se cree, ya que la adicción al teléfono celular se ha convertido en una verdadera epidemia que solo se puede controlar con educación y mucha capacitación ya que la tecnología llego para quedarse y perpetuarse. El problema no son los teléfonos celulares, los computadores o la tecnología en sí, sino la forma como la utilizamos.

Actualmente se plantea en muchos países, incluido mi país Colombia, la prohibición de los celulares en las aulas de clase, razón por la cual fui invitado recientemente a un foro sobre tecnología ya que soy un defensor de ella. El cuestionamiento era si se debían prohibir los celulares en las aulas, les dije a los presentes, radioescuchas y televidentes que era como querer tapar el sol con un dedo. Que, en vez de prohibir el uso de celulares en las aulas de clase, se debía incentivar su utilización, lo cual genero una abrupta respuesta por parte de algunos docentes que estaban presentes ya que, según ellos, los teléfonos celulares no dejaban dictar clase ya que los muchachos por estar chateando, no prestaban atención a los docentes.

Con lo cual estuve completamente de acuerdo pues nada hay más desagradable que estar uno hablando con alguien y esa persona esté más interesada en su celular que en uno. Sin embargo, refute la inquietud de los docentes manifestando que, en vez de prohibir los celulares en las aulas, lo que se debía hacer es enseñar a los niños, jóvenes e incluso adultos a utilizarlos y lo que es más importante, a tener respeto por todo y por todos, siendo esta la piedra angular de la sociedad.

Más temprano que tarde los computadores, las tabletas y los celulares, cada vez más sofisticados, van a reemplazar los libros y los cuadernos para tomar notas ya que el estudiante podrá grabar directamente en ellos lo que dice el profesor y luego ver el vídeo o escuchar el audio para repasar la clase. Dirá usted amable lector que entonces a los jóvenes se les va olvidar leer. Esa pregunta sería buena hacérsela a autores como J.K Rowiling, la escritora de la saga de Harry Potter, donde los seguidores de ella hacían fila por días enteros para ser los primeros en comprar sus libros.

Como escritor, estoy convencido que, si uno es bueno en lo que hace, tendrá seguidores, tendrá lectores. Es tarea de los docentes es incentivar y motivar a sus estudiantes a la lectura de buenos libros. Teniendo en cuenta que la sabiduría esta en ellos. Ahora bien, lo que debemos tener en presente es que, gracias a la tecnología, ahora tenemos acceso a las más grandes obras maestras de la literatura por medio de los celulares.

Es menester que los sistemas educativos se modernicen, se actualicen ya que la mayoría están seriamente desactualizados y se continúa instruyendo a las futuras generaciones de la misma forma como se hacía hace doscientos o trescientos años cuando las necesidades eran otras.

El rol del maestro ha pasado de enseñar a coordinar, a ser un facilitador, un orientador, un guía. De ahí que es necesario que sean ellos los primeros en adoptar y adaptar la tecnología a las nuevas necesidades de un mundo en constante evolución y cambio. De ahí la importancia de permitir a los niños, jóvenes y adultos a que utilicen masivamente la tecnología en vez de tratar de ocultarla o prohibirla, lo cual nos llevaría nuevamente a la época del oscurantismo, en este caso el oscurantismo tecnológico, y sus nefastos resultados.

Recordemos que los hechos dicen más que las palabras y la realidad es que, querámoslo o no aceptar, debemos admitir que no es con medicinas o prohibiciones que vamos a curar la adicción a los celulares, sino con mucha educación y capacitación desde la más tierna edad de cómo, cuando, donde, por que y para que se deben utilizar.

La pregunta es ¿Estamos los padres de familia y maestros lo suficientemente educados en principios y valores y capacitados en la correcta utilización de esa tecnología?





sábado, 1 de junio de 2019

El siguiente nivel.


Hace algunos días mi gran amigo el profesor Juan Carlos Yépez, hizo en su cuenta de Facebook una pregunta bien interesante y era algo así como ¿Que hacer para que las empresas pasaran al siguiente nivel? Le hice un comentario a su mensaje diciendo que la mejor forma era que todos los integrantes de la empresa fueran humanos, tan solo humanos, tan sencillo como eso, pero tan difícil como eso.

Me refería a que la mayoría de las veces realizamos nuestras actividades por inercia, en forma automática. Literalmente nos conectamos a nuestras herramientas de trabajo y realizamos nuestras labores sin tomar plena conciencia de lo que estamos haciendo y como las estamos haciendo. Dicho de otra forma, no nos evaluamos a nosotros mismos y por lo general son otras personas las que nos evalúan, las que nos dicen si lo que estamos haciendo lo hacemos bien o mal.

Y así pasan las horas, los días, las semanas, los meses y los años y somos como ratones en un molinete, de la casa al trabajo y del trabajo a la casa, esperando que llegue el fin de semana para “cambiar” un poco la rutina. La pregunta es ¿hasta cuándo? 

Curiosamente sabemos la respuesta, pero no nos atrevemos a contestarla por físico miedo a tomar decisiones que pondrían en riesgo nuestra “estabilidad” económica y emocional.
Nada hay más perjudicial para una empresa que tener zombis como empleados. Seres humanos que se convierten en máquinas y que por lo tanto no piensan, no razonan, no son conscientes de la importancia de la labor que realizan y al no ser conscientes de la importancia que tiene para la empresa la labor que realizan, no hacen nada para mejorarla, por lo tanto, la empresa no pasa al siguiente nivel.

Es necesario entonces que las personas que laboran en una empresa se comporten como seres humanos, seres emocionales, seres pensantes y actuantes pues en la medida que lo hagan van a interactuar, van a relacionarse mejor con los clientes internos y externos de la empresa y lo que es más importante, van a ser más felices.

Se solía decir que los problemas de la casa se dejan en la casa e igualmente que los problemas del trabajo se dejan en el trabajo. Algo desde todo punto de vista ilógico ya que un problema es como un dolor, a donde quiera que uno vaya lo siente. Es imposible desligar la parte personal con la parte profesional o laboral. Las dificultades que se presentan en nuestra vida, independientemente de donde se presentan nos afectan y por ende afectan nuestro entorno, nuestro rendimiento.

No en vano las grandes empresas están invirtiendo cada vez más en mejorar la calidad de vida de sus colaboradores ofreciéndoles mayores comodidades para realizar sus labores, lo cual no es nada altruista, sino que es simple y llanamente un excelente negocio, ya que una persona feliz rinde mucho más, lo cual redunda en las utilidades y en el crecimiento de la empresa, por lo tanto, las personas felices hacen que las empresas pasen a un siguiente nivel.

Permítanme entonces con todo respeto amable lector hacerle la pregunta del millón ¿es usted feliz en la actividad que realiza? Si la respuesta es positiva, ¡Felicitaciones!, si no lo es, es el momento que tome la decisión de ponerse en acción. Recuerde que en la vida lo único seguro es que no hay nada seguro. Esa labor que desempeña y que aparentemente le está dando una estabilidad económica pero que lo hace infeliz, simplemente lo que está haciendo es restándole tiempo y calidad de vida.

Los “TENGO QUE”, es lo que más lleva a la gente a los hospitales y a los cementerios. Lo único que usted TIENE que ser, es ser feliz y hacer feliz a los que lo rodean, de esta forma tanto usted como su empresa pasará al siguiente nivel.