miércoles, 7 de abril de 2021

El menos común de los sentidos.

Hubiera querido no volver a escribir sobre el tema, pero escuchando las noticias que llegan de todas partes del mundo referentes a la pandemia generada por el coronavirus SARS-Cov2 (covid 19) no queda otra que, los que somos creyentes, esperar que Dios nos coja confesados.

Basta ver las tristes imágenes que nos llegan de los hospitales de mi muy querida ciudad Medellín, donde, como cuando se inició la pandemia, los médicos en varios países, debían tomar la difícil decisión de quien vive y quien muere. Claro que aún viendo las desgarradoras imágenes y conociendo casos cercanos a la familia o quizás de la misma familia, hay quienes se niegan a aceptar la realidad que vive el planeta.

¿Qué fue un virus creado en laboratorio para diezmar la población? ¿Qué fue una mutación? ¿Qué el virus llego por manipulación genética? ¿Qué provino de un animal? ¿Qué es una guerra biológica? ¿Qué fue un invento de los laboratorios para hacer negocio con las vacunas? ¿Qué lo de las vacunas es una mentira, que no sirven para nada o que por medio de ellas nos inoculan un nanochip para controlarnos? Etc. etc. etc. Durante este año de pandemia las redes sociales y los noticieros han estado colmados de “información” o ¿Sera mejor de desinformación? Que han ocasionado pánico por pandemia, generando estrés, depresión, suicidios, violencia intrafamiliar y quien sabe que otra cantidad de enfermedades y comportamientos quizás más graves que el mismo virus.

Los católicos por ejemplo acabamos de vivir la “Semana Santa” durante la cual las normas de bioseguridad como son el cubrebocas, el lavado de manos y el distanciamiento no siempre se aplicaron, ya que en la mayoría de templos y medios de transporte, la afluencia de feligreses y público fue bien representativa y aunque las autoridades sanitarias, de gobierno y eclesiásticas solicitaron a los ciudadanos maximizar los cuidados, al parecer lo dijeron en idiomas diferentes, ya que no entendimos el mensaje y las aglomeraciones fueron constantes.

Según los “expertos” estamos en el tercer pico de la pandemia, según ellos, es más letal que los anteriores debido a las mutaciones que ha tenido el virus y que ya no solo nos ataca a nosotros los viejos, sino que están llegando a las unidades de cuidados intensivos de los hospitales personas de todas las edades.

Ahora bien, valdría la pena reflexionar sobre aquello de como la economía se ve afectada por los cierres o cuarentenas. Lo cual es muy cierto y nadie puede negar eso, yo soy uno de los millones de afectados pues mis ingresos se redujeron en más de un 80%. Por lo tanto, a los gobernantes no les ha quedado otra alternativa que suspender o flexibilizar las cuarentenas para permitir dinamizar la economía, ¿el resultado?, lo estamos viendo con la nueva ola de contagios, los cuales, según las estadísticas, van en aumento. No se sabe entonces que es mas letal, si el remedio o la enfermedad. Valdría la pena saber que es más costoso para las economías de los países, si las cuarentenas o la cantidad de fallecimientos diarios.

Un rumor que ha circulado desde que inicio la pandemia es que para los hospitales es un excelente negocio cuando un paciente ingresa por coronavirus porque al parecer tienen unos subsidios especiales por parte de los gobiernos, entre otras cosas, desde hace algún tiempo me pregunto si todos los pacientes que ingresan últimamente a los hospitales son por ese motivo ¿acaso ya nadie se enferma o se muere de otras causas? Porque curiosamente la mayoría de los decesos ocurren dizque por COVID.

Hace poco me encontré con un vecino que me dijo con cierto orgullo que el tenía COVID y que para él era simplemente una gripita pasajera. Le pregunte si el tenía alguna enfermedad diferente y me dijo que no, que él siempre había sido una persona muy saludable, pero que se había infectado en un viaje que había realizado recientemente a una zona del país que tenía fuerte presencia del virus. Lo curioso es que mi vecino, aun conociendo las recomendaciones, no tenía cubrebocas y casi me abraza como era su costumbre al saludar. Afortunadamente en ese momento le entro una llamada a su celular y no pudo concretar la acción. Es que hay personas que sabiendo que se debe guardar un distanciamiento, siguen abrazándolo y saludándolo a uno de mano como si nada, en vez de adoptar el saludo japonés, que entre otras cosas me parece la costumbre más inteligente y saludable, no solo por la situación que estamos viviendo con lo de la pandemia, sino que estrecharle la mano a otro sin saber que ha cogido con ella, me parece un acto de mucha irresponsabilidad y falta de respeto.

Pero bueno, nada de nervios, muchas cosas positivas traerá esta pandemia, una de ellas es lo de las normas de bioseguridad e higiene que muchos seguiremos acatando así pase la pandemia. Dios permita que los “líderes políticos y religiosos” de alguna forma hagan cumplir las normas, aunque la verdad sea dicha pienso que eso no es responsabilidad de ellos sino de cada uno de nosotros.

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