viernes, 10 de diciembre de 2021

El retorno de la inversión.

 

Al llegar a casa le pregunte a mi madre por mi padre y me dijo que estaba en el cultivo, me dirigí a la huerta donde lo encontré arrodillado sembrando algo, me acerque a él y le pregunte…

- Pa ¿Qué estas sembrando?

Me miro y estirando la mano izquierda para que lo ayudara a colocarse de pie contesto sonriendo…

- ¿Recuerdas los aguacates que hemos consumido esta semana?

- Claro que sí.

- Estoy sembrando sus semillas – dijo mi padre terminando de incorporarse, ya que por su avanzada edad le era difícil realizar cualquier movimiento.

- Pero pa, para que te molestas sembrando esas semillas de aguacate si es muy probable que no alcances a disfrutar de sus frutos.

Mirándome fijamente, dijo sonriendo como acostumbraba hacerlo…

- Cuando llegué a este mundo encontré alimentos, entre ellos, aguacates, es justo entonces que también yo les deje alimentos no solo a ustedes mis hijos sino a vuestros hijos y a las futuras generaciones. Ven, vamos a sentarnos bajo la sombra de aquel árbol donde tengo un recipiente con una deliciosa limonada.

Acompañé a mi padre hasta el lugar señalado, nos sentamos a la sombra del frondoso árbol y recostados en su tronco, mientras mirábamos en silencio al horizonte, comenzamos a tomar la deliciosa limonada.

Mi padre, aunque no había tenido estudios académicos, lo consideraba un hombre muy sabio, un campesino que durante toda su vida había arado la tierra y había sido arriero. Hablaba relativamente poco pero cuando lo hacía, lo hacía con sabiduría. Colocando su mano derecha sobre el muslo de mi pierna izquierda manifestó…

- La vida hijo es como este frondoso roble en el cual estamos recostados, nació de una pequeña semilla, tal y como lo hicimos nosotros de un espermatozoide y un ovulo invisibles a simple vista, crecimos, como lo está este gigantesco árbol y nosotros. 
Tú aun eres un hombre joven, en cambio a mí me queda poco tiempo de vida…

- No digas eso pa – lo interrumpí – vas a vivir muchos años más…

- Sabes muy bien que no es así hijo, como te decía hace un momento, nacemos, crecemos, algunos nos reproducimos y luego morimos, es la ley de la vida. Ahora bien ¿Cuántos años crees que demorará en dar frutos las semillas de aguacate que acabo de sembrar?

Pensé por algunos momentos la respuesta, pero al no encontrar una razonable, debido a que no era campesino y no sabía casi nada de las labores del campo, respondí…

- Pa, no lo sé, ¿Cuántos?

- Si no hay dificultades de plagas o de sequías y se está cuidando, abonando y desmalezando, tardará de tres a cinco años para que comience a dar los primero frutos pero solo será después de siete años cuando año a año el aguacate dará sus cosechas.

- ¿Quieres decir que hay que esperar siete años para obtener el retorno de la inversión?

- O más, porque las primeras cosechas serán para pagar los gastos que generó el cultivo durante los primeros años.

- Entonces ese cultivo no es muy rentable que digamos.

- Por supuesto que lo es, solo que hay que tener paciencia igual a la que se tiene con los hijos, con la diferencia que los campesinos disfrutan del retorno de la inversión de sus cultivos, no así los padres de los hijos.

- ¿Cómo así?

Mi padre, suspiro resignado y mirando hacia el horizonte, respondió…

- En condiciones normales los cultivos siempre permanecerán en un sitio, mientras que los hijos crecen y luego se van, la mayoría de ellos olvidándose de sus padres.

- Yo no me olvidaré de ustedes.

- Eso espero hijo, eso espero, aunque no es nada seguro. Llegara el día que quieras formar un hogar o quizás quieras viajar y entonces, otros serán los que disfruten de la inversión de tiempo y dinero que hemos hecho en ti, aunque el retorno de la inversión no siempre está dado en especie o en cosas tangibles, pienso que el mejor retorno de la inversión para un campesino es saber que con sus cultivos alimenta a mucha gente.
Ahora dime, tu como escritor, ¿Cuál crees que es el retorno de la inversión que has hecho en tiempo y dinero escribiendo tus libros?

- Las regalías de mis libros por supuesto.

- ¿Crees que las regalías compensan el tiempo y el dinero invertido?

- Muchos escritores viven muy bien de sus regalías.

- Tú los has dicho, muchos, pero no todos. ¿Qué pasa entonces con los escritores que no logran ser famosos y sin embargo siguen escribiendo sin esperar nada a cambio?

- Ahora te comprendo pa, no siempre el retorno de la inversión está representado en dinero, para mí por ejemplo, la mayor satisfacción es saber que gracias a mis libros, mis lectores pueden tener una mejor calidad de vida mejorando su forma de pensar y de actuar.

- Me alegro que pienses así hijo, porque hay quienes tienen mentalidad de comida rápida, si no ven resultados tangibles y cuantificables simplemente abandonan, ahora ayúdame al ponerme nuevamente en pie, ya que tu mamá debe estar esperándonos para almorzar.

Cuánta razón tenía mi padre, la mayoría de las veces el retorno de la inversión no siempre está representado en dinero sino en la satisfacción del deber cumplido, en saber que todos aquellos que de una u otra forma impactamos, posiblemente sabrán cómo superar mejor las dificultades o tener una mejor percepción de la vida.

miércoles, 8 de diciembre de 2021

Servicio al Cliente II: Actitud de servicio

En la entrega anterior les comentaba una de las experiencias que solo me pasan a mí. Como siempre mis amables lectores me escribieron algunos mensajes bien interesantes a mi correo electrónico. A todos ellos, gracias por seguirme. 

Continuando con el espinoso tema de servicio al cliente quiero compartir con ustedes algo bien interesante: El sistema metro de mi ciudad Medellín tiene un eslogan muy interesante que dice “Metro, calidad de vida”. Según me han comentado amigos que han tenido la oportunidad de conocer muchos sistemas de transporte masivo en varias ciudades del mundo, el metro de Medellín está ubicado entre uno de los mejores, no solo por el eficiente servicio que presta sino por el aseo, la seguridad y la atención que le brindan los funcionarios a los pasajeros. 

Como siempre lo he recalcado en mis libros. No hay que inventar lo que ya está inventado y funciona, lo que hay que hacer es mejorarlo. Miles de libros y muchas películas se han escrito y filmado sobre el tema de cómo brindar un servicio de excelencia. Verdaderos gurús han surgido en los últimos años expertos en tan delicado tema. Personas que cobran miles de dólares por sus servicios y a los cuales hay que agendarlos con meses y a veces años de anticipación debido a que se mantienen tan supremamente ocupados que no les queda tiempo de nada. Algunos incluso se dan el lujo de seleccionar a sus clientes y si no les pagan las astronómicas cifras que cobran, pues simplemente ni siquiera se dignan atender una llamada telefónica o contestar un mensaje. Y eso que son profesionales en servicio al cliente. 

Los millones que se ahorrarían las empresas si practicaran la regla de oro de servicio al cliente de “atender al cliente como quisiéramos ser atendidos”. El problema es que como la respuesta es tan simple no puede ser que algo sea tan supremamente fácil, por lo tanto lo complicamos. De igual forma como en el artículo pasado hable de la pésima atención que recibí de casi todos los funcionarios de un importante banco, hoy quiero referirme a la experiencia que tuve en cierta ocasión que visite la central de abastos de mi ciudad Medellín. Como casi no conocía el lugar le pregunte a uno de los venteros ambulantes donde podía encontrar un artículo que estaba buscando. Luego de ofrecerme los dulces que estaba vendiendo me guio por varios minutos hasta llevarme al sitio exacto donde encontraría el artículo. ¿Qué es eso si no un buen servicio? ¿Qué necesidad tenía el joven de guiarme el mismo? Como vendedor ambulante conocía las gigantescas instalaciones de la central mayorista pero fue su actitud de servicio la que me impacto. 

Mientas caminábamos le pregunte que estudios tenía y me dijo que él y su familia habían tenido que huir de su tierra de miedo de la guerrilla, que él solo sabía leer y escribir pues no había tenido oportunidad de estudiar y según me dijo sonriendo, ni falta le hacía pues económicamente le iba muy bien y era muy feliz vendiendo sus dulces, además estaba pensando en montar un negocio para vender frutas al por mayor. Es de anotar que el joven no quedo satisfecho sino hasta que yo compre el artículo que necesitaba y fue el mismo el que recateo el precio. Al salir del lugar dijo “Es que vea doctor, cuando a ustedes los ven tan elegantes les cobran mucho más de lo que vale el articulo por eso me quede con usted porque sabía lo que iba a pasar”. Quise darle una propina al joven por sus servicios pero no la acepto, me dijo que si quería colaborarle comprándole algunos dulces me lo agradecía pero que no era necesario que le pagara por un servicio que él hacía con el mayor de los gustos. Obviamente le compre algunos dulces y el joven se retiró sonriendo agradecido, no sin antes darme el número de su teléfono celular para que lo llamara en caso que necesitara algo de la Central Mayorista de Medellín. 

¿Interesante verdad? En la pasada entrega comentaba el servicio que me habían brindado algunos funcionarios de un prestigioso banco, lo más probable es que todos habían cursado importantes estudios en renombradas academias. En cambio el joven con el cual me había encontrado en la central de abastos no tenía estudios pero si una actitud de servicio a toda prueba. ¿Cuál sería el futuro de los funcionarios de aquel banco y de ese vendedor de dulces? Muy diferente. Lo más probable es que los empleados de aquel prestigioso banco continuarían siendo empleados por muchos años, en cambio aquel joven seguiría el ejemplo de muchos comerciantes multimillonarios que no tienen estudios pero si muchos empleados muy estudiados al servicio de ellos. 

Para brindar un servicio de excelencia se debe tener ante todo ACTITUD DE SERVICIO. Por muchos estudios que una persona realice, por muchos títulos universitarios que tenga, por muchos cursos de servicio al cliente a los cuales haya asistido, si la persona no tiene actitud de servicio, difícilmente esos estudios le van a servir de algo. Hay personas que no hacen nada si no obtienen una contraprestación económica por sus servicios. En cambio hay otras que así no les paguen por hacer algo, lo hacen con el mayor de los gustos y quizás mejor que si les estuvieran pagando. Alguien dijo alguna vez que para triunfar en la vida se requiere de un 95% de actitud y un 5% de aptitud. 

Próxima entrega: Servicio al Cliente III: El vicio de servir.

jueves, 28 de octubre de 2021

Servicio al cliente I: Esa platica se perdió.

Por lo general siempre me gusta hablar de casos puntuales y de las cosas que solo a mí me pasan. Muchos de mis seguidores me escriben interesantes sugerencias y críticas a mi correo electrónico. Siendo reiterativa la crítica que mi forma de escribir es muy escuelera, demasiado práctica, simple y a veces demasiado directa. Aun no sé cómo interpretar esos comentarios, si como halagos o como “críticas constructivas” como suelen llamarlas algunos. Alguna vez tuve la oportunidad de preguntarle a un muy famoso escritor cuyo nombre quiero obviar porque lo que me escribió fue a nivel personal y no tengo autorización para divulgarlo: “… los críticos son personas que dicen saber mucho sobre lo que critican pero no saben hacer lo que critican. Señor Restrepo, si usted quiere ser un buen escritor, nunca someta sus escritos a la crítica pues no se puede dar gusto a todo el mundo, tendrá seguidores y también detractores, por lo tanto, guardando el debido respeto por todo y por todos, escriba para usted, porque si a usted le gusta lo que escribe, lo más probable es que a otros también les guste, nunca escriba por dinero, el dinero, si usted es un buen escritor, el dinero sera una de sus recompensas ya que la mayor recompensa es el reconocimiento por parte de sus lectores…”.

Siguiendo el consejo de ese gran hombre de las letras, hoy quiero escribir sobre una situación bien interesante. Hace poco debí visitar una de las sucursales de uno de los bancos más grandes de mi país Colombia cuyo nombre también quiero obviar para no herir susceptibilidades, además porque con esta maravilla o pesadilla del Internet, todo lo que uno publique queda disponible para que cualquier persona en cualquier parte del planeta pueda leerlo, así es que tratare de ser lo más educado posible.

Al ingresar al famoso banco me acerque a una hermosa joven que estaba muy entretenida con su teléfono celular pues no apartaba la vista de él. Sin mirarme dijo…


- A la orden señor.

Como aun no apartaba su mirada del celular espere a que terminara lo que estaba haciendo. Momentos después dejo su teléfono encima del escritorio y pregunto con cara de pocos amigos pues al parecer yo había interrumpido una conversación muy importante…

- Lo escucho señor – volvió a decirme la joven. 

Iba a responderle cuando se escuchó el sonido característico cuando ingresa un mensaje a un celular.

- Permítame un momento señor – dijo la joven cogiendo nuevamente su teléfono y mientras sonreía tecleo hábilmente un mensaje.

Como la joven seguía muy entretenida recibiendo y contestando mensajes en su celular me dedique a observarla. Realmente era una mujer muy hermosa, elegantemente vestida y el cargo que ocupaba posiblemente era la envidia de muchos compañeros. Pasaron algunos minutos antes de que la joven apartara su mirada del celular y volviera a prestarme atención.

- Ahora si dígame señor, ¿en qué puedo servirle? – me pregunto la joven mientras jugueteaba con su teléfono.

- Buenos días señorita, sería tan amable de…

No pude terminar la frase porque en ese momento se volvió a escuchar el sonido característico del teléfono cuando ingresa un mensaje. El caso es que no pude hablar con esa funcionaria del banco pues al parecer los mensajes que le estaban llegando a su móvil eran más importantes que yo, así es que salí de la oficina y busque a otra persona que me diera la información que necesitaba. Esa mañana recorrí casi todo el edificio de aquel banco ya que siempre me mandaban de un lugar a otro porque al parecer nadie sabía brindarme la información que estaba solicitando. Es de anotar que hable con diez personas, a nueve de ellas no les importaba ni les interesaba solucionar mi problema, para ellas la labor que realizaban era la más importante, yo simplemente los estaba distrayendo con mis tontas e inoportunas preguntas.

Lo curioso de todo es que por todas partes del edificio habían llamativos letreros donde se resaltaba la importancia del cliente. Hermosas fotografías de personas sonrientes que invitaban a utilizar los servicios y a adquirir los productos de la entidad bancaria. Como he sido algo inquieto con el tema del servicio al cliente me di a la tarea de investigar cuánto dinero invertía aquella prestigiosa empresa en capacitar a su personal. Una señora, ya entrada en años, que finalmente y muy amablemente resolvió mi inquietud, me comento que en los últimos años constantemente el banco utilizaba los servicios de renombrados entrenadores internacionales o coach como ahora rimbombantemente les dicen, para capacitar al personal, los cuales cobraban miles de dólares por sus servicios. Con un dejo de nostalgia en su voz, me dijo que a ella le había tocado vivir en ese banco tiempos mejores donde no había tanto entrenamiento pero si un gran sentido de pertenencia y de camaradería entre sus compañeros, muchos de los cuales ya se habían jubilado, algo de lo cual próximamente ella también disfrutaría.

Según me menciono, las cifras que la entidad bancaria invertía a nivel nacional e internacional en capacitación y en publicidad con el fin de atraer nuevos clientes, eran sencillamente asombrosas. Salí del banco preguntándome si los dueños o los altos directivos del banco se daban cuenta de lo que estaba pasando con el personal de servicio al cliente. Lo más probable es que no, debido a que por lo general se mantienen encerrados en sus oficinas o bunkers donde el contacto con el cliente común y silvestre no es muy común que digamos. 

La pregunta es ¿Qué tipo de capacitación recibe el personal de servicio al cliente? Es de anotar que todos los empleados de una empresa, independientemente la labor que realicen, son de servicio al cliente ya sea interno o externo. En las empresas, absolutamente todo el personal debe estar orientado y capacitado para brindar un servicio de excelencia. Infortunadamente como solemos decir en mi país Colombia “esa platica que se perdió”. Millones de dólares invertidos o mejor, gastados en “capacitación” se pierden porque a la hora de la verdad o como dicen actualmente en “los momentos de verdad” los resultados dejan mucho que desear.

Próxima entrega: Servicio al Cliente II: Actitud de servicio.

domingo, 3 de octubre de 2021

Coherencia



Siempre se ha dicho que la mejor enseñanza es el ejemplo. No se concibe la idea que el papá le diga a su hijo que no diga mentiras y cuando alguien le pregunta al niño por su padre éste le dice a su hijo que le diga a esa persona que no está, o como cuando en presencia de su hijo el papá se apodera de algo que no le pertenece y le dice al niño que nadie se va a dar cuenta pero le dice a su hijo que él no puede hacer tal cosa. 

Una canción popular inglesa dice que: “Por un clavo se perdió una herradura, por una herradura, se perdió un caballo, por un caballo, se perdió una batalla, por una batalla, se perdió el Reino”. Solemos minimizar o darle poca importancia a algunos de nuestros actos y nos rasgamos las vestiduras con el fin de evidenciar el desagrado que nos causa el accionar o pensar de nuestros semejantes, cuando nosotros mismos muchas veces infringimos una ley o una norma, por leve que sea, es tan delicado como cometer el más grave delito ya que no hay delitos grandes o pequeños, solo hay delitos.

Como el niño que vio a su padre hacer algo en contra de la ley o de las normas, seguramente tarde que temprano él también lo va a hacer y muy probablemente las consecuencias van a ser desastrosas. La idea aquella de que hecha la ley hecha la trampa, es como se genera uno de los flagelos más grandes de nuestra sociedad como es la corrupción (del latín corruptĭo, corruptiōnis, a su vez del prefijo de intensidad con- y rumpere 'romper, hacer pedazos, sustancia o cuerpo que está corrompido, descompuesto, podrido).

Desde muy niño mi padre siempre me decía “hijo, lo que no es de uno, no es de uno y a alguien le debe pertenecer”. En algunos países cuando alguien se encuentra algo, de inmediato lo pone a buen recaudo de las autoridades no importando su valor. Muchas veces mis compañeros taxistas, y les digo compañeros porque alguna vez lo fui, devuelven cosas que sus usuarios dejan olvidado en sus vehículos. La pregunta es ¿Haría usted lo mismo?, estoy seguro que sí, porque lo que no es de uno…

Infortunadamente los principios y los valores están en franca decadencia y como lo digo en uno de mis libros “Estamos bien capacitados, pero mal educados”. No comprendo cómo es que juzgamos y criticamos y nos “salimos de la ropa” ante la mala educación de los demás, pero pocas veces reaccionamos de la misma forma ante la mala educación nuestra. 

El código de policía en Colombia más se demoró en publicarse que en ser demandado pues, como cosa rara, muchos no están de acuerdo con algunas normas que todos los ciudadanos debemos cumplir. ¿Qué muchas son un poco exageradas? Si, lo acepto, pero ¿y si no es así? Necesariamente hay que ser estrictos, de lo contrario lo veo difícil, porque las dificultades que existen en la sociedad no se curan con paños de agua tibia. ¿Cómo hacerle entender por ejemplo a una persona que no debe hacer sus necesidades fisiológicas en lugares público, que si los equipos de sonido vienen acondicionados con un control de volumen es para utilizarlo con el fin de no interferir en el descanso de los demás, que las mascotas y lo que éstas hacen es responsabilidad de sus dueños, así como es responsabilidad de los padres lo que sus hijos hacen?

Sigo pensando que cumplir las leyes y las normas es cuestión de sentido común, claro que como infortunadamente este es el menos común de los sentidos es que pasa lo que pasa. Predicamos pero no aplicamos. Criticamos al gobierno y a los “servidores” públicos por lo corruptos que son pero seguimos votando por ellos porque somos de las personas que vendemos nuestra progenitura (nuestro voto) por un plato de lentejas y lo más curioso es que luego nos quejamos de los malos gobernantes que elegimos. 

El Duque de Otranto, el francés Joseph Fouché (1759-1820), habría dicho que: “Todo hombre tiene su precio, sólo hace falta saber cuál es”. Sentencia que presenta al ser humano desde su peor faceta, pues lo expone a partir de su ambición y de su debilidad, señalando que es capaz de hacer cualquier cosa a cambio de una suma determinada de dinero. Cuesta aceptar la contundencia de la frase, pues conocemos a muchos hombres (y mujeres) que no dejan de lado su integridad por intereses económicos. Es que como decía el sabio Voltaire “Quien piensa que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero.

Los invito pues a que la próxima vez que queramos criticar o juzgar a alguien, pensemos si somos coherentes y consecuentes con nuestro discurso.

viernes, 24 de septiembre de 2021

Cuanto tienes, cuanto vales.



En mi país, Colombia, es una frase muy popular; con la cual se quiere expresar que valemos por las cosas materiales o el dinero que tenemos, de tal forma que si no poseemos nada pues simplemente no valemos nada, no somos nada, no representamos nada y los que si tienen algo miran por encima del hombro a los pobres “desventurados”.

Sin embargo amigo lector, permítame analizar desde la óptica del sentido común (haciendo un paréntesis les recomiendo mi libro Educar, con Sentido Común – Algo que comúnmente no hacemos padres de familia y maestros) este dicho o refrán popular.

Hoy en día todo es asegurable, cuantificable, medible y por supuesto valorizable y a lo que no se le pueda hacer este proceso, al parecer no existe. 

En este orden de ideas, analicemos entonces la veracidad de esa frase. ¿Cuanto valemos? Si tal y como papá Dios nos trajo al mundo nos miramos en un espejo veremos nuestra figura reflejada en el. Ahora bien, la idea no es comenzar a criticar la figura que vemos, lo obesos, lo flacos, lo desnutridos, lo negro, lo blanco, el lunar peludo que tenemos a un lado de la nariz, la celulitis, lo calvos que somos, esos gorditos que salen aquí y allá o cualquiera de las “deformidades” que físicamente tenemos.

Entre otras cosas, las sagradas escrituras dicen que, fuimos creados a imagen y semejanza de Dios (génesis 1:26) por lo tanto, cualesquiera sea nuestra figura, quiere decir que papá Dios también tiene gran cantidad de presentaciones, tamaños y diseños y si somos como somos, es porque Él, como energía creadora y conservadora del universo, quería que fuéramos como una de sus innumerables manifestaciones.

Así es amigo lector, que es el momento entonces de aceptarnos tal y como somos y dejar de criticarnos y tratarnos tan duramente. Pues, como lo dije antes, sea cual sea nuestra forma física, es una de las tantas manifestaciones de esa energía que es Dios o cualquiera sea el nombre que le quieras dar; yo por ejemplo siempre me refiero a Él como papá Dios. Bueno, pero como este libro no se trata de hablar de temas tan espinosos como los religiosos continuemos entonces analizando el tema de este capítulo. 

Las aseguradoras por ejemplo le tienen un valor a cada parte de nuestro cuerpo. De hecho hay personas que aseguran por mayor valor la parte del cuerpo que más utilizan. Tal y como lo afirma la columnista Gracia Terrón “…Al igual que existen seguros para proteger el coche, la casa, el yate o la mascota; en el mercado existen pólizas de seguros que ponen precio a las partes del cuerpo más valiosas para una persona. Los cantantes, los conferenciantes, los profesores y en general todas las personas que económicamente dependen de su voz, la aseguran; los escultores, aseguran sus manos, los deportistas, aseguran sus piernas. El futbolista David Beckham por ejemplo tiene aseguradas sus piernas en 40 millones de dólares y todo su cuerpo por 150 millones de dólares. El cantante Luis Miguel también tiene asegurada su voz y su cuerpo por 7,5 millones de dólares y Jennifer López sus piernas, en seis millones de euros. El objetivo de estas pólizas es proteger económicamente a sus titulares ante una posible pérdida de facultades físicas, a las que deben su fama y sus ingresos.

Las aseguradoras tienen unas tablas con distintas valoraciones en función de la parte del cuerpo de que se trate. Las manos, el cerebro, los ojos y las piernas suelen ser más valoradas que los dedos, las orejas, oídos y la nariz, por lo general. No obstante, existen casos específicos, en función de la profesión del asegurado, en los que la indemnización puede ser mayor. Por ejemplo, las pólizas firmadas por un músico, que necesita los oídos para desarrollar plenamente su profesión, o un enólogo, recibirían mayores indemnizaciones en caso de tener problemas con sus oídos o su nariz que un profesional de otra categoría…”

Estoy seguro que si nos ponemos a hacer cuentas sobre cada uno de los órganos y partes del cuerpo humano, todos ellos valdrían una verdadera fortuna. Un riñón por ejemplo en el mercado negro tiene un costo superior a los ¡diez mil dólares norteamericanos! Increíble pero cierto. 

En este orden de ideas queda desvirtuada entonces la frase “cuanto tienes, cuanto vales” porque desde que fuimos fecundados y aun antes, porque también se venden óvulos y esperma humano, somos multimillonarios, solo que como se dice en las finanzas, el 95% de los seres humanos estamos ilíquidos, pues literalmente nuestro cuerpo vale una fortuna, (sin contar las propiedades intelectuales que pueden valer mucho más que las físicas; algo así como las marcas, que pueden valer más que las plantas físicas de las empresas).

Llegara el día en que el mercado de órganos humanos deje de ser ilícito y se pueda vender o comprar cualquier órgano o parte del cuerpo ya sean originales, clonados o creados en laboratorios. Tal como hacen los bancos de semen actualmente.

Es un hecho que la trata de blancas o el comercio de seres humanos como exclavos a través de la historia, ha sido una constante y difícilmente terminara. Más aun cuando los valores y principios están en franca decadencia. 

Tal y como lo acabamos de ver, una cosa es que tengamos un valor y otra muy diferente que nos valoremos, que nos apreciemos y que como tal nos cuidemos dado nuestro incalculable valor. Curiosamente cuidamos más el carro que tenemos que el vehículo que es nuestro cuerpo.


lunes, 2 de agosto de 2021

Me dejaste en visto

 


Es cierto que a nuestro WhatsApp llegan cualquier cantidad de mensajes, la mayoría de ellos sin importancia, incluso, muchas veces de personas que no tenemos registradas pero que por alguna razón tienen nuestro número telefónico. Este tipo de mensajes se asemeja mucho a las cadenas de oración donde le vaticinan a uno cualquier cantidad de calamidades si uno las rompe y si uno no lo hace, le auguran grandes fortunas y cosas maravillosas nos sucederán en las próximas horas o días.  

Y es que Internet se ha convertido en el basurero virtual más grande del planeta o también la fuente de información jamás creada, convirtiéndose literalmente en un arma de doble filo, ya que puede generar mucho bien, pero también se presta para hacer mucho mal, algo que he tratado en otros blogs.

Hoy quiero referirme específicamente a uno de los sistemas de comunicación masiva más importantes. Es tal la adicción al WhatsApp, que si las cosas siguen como van, se nos va olvidar hablar ya que preferimos intercambiar mensajes que comunicarnos telefónicamente con la otra persona y establecer un dialogo verbal.

Es impresionante la rapidez con la que escriben los jóvenes y los no tan jóvenes con el nuevo idioma de los símbolos, de los emoticones y de las palabras abreviadas, por lo cual tenemos que adivinar qué es lo que nos quiere decir la persona que nos envía el mensaje. También es impresionante como se difunden por este medio las noticias - la mayoría falsas y desastrosas - las cuales ponen en jaque a personas, empresas, instituciones y hasta gobiernos.

Es un hecho que el poder que tienen las redes sociales es inusitado y que bueno sería que se aplicaran en ellas normas o reglas de urbanidad las cuales brillan por su ausencia, caso concreto cuanto se envía un mensaje por el WhatsApp y lo dejan a uno en visto, lo cual es una descortesía y muestra inequívoca de mala educación, ya que es como si a uno lo saludaran y no correspondiera el saludo, así sea con una sonrisa o con cualquier gesto, mucho mejor si igualmente correspondiera el saludo de una forma más amplia que una simple imagen.  

Podrá pensar usted amable lector que no puede perder su valioso tiempo contestando todos los mensajes que le llegan, lo cual es cierto, lo curioso es que pasan horas y hasta días sin una respuesta al mensaje. Ahora bien, una de las ventajas que tiene esta red social es que uno puede bloquear o eliminar a los contactos que le envían mensajes irrelevantes.

Le invito pues amable lector a utilizar mejor, responsable, adecuada y educadamente las redes sociales, dejando de enviar mensajes sin trascendencia e importancia y noticias sin confirmar. Pienso que debería haber un manual de urbanidad y de buenas maneras para el manejo de las redes sociales así como lo había para las relaciones públicas, como era el manual del venezolano Manuel Antonio Carreño, el cual lamentablemente fue olvidado.

Tal y como lo afirmo en mi libro “Estamos bien capacitados,pero mal educados” por lo general confundimos capacitación con educación. Es por eso que necesitamos seres humanos más educados y menos capacitados. 

https://universovirtualcomunicaciones.com/


sábado, 22 de mayo de 2021

Protesto contra las protestas.

 


El derecho a la protesta está consagrado en el Artículo 37 de la Constitución Política de Colombia de la siguiente manera: “Toda parte del pueblo puede reunirse y manifestarse pública y pacíficamente. Sólo la ley podrá establecer de manera expresa los casos en los cuales se podrá limitar el ejercicio de este derecho”.

Lo cual en un estado de derecho como es el de Colombia está muy bien. Las preguntas son: ¿y los que no protestamos? ¿y los que en vez de salir a protestar queremos trabajar, estudiar y vivir la guerra en paz? ¿Será que nosotros nos hemos conformado y no queremos salir de nuestra zona de “confort”? o ¿nos hemos acostumbrado a una forma de vida llena de limitaciones y desigualdades sociales?

Hace más de 190 años el Libertador Simón Bolívar manifestaba que “Si mi muerte contribuye para que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro”, lo curioso es que ni han cesado los partidos ya que cada vez se radicalizan más y de la unión, ni hablemos, porque de unidos no tenemos nada, si así fuera, el 97% de los que no salimos a protestar, a vandalizar, a saquear y a bloquear las carreteras, no permitiríamos que ese 3% nos representara e hiciera todo lo que hacen dizque buscando la igualdad social, la equidad, mejor calidad de vida, etc, etc. etc.

Por lo tanto, el alma de nuestro gran amigo Bolívar y de todos los miles de compatriotas que ofrendaron su vida por una libertad que dista mucho de serlo, deben sentirse muy tristes donde quiera que estén, al ver que todo aquello por lo que lucharon fue un esfuerzo en vano.

Particularmente pienso que los humanos terrícolas siempre hemos estado en guerra y las desigualdades por las que actualmente se protesta siempre han existido. Dirá usted amable lector que ahora esas desigualdades son más marcadas, con lo cual estoy completamente de acuerdo, solo que hay que tener en cuenta un “pequeño” detalle y es que la población mundial ha venido creciendo en forma exponencial y como decía la cantante Celia Cruz en una de sus canciones, no hay cama para tanta gente.

Ahora bien, los ricos, los pobres, los esclavos y mendigos siempre han existido. Por lo tanto, esa diferencia de clases sociales no es nada nuevo. Y que los ricos cada vez lo son más a costa del trabajo de los pobres, tampoco es nuevo. La verdad no veo entonces porque se protesta si esas desigualdades han ocurrido desde siempre.

Dirá usted amable lector que hay países donde el nivel vida es muy superior al de los latinoamericanos y al de muchos otros países. La explicación es muy sencilla. ¿Qué más se puede esperar de un pueblo milagrero que todo se lo deja a sus dioses?, los países donde el nivel de vida es envidiable es porque oran como si todo dependiera de sus dioses, pero trabajan como si todo dependiera de ellos, por lo tanto, los resultados saltan a la vista.

Además de ser un pueblo milagrero, somos un pueblo corrupto ya que como decía una frase atribuida al sabio Voltaire “Si pensamos que el dinero lo hace todo, estamos dispuestos ha hacer todo por dinero” y vaya si lo hacemos. Ahora no se vaya usted a rasgar las vestiduras diciendo que usted no lo es, porque, si permitimos que ese escaso tres por ciento de la población de Colombia haga con el 97% lo que le da la gana, es porque literalmente nos estamos dejando comprar y manipular.

Hace algunos años hablaba con un Japonés quien me preguntaba cuantos guerrilleros, paramilitares y delincuencia común se consideraba que había en Colombia. Le dije que se calculaba que eran unos cincuenta mil. Me pregunto que cuantos años llevaba Colombia en esa guerra fratricida. Le dije que unos cincuenta años. Me pregunto que cuantos colombianos éramos. Le dije que unos cincuenta millones. 

El japonés guardo silencio, no era necesario decir nada, era evidente que el 1% de la población alzados en armas hacía con el 99% lo que le venia en gana. Cabe recordar que Japón fue literalmente diezmada durante la segunda guerra mundial y cincuenta años después, es considerada una prospera nación a la cual muchas otras envidian y eso que los japoneses son un pueblo que también profesa algunas religiones.

Finalmente, amable lector, nada de nervios, otra celebre frase afirma que “cada pueblo tiene los gobernantes que se merece”, por lo tanto, ¿de que nos quejamos si estamos cosechando lo que sembraron nuestros antepasados y las próximas generaciones igualmente cosecharan lo que nosotros estamos sembrando?

Una cosa si es cierta y es que la violencia solo genera más violencia y por lo general todas las guerras han terminado en la mesa de negociaciones. A propósito de negociaciones, unos libros que sugiero que nuestros “lideres” políticos y religiosos lean urgentemente son: “Si de Acuerdo, como negociar sin Ceder” y “Como ganar amigos e influir sobre las personas” de los escritores Robert Fischer y Dale Carnagie, respectivamente.

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miércoles, 7 de abril de 2021

El menos común de los sentidos.

Hubiera querido no volver a escribir sobre el tema, pero escuchando las noticias que llegan de todas partes del mundo referentes a la pandemia generada por el coronavirus SARS-Cov2 (covid 19) no queda otra que, los que somos creyentes, esperar que Dios nos coja confesados.

Basta ver las tristes imágenes que nos llegan de los hospitales de mi muy querida ciudad Medellín, donde, como cuando se inició la pandemia, los médicos en varios países, debían tomar la difícil decisión de quien vive y quien muere. Claro que aún viendo las desgarradoras imágenes y conociendo casos cercanos a la familia o quizás de la misma familia, hay quienes se niegan a aceptar la realidad que vive el planeta.

¿Qué fue un virus creado en laboratorio para diezmar la población? ¿Qué fue una mutación? ¿Qué el virus llego por manipulación genética? ¿Qué provino de un animal? ¿Qué es una guerra biológica? ¿Qué fue un invento de los laboratorios para hacer negocio con las vacunas? ¿Qué lo de las vacunas es una mentira, que no sirven para nada o que por medio de ellas nos inoculan un nanochip para controlarnos? Etc. etc. etc. Durante este año de pandemia las redes sociales y los noticieros han estado colmados de “información” o ¿Sera mejor de desinformación? Que han ocasionado pánico por pandemia, generando estrés, depresión, suicidios, violencia intrafamiliar y quien sabe que otra cantidad de enfermedades y comportamientos quizás más graves que el mismo virus.

Los católicos por ejemplo acabamos de vivir la “Semana Santa” durante la cual las normas de bioseguridad como son el cubrebocas, el lavado de manos y el distanciamiento no siempre se aplicaron, ya que en la mayoría de templos y medios de transporte, la afluencia de feligreses y público fue bien representativa y aunque las autoridades sanitarias, de gobierno y eclesiásticas solicitaron a los ciudadanos maximizar los cuidados, al parecer lo dijeron en idiomas diferentes, ya que no entendimos el mensaje y las aglomeraciones fueron constantes.

Según los “expertos” estamos en el tercer pico de la pandemia, según ellos, es más letal que los anteriores debido a las mutaciones que ha tenido el virus y que ya no solo nos ataca a nosotros los viejos, sino que están llegando a las unidades de cuidados intensivos de los hospitales personas de todas las edades.

Ahora bien, valdría la pena reflexionar sobre aquello de como la economía se ve afectada por los cierres o cuarentenas. Lo cual es muy cierto y nadie puede negar eso, yo soy uno de los millones de afectados pues mis ingresos se redujeron en más de un 80%. Por lo tanto, a los gobernantes no les ha quedado otra alternativa que suspender o flexibilizar las cuarentenas para permitir dinamizar la economía, ¿el resultado?, lo estamos viendo con la nueva ola de contagios, los cuales, según las estadísticas, van en aumento. No se sabe entonces que es mas letal, si el remedio o la enfermedad. Valdría la pena saber que es más costoso para las economías de los países, si las cuarentenas o la cantidad de fallecimientos diarios.

Un rumor que ha circulado desde que inicio la pandemia es que para los hospitales es un excelente negocio cuando un paciente ingresa por coronavirus porque al parecer tienen unos subsidios especiales por parte de los gobiernos, entre otras cosas, desde hace algún tiempo me pregunto si todos los pacientes que ingresan últimamente a los hospitales son por ese motivo ¿acaso ya nadie se enferma o se muere de otras causas? Porque curiosamente la mayoría de los decesos ocurren dizque por COVID.

Hace poco me encontré con un vecino que me dijo con cierto orgullo que el tenía COVID y que para él era simplemente una gripita pasajera. Le pregunte si el tenía alguna enfermedad diferente y me dijo que no, que él siempre había sido una persona muy saludable, pero que se había infectado en un viaje que había realizado recientemente a una zona del país que tenía fuerte presencia del virus. Lo curioso es que mi vecino, aun conociendo las recomendaciones, no tenía cubrebocas y casi me abraza como era su costumbre al saludar. Afortunadamente en ese momento le entro una llamada a su celular y no pudo concretar la acción. Es que hay personas que sabiendo que se debe guardar un distanciamiento, siguen abrazándolo y saludándolo a uno de mano como si nada, en vez de adoptar el saludo japonés, que entre otras cosas me parece la costumbre más inteligente y saludable, no solo por la situación que estamos viviendo con lo de la pandemia, sino que estrecharle la mano a otro sin saber que ha cogido con ella, me parece un acto de mucha irresponsabilidad y falta de respeto.

Pero bueno, nada de nervios, muchas cosas positivas traerá esta pandemia, una de ellas es lo de las normas de bioseguridad e higiene que muchos seguiremos acatando así pase la pandemia. Dios permita que los “líderes políticos y religiosos” de alguna forma hagan cumplir las normas, aunque la verdad sea dicha pienso que eso no es responsabilidad de ellos sino de cada uno de nosotros.

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viernes, 26 de febrero de 2021

Las siete puertas y dos ventanas del templo.

Escuchando un audio del Psicólogo Cuántico Absalón Sanclemente Bolívar, sobre el cuidado que debemos brindarle a nuestro cuerpo o sea a ese vehículo que utiliza nuestro espíritu para realizar la labor que necesita hacer en este plano de la existencia, me puse a reflexionar sobre la trascendencia de sus palabras.

Y es que por lo general, cuidamos más el carro que tenemos que nuestro propio cuerpo. Hay quienes gastan millones, no solo en comprar el último modelo, sino en su mantenimiento y todos los demás gastos que genera tener un vehículo, los cuales, con el transcurso del tiempo, pueden ser más representativos que el precio del mismo carro.

¿Qué pasaría si el dinero que invertimos en comprar y mantener el carro, lo invirtiéramos en el más importante de todos los vehículos o sea en nuestro cuerpo? Como decía el doctor Sanclemente, difícilmente a nuestro carro le proporcionamos combustible de mala calidad, ya que sabemos que rápidamente comenzaría a funcionar mal y hasta se estropearía el motor. Curiosamente a nuestro cuerpo si le proporcionamos todo tipo de carnes y comida chatarra, que no solo daña nuestro motor o sea nuestro corazón, sino el computador del vehículo, o sea nuestro cerebro.

Cuando el carro comienza a presentar fallas, inmediatamente lo llevamos al mecánico, cosa que no hacemos con nuestro cuerpo, el cual debe evidenciar serias dificultades para llevarlo al médico. En fin, la verdad es que le prestamos más atención a las cosas que no requieren de tanta atención y descuidamos aquellas de las cuales literalmente depende nuestra vida.

En algunas religiones y culturas como la egipcia, se habla de las siete puertas del templo. Según la mitología egipcia, a través de las siete puertas del templo, se puede llegar al mundo de los dioses pero como no soy egiptólogo ni mucho menos estudioso de las diferentes religiones, no quiero opinar sobre el significado que esas culturas o religiones les han dado a esas puertas.

Desde la perspectiva del sentido común, infortunadamente el menos común de los sentidos, me referiré a las siete puertas y dos ventanas del más maravilloso de los templos, nuestro cuerpo, en el cual mora parte de esa energía creadora y conservadora del universo a la cual llamamos Dios, Espíritu, alma, etc. 

Las siete puertas son el ano, el pene o vagina, la boca, los oídos y las dos fosas nasales, siete orificios o puertas que son utilizadas por nuestro organismo para que ingresen o salgan determinadas cosas de nuestro cuerpo. Las dos ventanas, son nuestros ojos.

Ahora bien, siempre se ha dicho que somos lo que comemos, lo que pensamos y lo que hacemos. Dependiendo de lo que comas o sea el combustible con el cual alimentes el vehículo que es nuestro cuerpo, así funcionara. Tan sencillo como eso, tan simple como eso.  Hay que tener en cuenta que el aparato digestivo o caldera donde se produce la combustión o proceso de los alimentos, esta diseñado para un tipo de combustible especial y no para cualquier tipo de combustible.

Si tu carro es a gasolina, no le puedes echar diésel, ya que no funcionaria muy bien que digamos. De igual forma nuestro aparato digestivo funcionará mal si le echamos comida que no pueda digerir fácilmente, como es el caso de las carnes, y no es que yo sea vegetariano o vegano ni mucho menos, ya que en mi juventud consumí carne en forma exagerada y ahora viejo estoy pagando las consecuencias, ya que el acido úrico me esta causando serias dificultades. La comida chatarra o  rápida por ejemplo son otros “alimentos” que generan rápidamente cualquier tipo de enfermedades.

Las preguntas entonces son ¿Cómo o para que estamos utilizando esa puerta o boca? ¿Qué tipo de alimentos (combustible) estamos ingiriendo a través de ella? Es de anotar que, dependiendo de ese combustible, será lo que salga por otras dos puertas del templo como es el ano y el pene o vagina.

Aunque el ano, el pene y la vagina son puertas más que todo de salida, hay quienes las utilizan también para cosas para las cuales no están diseñadas y con esto no quiero dar catedra de moralidad o de comportamiento sexual ya que son temas bien espinosos y controversiales.

¿Qué estamos escuchando a través de esas otras dos puertas que son nuestros oídos y que estamos viendo a través de las dos ventanas que son nuestros ojos? Dependiendo de la información que ingrese a través de esas dos puertas y ventanas, dependerá en gran parte nuestra forma de pensar y de actuar.

Las otras preguntas son ¿Cómo estamos utilizando las dos puertas o fosas nasales y para que las estamos utilizando?  ¿las estamos utilizando solo para respirar o también para ingresar otras sustancias toxicas fuera del aire contaminado de las ciudades? Curiosamente en nuestro hogar y en las academias nos enseñan cualquier tipo de cosas menos la más importante, a respirar. 

El caso es que cada uno de nuestros sentidos esta diseñado para fines muy específicos. Infortunadamente no los utilizamos bien, para la muestra un botón, la nariz, por la cual siempre deberíamos respirar, ya que no solo cumple con la función de filtrar un poco el contaminado aire, sino que lo calienta antes de llegar a nuestros pulmones. Respiramos entonces por la boca, con lo cual literalmente nos comemos la contaminación que hay a nuestro alrededor, disminuyendo de esta forma nuestra capacidades físicas y mentales.

A través de la historia, los humanos terrícolas, les hemos construido cualquier cantidad de templos, catedrales, mezquitas, etc. a nuestros dioses, en los cuales hemos gastado no solo tiempo y dinero, sino que hemos desperdiciado y sacrificado millones de vidas. 

Finalmente, hay quienes “decoran “el templo o sea su cuerpo con objetos, pinturas y le hacen cualquier cantidad de modificaciones para “embellecerlo” y lo que hacen muchas veces es estropearlo y cuantos han ingresado a los quirófanos para hacerse una cirugía plástica sin necesidad y sale solo el espíritu, ya que el vehículo lo dejaron en el taller para ser cremado o enterrado.

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Obras publicadas por Onofre Restrepo.

sábado, 6 de febrero de 2021

Y ahora me llaman don Ramón.


Ahora me llaman Don Ramón.

Mi niñez, adolescencia y juventud no fue nada fácil. Al igual que millones de seres humanos tuve que trabajar para ayudar a mi familia y pagar mis estudios, soñaba con ser un gran empresario con poder y fortuna y lo logre. Crecí pensando que el dinero lo hacía todo y literalmente hablando hacia todo por conseguirlo y lo conseguí a un precio demasiado alto. Sacrifique mi salud, mi estabilidad emocional, mi familia ya que siempre pensaba que todo lo que hacía era por ellos para poder darles una mejor calidad de vida. Pensaba que era más importante la calidad que la cantidad de tiempo que les dedicaba a mi esposa y a mis hijos. Era de los que trabajaba muchas horas extras, mismas que le robaba a mis hijos. Era el primero en entrar y el último en salir de la empresa. Pensaba que los empleados que tenía me respetaban cuando la verdad era que temían mis constantes y acalorados llamados de atención. Pensaba que debía tener mano dura o de lo contrario perdería el control. Era el gran jefe pluma blanca como muchos me llamaban a hurtadillas, sin contar otros apodos mucho más desagradables. Inspiraba temor, sufría de la terrible enfermedad del yo yo pues hasta el más mínimo detalle debía ser controlado por mí. En mis empresas no se movía la hoja de un árbol sin mi autorización. Imposible aceptar que estaba equivocado ya que debía mantener la imagen de hombre recio y cualquier muestra de humildad podría ser interpretada como debilidad. Los demás cometían errores, yo nunca. Disfrutaba del poder que tenía ya que mis órdenes eran cumplidas al pie de la letra sin reparos y hay de aquel que osara contradecirme, le hacia la vida imposible para que se aburriera y se fuera, al fin y al cabo había mucho quien trabajara como lo había hecho yo desde muy niño. Era de las personas que siempre veía el vaso medio vacío pues nunca estaba satisfecho. No entendía como mis flojos empleados se mantenían cansados cuando yo trabajaba más de dieciséis horas diarias. Muy en mi interior pensaba que a eso se debía su pobreza. Era un hombre exitoso y rodeado de amigos en los cuales gastaba grandes cantidades de dinero ya que debía conservar mi imagen de hombre de negocios.  Un día al llegar a una de mis empresas el portero me saludo diciendo…

-         Buenos días don Ramón.

Lo mire extrañado ¿Cómo alguien se atrevía a llamarme por mi nombre cuando todos me decían jefe? Y así se lo hice saber...

-          ¿Cómo se atreve a llamarme por mi nombre? Y además, no sabe que está prohibido utilizar gafas oscuras en la empresa, quíteselas de inmediato. – Le ordene con voz fuerte.
-          ¿Acaso ese no es su nombre? – Pregunto sonriendo el joven – aun sin quitarse las gafas.  
-          Ese es mi nombre pero recuerde que soy su jefe y quiero que me llame así como lo hacen todos los demás.

El joven se acercó un poco más a mí para decirme muy cerca al oído…

-          ¿O prefiere don Ramón que lo llame papá?

Con la arrogancia acostumbrada manifesté…

-          ¿Y qué haces vestido con ese ridículo uniforme?
-          Desde hace mucho tiempo vengo trabajando en la empresa; quería ve si tratas a tus empleados con el mismo amor que nos tratas a nosotros tus hijos y la verdad don Ramón, perdón, papá. Es que eres luz en la casa y oscuridad en tus empresas. ¿Por qué don Ramón? ¿Acaso en cierta forma tus empleados no son también tus hijos?
-          ¿Hijos? Ni más faltaba. Todos ellos no son sino una cantidad de vagos buenos para nada. Los únicos hijos que yo tengo son ustedes para los cuales he trabajado durante muchos años para darles lo que estos pobres diablos difícilmente les podrán dar a sus hijos porque son una partida de holgazanes. Ahora quiero que te quites ese ridículo uniforme y regreses a la universidad que es donde deberías estar ahora.
-          Lo siento don Ramón, pero no volveré a la universidad.
-          ¿Cómo se te ocurre decir tal cosa con lo mucho que he gastado en darte los mejores estudios en los más prestigiosos colegios y ahora en la más prestigiosa universidad.
-          Don Ramón, la verdad es que desde que me gradué con honores he venido trabajando en la empresa.
-          ¿Cómo que desde que te graduaste?
-          Así es don Ramón, digo, papá – dijo sonriendo el joven – para ti siempre han sido más importantes tus negocios que nosotros, tu familia, para la cual según tu trabajas. Dime una cosa papá ¿Sabes dónde está mi hermana en estos momentos?
-          En la universidad por supuesto – dije en tono altivo.
-       Se equivoca don Ramón – dijo una suave voz a mis espaldas – desde hace algún tiempo soy la recepcionista de la empresa.

Volteé a mirar a mi hija. También estaba vestida con el uniforme de la empresa. No pude contener las lágrimas y simplemente los abrace mientras les susurraba al oído una palabra que nunca antes había pronunciado, perdón, perdón, perdón. Los tres nos abrazamos mientras muchos de los empleados de la empresa nos rodeaban aplaudiendo y algunos también llorando.  Los mire a todos. Sí, mi hijo tenía razón, de alguna forma también ellos eran mis hijos.

-          A partir de hoy quiero que todos me llamen don Ramón – dije aun con lágrimas en los ojos.  

La noticia corrió por todas mis empresas y donde quiera que llegaba me saludaban como don Ramón, nunca más se volvió a escuchar la palabra jefe, me había convertido en un líder al cual todos seguían por respeto y no por miedo o necesidad.

Y usted ¿Es un jefe o un líder?


viernes, 15 de enero de 2021

Dar sin que nos pidan.


"Bueno es dar cuando nos piden; pero mejor es dar sin que nos pidan, como buenos entendedores" (Khalil Gibran) 

Siempre se ha dicho que para un buen entendedor con pocas palabras basta.   

Hace poco me encontré con un “amigo” al cual hacía algún no veía y quien aparentemente se alegró al verme. La verdad es que no pudo evitar el encuentro ya que estaba sentado en su flamante vehículo, al parecer esperando a alguien. En pocos minutos me contó de las empresas que tenía, de los estudios que había realizado y de los que estaba realizando. Yo simplemente lo deje que hablara, en ningún momento me pregunto algo sobre mi o sobre mi familia, siempre hablaba de él y de lo exitoso que era. Me dijo que se había enterado de mi revés económico y lo mucho que lo lamentaba. Sin embargo no dijo nada sobre querer ayudarme pese a que acababa de contarme de las empresas que tenía y de lo bien económicamente que estaba. 

Cuando se marchó, no sin antes despedirse de mí con una enigmática sonrisa, me quede pensando lo que hace el dinero en las personas, a muchas de las cuales vuelve insensibles, indiferentes, distantes y son de las que lo miran a uno por encima del hombro o a veces ni eso. Sabía que mi “amigo” hubiera podido hacer mucho por mí pues conocía su gran poder económico. ¿Qué habría pasado si le hubiera pedido ayuda? Posiblemente me hubiera ayudado, sin embargo, la pregunta es ¿A qué buen amigo es necesario pedirle ayuda sabiendo nuestras dificultades? 

A usted que está leyendo este articulo quiero hacerle una pregunta ¿A quién ha ayudado hoy sin que esa persona se lo haya solicitado? Dirá usted que no tiene económicamente nada para dar, lo cual puede ser cierto. Pero, ¿Qué tal si comienza a dar de lo que usted tiene en abundancia? ¿Sabía usted que el mejor regalo es aquel que no pueda comprar con dinero? ¿Qué tal si hoy, sin decir absolutamente nada, le da un abrazo sincero a esa persona con la cual usted convive, labora o permanece la mayor parte del tiempo? Le anticipo que debe estar preparado(a) para una reacción no siempre muy agradable, porque es muy probable le pregunten que le está pasando, si está consumiendo alguna droga de esas raras, si tiene fiebre o si piensa que se va a morir y ya se está despidiendo, ya que por lo general, no estamos acostumbrados a ese tipo de manifestaciones. 

Recuerde que hay personas tan pobres tan pobres que lo único que tienen es dinero. Dar sin necesidad de que nos pidan es quizás la mayor obra de misericordia. Le sugiero volver a leer un artículo que publique recientemente (http://onofrerestrepo.blogspot.com.co/2015/08/los-pobres-vergonzantes.html) en el cual escribo al respecto.

Siempre se ha dicho que el dinero no hace la felicidad, idea que respeto pero no comparto, ya que podemos hacer felices a muchas personas con dinero o sino que lo digan las personas que en un momento dado son favorecidas con una ayuda económica que no esperaban. Pienso que los que dicen que el dinero no es importante es porque nunca lo han tenido o no lo han sabido utilizar. Por supuesto que el dinero es importante, otra cosa es que nos fanaticemos y estemos dispuestos a hacer cualquier cosa por conseguirlo. Recordemos la frase de Voltaire cuando decía “Quien cree que el dinero lo hace todo, acaba haciendo de todo por dinero”

La Madre Teresa de Calcuta afirmaba que: "quien no vive para servir, no sirve para vivir". Reflexione sobre lo mucho que puede hacer en pro de sus semejantes. Claro que si usted es de los que interpretan mal el más grande mandamiento de "Amarás al señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu" y ese dios es el dinero, ahí si no hay nada que hacer porque no podrás practicar el segundo mandamiento de "y al prójimo como a ti mismo"

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