jueves, 30 de abril de 2020

5.000 "Amigos"

Permítanme con todo respeto hacerle dos preguntas amigo(a) lector(a), ¿es posible tener 5000 amigos?, quiero decir, amigos lo que se dice amigos o sea ¿aquellos que están con nosotros en las buenas, en las malas y más que todo en éstas últimas? Lo pregunto porque el tope máximo de “amigos” que uno puede tener en el país virtual más poblado del mundo, el cual tiene más de dos mil quinientos millones de habitantes o sea Facebook, solo permite tener esa cantidad de “amigos”.

Teniendo en cuenta que debido a mi profesión como escritor, Internet sabe más de mí que yo mismo y aunque mis “amigos” en Facebook no son tantos; durante este confinamiento producido por el coronavirus SARS-CoV-2 comprobé que, de los cientos de "amigos" que supuestamente tengo en las redes sociales, solo uno se comunica conmigo periódicamente para preguntarme como estoy yo y mi familia, algunos otros solo me envían mensajes alusivos a la pandemia, la mayoría de ellos con noticias falsas, pero la gran mayoría como que sucumbieron al virus y literalmente desaparecieron.

Uno a uno de mis "amigos" y familiares que tengo en mi lista de contactos los llame vía telefónica, con algunos logre comunicarme, extrañados y sorprendidos porque había utilizado un medio pasado de moda y lo primero que preguntaban era que si me pasaba algo, que si estaba enfermo, que si estaba contagiado del virus, que si había muerto alguien, etc. A otros les deje mensaje en su buzón de voz esperando una respuesta que nunca se dio.   

De ahí que dejé de utilizar el Smartphone o sea el teléfono “inteligente” y las comunicaciones con mis “amigos” prácticamente desaparecieron, ya que mi actual teléfono “flecha” no tiene acceso a Whatsapp ni a Instagram, lo cual demuestra que cada vez menos se utiliza el sistema de comunicación telefónica vía celular, razón por la cual las empresas de telefonía celular promueven más la paquetes de datos, los cuales traen minutos "ilimitados".

La comunicación de voz vía telefónica o sea, aquella en el cual se deben gastar minutos, y ni que hablar por medio del teléfono fijo, el cual, al parecer es un invento en vía de extinción, ya que el Whatsapp permite gravar un audio y luego enviarlo a la otra persona y así no gastar minutos de celular, se asemeja mucho a los radios de comunicación y lo único que falta decir es "¿me copia? adelante, le escucho, cambio".

En conclusión, con el respeto que me merece el señor Mark Elliot Zuckerberg y su muy prestigiosas redes sociales, uno allí no tiene amigos, de pronto seguidores y ni eso, porque muchas veces uno irresponsablemente acepta invitaciones de “amistad” sin pensarlo y cuando menos se piensa, le están escribiendo a uno personas que ni siquiera conoce a ofrecerle cualquier cantidad de "oportunidades de negocio", herencias o prestamos de bancos situados en los más extraños países, y no ha de faltar el incauto que caiga en esas redes mafiosas que lo único que buscan es aprovecharse de la necesidad del ser humano.

Ahora usted no se vaya a rasgar las vestiduras diciendo que estoy en contra de las redes sociales, por supuesto que no estoy en contra de ellas, al contrario, me parecen un invento bien interesante, es más, todo lo que tenga que ver con Internet me parece fantástico ya que considero a ese sistema de comunicación uno de los más grandes inventos del siglo pasado. Aunque, al igual que muchos inventos, como fue por ejemplo la energía nuclear, la cual sirve para muchas cosas positivas, pero si es mal utilizada o se sale de control, puede ocasionar cualquier cantidad de dificultades y eso mismo puede pasar con las redes sociales. 

Afortunadamente ya algunas redes sociales como Facebook, se han dado cuenta de ello y cada vez están estableciendo mayores controles antes que la red se salga de control y genere un caos y una devastación a nivel mundial de proporciones inimaginables porque, ¿Se imagina usted a más de dos mil quinientos millones de personas en una estampida virtual? No estoy exagerando al afirmar que el futuro de la humanidad y la estabilidad de nuestra casa, el planeta tierra, estaría en riesgo.

Volviendo al tema de los "amigos", sean estos virtuales o físicos, ya que no faltara quien esté pensando en este momento que soy “ave de mal agüero” y fatalista con eso de la estampida virtual debido al mal manejo de las redes sociales; amigos, lo que se dice amigos, tal vez los imaginarios, ya que como son creados a nuestra imagen y semejanza, son los mejores, ya que son solo nuestros.

Los invito pues a revisar no solo a los “amigos” virtuales que tiene en las redes sociales, sino a su círculo de amigos físicos y verifique cuáles son sus verdaderos amigos.

Ahora bien, recuerde que para tener amigos, hay que ser buen amigo. La pregunta es ¿Se considera usted un(a) buen(a) amigo(a)? o ¿es una de esas personas que solo es leal cuando sus amigos representan algo para usted y cuando sus necesidades cambian, así de fácil cambia su lealtad hacia ellos?


miércoles, 22 de abril de 2020

Alimentos para el cuerpo y el espíritu.



No se sabe que es más importante, si el alimento material que nos permite continuar en este plano de la existencia o una voz de aliento, me atrevería a decir que ambos son de vital importancia, lo curioso es que los alimentos para el cuerpo se consiguen relativamente fácil, esos se pueden comprar, no así el alimento para el espíritu.

Dirá usted amable lector que el alimento para el espíritu se consigue aún más fácil, que es sino prender la radio o la televisión y escuchar alguno de los programas religiosos o culturales que diariamente se emiten, lo cual también es cierto. Lo curioso es que esos programas, si bien es cierto son muy interesantes e importantes, no son personalizados. Pueden darnos ideas o consejos que si son puestos en práctica ayudan mucho.

Sin embargo, permítame hacerle una pregunta ¿Qué siente usted cuando alguien lo llama por teléfono o le hace una video llamada para preguntarle como esta? Algo que cada vez se hace menos pues la gente prefiere enviar un mensaje de texto que hablar. No sé si seré el único, pero yo si prefiero la video llamada o escuchar la voz de alguien que leer el frio mensaje de texto.

Soy de los que piensa que el ser humano es un ser social por naturaleza y que necesita tanto el alimento físico, como el alimento para el alma, de esa voz de aliento, de ese mensaje personalizado dirigido exclusivamente a nosotros. Pienso que nada extrañamos más en esta cuarentena que a nuestros amigos, el compartir con ellos. La familia es importante, claro que lo es y durante estos días de aislamiento hemos tenido la oportunidad de compartir con ella como pocas veces, lo cual es desde todo punto de vista meritorio e importante.

Ahora, no sé si a usted le pase lo mismo que a mí, pero yo si extraño mucho a mis amigos, a mis compañeros de trabajo, así algunos nos hagan la vida imposible cuando estamos con ellos, de ahí la frase aquella que dice que nadie sabe lo que tiene sino hasta que lo pierde. Aun esas desagradables personas en cierta forma hacen falta. ¿Para qué? No lo sé, pero es la verdad. Tal vez así sea para ver el bulto allí y tal vez no sentirnos tan solos.

Es un hecho que en los momentos más difíciles de nuestra existencia es cuando uno sabe quiénes son en verdad nuestros familiares y amigos. Podemos estar rodeados de ellos, pero aun así sentirnos solos, más ahora cuando estamos más pendientes del celular que de la persona que tenemos al lado. 

Hace poco hablaba con un padre de familia y me decía que la casa donde vivía era demasiado grande. Como yo conocía su casa le dije que a mí no me parecía tanto. Me explico que, aunque podía ver a su familia, no los encontraba ya que su esposa y sus dos hijos se encerraban en las habitaciones ya sea a ver televisión o chatear con sus amigos.

En fin, en estos momentos de confinamiento, de cuarentena, de aislamiento, nos hemos dado cuenta que estamos cosechando lo que sembramos. La situación que vive ese padre de familia es más común de lo que se cree. Vivimos, pero no convivimos, no compartimos. Lo invito pues amable lector a aprovechar esta cuarentena para replantear su vida, a analizar lo bueno, lo malo y lo feo. Si de algo nos debe servir este aislamiento es para reflexionar, para meditar, para pensar, para compartir y departir, para ser más humanos, más humildes.

Muchos necesitan de su ayuda tanto física como espiritual y me atrevería a decir que más espiritual que física ya que la depresión y la ansiedad están ocasionando serias dificultades. Es el momento de estar más en contacto con nuestros seres queridos y con aquellos que no lo son tanto, al fin y al cabo, son seres humanos que muy probablemente están pasando por momentos difíciles y que así no lo reconozcan o lo agradezcan, el sentirse importantes para alguien les ayudará a superar la difícil situación por la que atraviesa la humanidad.

Entre más unidos estemos, podremos superar esta, la primera guerra mundial del siglo XXI contra un enemigo “invisible”. Finalmente, amigo lector, le sugiero no hacer lo de Pilatos y lavarse las manos para no hacerse responsable de la muerte de un justo y desentenderse del mundo para no brindar ayuda pudiendo hacerlo, sino que lávese constantemente las manos para proteger su salud, la de su familia y la de todos en general.



sábado, 11 de abril de 2020

¿Por qué y para que?



Es un hecho que en la historia de la humanidad nunca antes se había presentado una situación como la que viven los humanos actualmente. Se habían presentado cuarentenas focalizadas, pero nunca generalizadas en todo el planeta. La pandemia generada por el coronavirus COVID19 es algo que necesariamente nos lleva a replantear nuestra forma de pensar y de actuar en esta, la primera guerra mundial del siglo XXI contra un enemigo "invisible".

¿Por qué sucedió esta pandemia?

Si nos atenemos a los comentarios que circulan por las redes sociales, la culpa fue de las grandes potencias como China o Estados Unidos; que fue un virus creado en laboratorio y liberado para ocasionar el mayor daño posible a nivel humano y económico. Los más religiosos incluso piensan que fue una plaga enviada por Dios para castigarnos por nuestros pecados.

Los científicos simplemente afirman que fue un virus que muto y seguirá mutando, al cual hasta el momento que escribo este artículo, no le han encontrado vacuna al Covid19 y a medida que se presenten nuevas mutaciones, necesariamente deberán encontrar nuevas vacunas, de ahí que, todos los científicos, unidos como nunca, estén intercambiando información con el fin de hallar la solución a  virus que no distinguen raza, credo, color o nivel socioeconómico.

¿Por qué sucedió esto? Nadie lo sabe a ciencia cierta, la realidad es que sucedió, así muchos lo hayan predicho con una exactitud escalofriante. Sí se sabía que algo así iba a suceder, ¿cómo es posible que no se hayan tomado las medidas necesarias con el fin de minimizar el impacto que está generando esta pandemia?

La respuesta es muy simple, se sabía que algo así podía llegar a suceder, lo que no se sabía era cuando. Los más optimistas veían el acontecimiento en un futuro muy lejano, tan lejano que ninguna nación, por poderosa que sea, estaba preparada para ello, de ahí que se estén presentando las dificultades que actualmente se están presentando.

Un refrán popular dice que “después de ojo sacado no vale Santa Lucia”. El virus llego y nos cogió a los humanos con los pantalones abajo. Miles o quizás millones de humanos morirán o moriremos antes que se desarrolle un antídoto. La pregunta que nos debemos hacer los que aún estamos en este plano de la existencia es…

¿Para qué ha servido y servirá la pandemia producida por el COVID19?

Indudablemente el primer beneficiado ha sido el planeta tierra, gracias a que más del 50% de los humanos, la plaga más mortífera que tiene, esta encerrada y ha podido respirar un poco mejor, ya que los niveles de contaminación en todas sus presentaciones han bajado considerablemente.

Los satélites nos muestran imágenes que desde hace mucho tiempo no veíamos y es que, de un color grisáceo, el planeta ha recuperado un poco su hermoso color azul. Las aguas de los ríos, de los mares y de los océanos han recuperado también un poco sus colores naturales y ni que hablar de lo felices que están las demás especies que viven dentro y fuera del agua.

Se comprueba entonces que, si los humanos desapareciéramos del planeta tierra, ésta volvería a ser un verdadero paraíso. Triste reconocerlo, pero así es. Los humanos nos hemos encargado de poner al planeta tierra y todo lo que en el existe en cuidados intensivos, de eso no cabe la menor duda.

De igual forma como ha pasado en todas las epidemias, catástrofes naturales y guerras que han ocurrido y ocurrirán, otra de las grandes beneficiadas ha sido la ciencia, ya que como dice el refrán, “La necesidad es la madre de todos los inventos”. Grandes adelantos científicos se han generado de cada situación, esperemos que de esta también se produzcan.

La pregunta es ¿Qué aprenderemos los humanos de esta pandemia? Es interesante ver casi desiertas las más grandes ciudades del planeta ya que, al igual que los animales en los zoológicos, los humanos estamos encerrados en nuestras casas, con la diferencia que los animales se suelen comportar mejor que los humanos, ya que la convivencia entre nosotros deja mucho que desear, pues según reportes de las autoridades en los diferentes países, los casos de violencia intrafamiliar son bastante preocupantes, al punto de no saber si el remedio (la cuarentena) es peor que la enfermedad (el virus).

Particularmente pienso que lo que debemos aprender del coronavirus COVID19 es humildad y que debemos ser humanos, tan solo humanos, seres vulnerables, seres que hacemos parte del rompecabezas del universo y que estamos en este planeta de paso, el cual para nosotros es una escuela en la cual aprobamos o reprobamos la tarea que debemos desempeñar. 

Aprender a ser agradecidos, no solo con nuestros semejantes sino con el planeta tierra y todo lo que contiene, a la cual debemos dejar en mejores condiciones que la encontramos. El virus nos está dando la oportunidad de reflexionar, de pensar, de mejorar. De nosotros depende si hemos captado el mensaje o si simplemente saldremos de la cuarentena más agresivos que antes, más prepotentes, más orgullosos, más vanidosos o si seguiremos contaminando el planeta al ritmo que lo venimos haciendo.

Como dicen los mensajes de la OMS, el vivir o el morir está literalmente en nuestras manos, lavándolas constantemente con agua y jabón, en protegernos los unos a los otros ya que mi salud depende de la salud del vecino.  Que si bien es cierto nuestras creencias políticas, económicas o religiosas son interesantes, no son relevantes ya que lo único importante es la vida y como la vivamos. 

Es necesario dejar de sobrevivir haciendo lo urgente y aprovechar los últimos segundos, minutos, horas, días, semanas, meses o años que nos quedan acatando al pie de la letra la regla de oro de no hacer lo que no quisiéramos que nos hicieran.

¡Animo pues amigo lector! Nada de nervios, lo invito a consolidar su familia, base de la sociedad. A respetar a todo y a todos y a replantearnos qué y quienes somos.



viernes, 3 de abril de 2020

Los pobres vergonzantes.

En mi ciudad Medellín, Colombia, existe una calle a la cual le dicen la calle del tuvo (de tener), que en realidad se llama Pasaje Peatonal La Bastilla y en ella hay varios bares, uno de los más famosos, es El Bar Ganadero, donde se reúnen personas, en su mayoría hombres, a tomarse un café, una cerveza o simplemente a hablar de las haciendas, de los edificios, de las fortunas que tuvieron, de lo famosos que fueron, etc. etc. etc. En su mayoría personas que se niegan a aceptar que ya no tienen nada, que esos años de bonanza y de riqueza ya pasaron, las cuales por alguna razón perdieron. Algunos incluso aun usan los viejos y desgastados vestidos que otrora los hicieron ver como personas exitosas.

Tristemente el dialogo siempre es el mismo, yo tuve tal cosa, yo tuve tal otra, yo hice aquello, yo fui lo otro. Muchos ni siguiera tienen dinero para tomarse un café o pagar el pasaje del autobús para regresar a su barrio, donde los “amigos” los miran con lastima y los familiares ya no son tan familiares. Son los pobres vergonzantes. Seres humanos con los cuales la diosa fortuna alguna vez estuvo y que luego los abandono a su suerte. Seres humanos que conservan su orgullo y que prefieren soportar necesidades de toda índole antes que pedir. Seres humanos que debido a su avanzada edad ya nadie los contrata o les brinda la oportunidad de realizar una labor que les permita sobrevivir y terminar sus días con dignidad y una mejor calidad de vida. Seres humanos que continúan aparentando lo que dejaron de ser hace ya mucho tiempo. Seres humanos que fueron exitosos, muchas veces terminan en los vicios, llegando hasta el suicidio. La diferencia entre un pordiosero y un pobre vergonzante es que al pordiosero no le da pena pedir y de hecho convierten esa labor en un lucrativo negocio. En cambio, el pobre vergonzante prefiere morir de hambre antes que pedir o cometer algún delito.

Lo más triste de todo es que, en los tiempos de “vacas gordas”, esas personas contaban con gran cantidad de “amigos” o mejor, compraban amigos, y familiares ni se diga, eran recibidos como verdaderos príncipes y las atenciones abundaban ya que siempre había un interés de por medio. En cambio, ahora, en épocas de “vacas flacas”, los que se consideraban amigos incondicionales, ya ni siquiera son amigos, es más, evitan a toda costa encuentros y cuando estos irremediablemente se presentan, disimulan con una sonrisa burlona y no ha de faltar el comentario bienintencionado” de que todo va a salir bien pero nunca hacen nada por ayudar. Lo más curioso del caso es que aun sabiendo que esa persona necesita ayuda con urgencia, se niegan a darla con la excusa que no le van a alcahuetear, y hasta llegan a decir que bien merecida tienen la situación que están viviendo.

Lo que no saben los que así piensan, es que en la vida lo único seguro es que no hay nada seguro. Que la salud, la fama, la fortuna o incluso el amor se pueden perder en cualquier momento y afortunadamente también se pueden recuperar como le paso al santo Job. Lo invito pues amable lector a reflexionar sobre mi artículo del día de hoy. A pensar quien puede ser ese pobre vergonzante al cual usted pueda ayudar sin necesidad que esa persona se lo pida. Comience por analizarse usted mismo, posiblemente sea usted un pobre vergonzante que le da pena pedir ayuda. Posiblemente sea usted tan pobre que lo único que tiene es dinero pero que en el fondo necesita más ayuda que los mismos pobres que no tienen el dinero que usted tiene. Si afortunadamente ese no es el caso observe a su alrededor, tal vez haya un familiar, un amigo o un vecino que necesita con urgencia de su ayuda y que está a punto de cometer alguna locura debido al desespero que produce no saber qué hacer o como alimentar a su familia.

Y a los pobres vergonzantes, a los que están pasando por una difícil situación ya sea económica, social, de salud, afectiva o espiritual o quizás todas las anteriores, quiero decirles que, por difícil que sea su situación, siempre es posible mejorar, siempre es posible salir del fondo del barril lleno de estiércol. No va a ser fácil, nada que valga la pena lo es. Posiblemente pasaran días, meses o incluso años, pero algo si es seguro. Como dice el refrán, “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Le sugiero analizar detenidamente su situación cualquiera sea, el primer paso es aceptarla y el segundo tomar la decisión de ponerse en acción para superarla. Recuerde que el mejor momento de un enfermo terminal es cuando entra en crisis, o se alivia o se muere y mientras haya vida, hay esperanza. Si usted aún no ha entrado en crisis, debe generarla. A veces es necesario darse contra el muro, tocar fondo. Si usted tuvo puede volver a tener porque ya sabe cómo hacerlo, es cuestión de insistir, persistir, resistir y NUNCA desistir.

Convierta su sueño de volver a triunfar en una pesadilla que no lo deje dormir hasta hacerlo realidad. Sé que puede hacerlo, se lo digo por experiencia. Una sugerencia final, acepte la ayuda que le quieran proporcionar, la cual muchas veces se niega a aceptar debido a un orgullo desmedido. Una cosa es fracasar, algo de lo cual nadie está libre y otra muy diferente ser un fracasado lamentándose el resto de la vida. Recuerde que los ángeles que papá Dios nos envía para ayudarnos se presentan en muchas formas, la clave está en creer en ellos.