jueves, 4 de junio de 2020

Vacunémonos



El año 2020 pasará a la historia como un año atípico en cuanto a salud pública y economía se refiere, ya que la pandemia del coronavirus COVID19, literalmente puso a los terrícolas en jaque. Un año en que no hay países del primer, segundo o tercer mundo, el mundo es un solo país que ha entrado en guerra contra un enemigo común e “invisible”.

Y es que durante la historia de la humanidad ha habido y lamentablemente habrá cualquier cantidad de guerras bélicas y ni que hablar de las guerras contra las bacterias y los virus, cuál de todos más perjudicial, desde los informáticos, hasta los biológicos, la mayoría de ellos, producto de una manipulación desafortunada de los recursos naturales o tecnológicos.

Los daños directos y colaterales que han producido estas guerras son desde todo punto de vista catastróficos. Como lo comentaba en un blog anterior, esas guerras han producido millones de víctimas humanas y ni que hablar de las pérdidas económicas.

A la fecha que escribo este blog, todas las noticias giran entorno la competencia desenfrenada de los países por encontrar la vacuna contra el virus de moda, el COVID19, ya que, como en toda competencia, el ganador, el que primero invente la vacuna y de los resultados esperados, no solo se ganará la admiración y respeto de todos los terrícolas, sino que muy probablemente el laboratorio que la genere se llevará un buen botín. La pregunta es, ¿será que con la invención de la vacuna contra este virus se acaban todos los males y podemos volver a la “normalidad”?

Por supuesto que no, el planeta seguirá girando y con él las dificultades a todo nivel. Particularmente pienso que contra lo que nos debemos vacunar es contra la corrupción que corrompe, que pudre, que descompone todo lo que toca, siendo éste quizás el principal flagelo de la humanidad, pues como lo decía el escritor, historiador, filósofo y abogado francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire: “Quien piensa que el dinero lo hace todo, está dispuesto a hacer todo por dinero” y vaya si se han hecho cualquier cantidad de estupideces por dinero, hasta el punto de ocultar maravillosos inventos que mejorarían sustancialmente la calidad de vida del planeta y por ende de los que lo habitamos, debido a intereses particulares.

Otra cosa contra la cual deberíamos vacunarnos es contra la indiferencia. Y es que el que está lleno, se olvida que muy cerca de él hay personas con hambre, tanto física y como espiritual, cuál de las dos más grave.

Que nos vacunáramos contra el egoísmo, ese amor excesivo e inmoderado que tenemos por nosotros mismos, donde primero soy yo, segundo yo, tercero yo, etc. etc. y poco o nada nos interesa lo que le pase al prójimo (al próximo).

Que nos vacunemos contra la violencia en todas sus manifestaciones, y es que no se sabe que ha sido más perjudicial, si el remedio (la cuarentena) o la enfermedad (el virus). Los reportes de violencia intrafamiliar, de suicidios, de asesinatos, en fin, de todo aquello que solo los humanos podemos hacer, está generando más muertes que el mismo virus.

Aunque pienso que lo mejor sería que nos vacunáramos contra nosotros mismos, ya que en nosotros residen la mayoría de las dificultades que tenemos pues, como dicen las sagradas escrituras “no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre” Mt.15:11 y ahí si no hay tapabocas que valga.

Lo invito pues amigo lector a reflexionar sobre, fuera de la vacuna contra el COVID19, qué tipo de vacuna necesita usted. Le cuento que la mayoría de las vacunas contra todas nuestras enfermedades físicas y mentales las tenemos nosotros, infortunadamente, nunca las utilizamos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario