miércoles, 9 de marzo de 2022

Solo se que no se nada.

 


Esta frase atribuida al filósofo griego Sócrates bien podría utilizarse en la post pandemia.

Antes de la pandemia, millones de personas en el mundo sabíamos que hacer, ya que por muchos años habíamos realizado una profesión u oficio.

Llego la pandemia y a millones de personas nos acogió literalmente con los pantalones abajo, muchos, como decimos en Colombia, nos toco apagar e irnos o sea cerrar nuestras empresas, cambiar de actividad o simplemente comenzar a pensar que hacer para seguir sobreviviendo, la mayoría de las veces, realizando labores para las cuales no estamos capacitados o tenemos experiencia, y, como el ave fénix, resurgir de nuestras cenizas. Es entonces cuando nos damos cuenta que, como dice la frase, lo que sabemos, de nada nos sirve. 

La pandemia ha generado cualquier cantidad de situaciones, desde las más dramáticas como haber establecido las tasas más altas de suicidios en el mundo, debido a la desesperación generada por la incertidumbre, hasta empresarios para los cuales fue lo mejor que les pudo haber pasado, ya que, vieron crecer sus fortunas en forma exponencial, como es el caso de las empresas dedicadas a la tecnología.  

En momentos en que escribo esta nota, se desata la guerra entre Rusia y Ucrania, la cual puede generar una situación a nivel mundial mucho más difícil que la que ocasionó la pandemia por el COVID-19.

Ambas situaciones, tanto la guerra contra el enemigo “invisible”  del virus del COVID y como la guerra generada por el presidente de Rusia, muy probablemente fueron intencionales, lo que demuestra que el ser humano es una de las especies que se auto destruye y que está en vía de extinción, con lo cual, queda descartado aquello que somos “homo sapiens” (hombre sabio) pues de sabios muy poco.

La pandemia ha matado más de seis millones de personas, por lo general, a más ancianos que a jóvenes, y a los ancianos que no ha matado, nos tiene padeciendo, ya sea por los normales acháquese de la edad o por el marginamiento y la indiferencia, no solo de nuestros “seres queridos”, sino del mundo laboral, para el cual, somos obsoletos, pues en un país como Colombia, cuando se superan los cuarenta años, es difícil ingresar al mercado laboral.

En cuanto a la guerra bélica, bueno, esas solo las ganan los que las financian, que por lo general, no son los que ponen los muertos.

Como lo escribí en mi libro “Vivos de Milagro”, ahora sí es cierto que lo estamos. Así es amigo lector que, nada de nervios y practiquemos lo que dice el escritor alemán Eckhart Tolle en su libro, “El Poder del Ahora”, vivamos y disfrutemos del presente porque el pasado ya pasó y el futuro es incierto.

Y que Dios nos coja confesados.

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