viernes, 25 de febrero de 2022

Cita Médica.

 

Por los altavoces de la sala de espera de la clínica, alguien dijo…

-              El señor Onofre Restrepo favor pasar al consultorio 18.

Me dirigí al consultorio y al ingresar salude…

-              Doctora buena tarde.

Sin ni siquiera mirarme por estar pendiente de la pantalla del computador, la joven médico dijo…

-              Cuénteme señor Restrepo a que se debe su consulta.

La joven no apartaba la mirada de la pantalla.

-              Doctora, vine para que por favor me lea unos los exámenes y a consultarle algo.

La joven continuaba mirando la pantalla de su computador, mientras digitaba algo en el teclado. Como sabía que solo disponía de 20 minutos comencé a cronometrar el tiempo.

-              Todos sus exámenes están relativamente buenos para su edad señor Restrepo – dijo la joven aun sin mirarme – venga le tomo la presión. Siéntese en esa camilla y súbase la manga de la camisa.

Seguí las instrucciones.

-              Su presión arterial está un poco alta – dijo la joven mientras tomaba asiento nuevamente frente a su computador.

-              Doctora, últimamente me está molestando un poco la espalda.

-              En la escala de 1 a 10 cómo calificaría el dolor – dijo sin mirarme.

-              En cinco doctora.

-              Eso debe ser un lumbago, le mandaré unas capsulas de ibuprofeno para cuando tenga mucho dolor.

Era obvio que para la doctora que me estaba atendiendo yo era uno de esos viejos hipertensos y prostáticos que solo le estaba quitando su valioso tiempo, además que no le permitía responder los mensajes que le llegaban constantemente a su celular.  La pregunta es ¿la doctora se daría cuenta que ante ella había un anciano que merecía su atención? No, por supuesto que no y ni culparla porque ella disponía de escasos veinte minutos para atender a cada paciente.

-              ¿Algo más señor Restrepo? – pregunto la doctora mientras continuaba concentrada en lo que estaba haciendo en el computador.

-              No doctora. Gracias.

-              Por favor cierre la puerta al salir y no olvide reclamar los medicamentos que le acabo de prescribir en la farmacia.

Y eso fue todo.

Tiempo total de la consulta, 11 minutos.

Es un hecho que el sistema de salud de mi amado país Colombia está colapsado, no solo por efectos de la pandemia, sino por la falta de personal médico, por lo tanto no podemos exigir a los profesionales de la salud que nos brinden un poco de atención cuando vamos a consulta.

Ahora bien, uno podría decir que eso solo se ve en los estratos bajos, pero tal cosa no es del todo cierta, la verdad es que es una situación a nivel general.

Sin embargo, toda regla tiene su excepción. Hace algún tiempo estuve en consulta médica y todo aparentemente estaba bien con mi salud ya que solo se trataba de chequeos de rutina. Al llegar a casa recibí una llamada que me dejo sorprendido y a la vez preocupado. Se estaban comunicando conmigo del consultorio del médico donde me acababan de atender para averiguar cómo me sentía, ni siquiera era para hacerme algún tipo de encuesta sobre la atención que había recibido. Solo querían saber cómo me sentía.

Fue tal mi sorpresa por esa llamada que le pregunte a la mujer que si podía hablar con el médico que me había atendido pues quería saber que era lo que realmente pasaba, ya que no era usual que me llamaran solo para saber cómo estaba.  Afortunadamente el médico me aclaro que era algo que él siempre hacia con sus pacientes. Desde ese día me convertí en uno de los pacientes más fieles de ese médico.

¿Sabía usted amable lector que muchas veces los pacientes van donde el medico solo para ser escuchados? Lo digo porque cuando mi madre aún estaba en este plano de la existencia, ya muy anciana, así no le aquejaran mucho sus normales achaques, iba donde un médico que la había atendido por muchos años y que obviamente sabía que mi madre era hipocondriaca.

Varias veces acompañe a mi madre donde ese médico, el cual siempre la recibía con una sonrisa y un suave apretón de manos. Curiosamente era poco lo que mi madre hablaban del motivo de la consulta pero si mucho de toda la cantidad de enfermedades y operaciones quirúrgicas que había tenido. Como siempre, el médico la escuchaba con mucha calma para finalmente decirle que no dejara de tomarse los medicamentos y  que no comiera mucho dulce, algo a lo que mi madre era adicta.

Es un hecho que los seres humanos somos sociales por naturaleza y que nos gusta sentirnos importantes, valorados y lo que es más importante, amados. Infortunadamente con esto de la tecnología, la mayoría de nuestros seres queridos prefieren dedicarle tiempo a sus juguetes electrónicos como el celular, la televisión, etc., que a las personas que decimos amar. ¿El resultado? Una sociedad cada vez más independiente, más solitaria, más abandonada a su suerte.

Millones de personas en el mundo están solas rodeadas de mucha gente, sobre todo de los “seres queridos”, aquellos que dicen ser nuestros familiares y amigos pero que a la hora de la verdad suelen ser más extraños que los extraños.

El activo más valioso que tenemos se llama tiempo y sin temor a equivocarme, pienso que es uno de los regalos más importantes que se pueden dar.

Y usted amable lector ¿Cuánto tiempo comparte con sus “seres queridos”?     

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