martes, 13 de septiembre de 2022

El que este libre de pecado, que tire la primera piedra.



Aunque el título de mi blog de hoy hace referencia a cita bíblica en Juan 8:1-11, no me quiero referir a ella en particular.

Pocas veces uno de mis blogs había generado tal cantidad de mensajes y de reenvío en las redes sociales. El artículo publicado con el título “Las palabras que no van seguidas de los hechos, no valen para nada”, frase atribuida al político ateniense Demóstenes”, genero una gran cantidad de comentarios, algunos un poco fuertes, otros, enviados por personas de mi círculo social cercano o que me conocen personalmente, solicitando una explicación, pues por alguna razón se sentían aludidos y pensaban que el articulo iba dirigido a ellos, cosa desde todo punto de vista ilógico ya que periódicamente público un blog que es seguido por muchas personas, la mayoría de las cuales me siguen desde hace varios años y, como todo escritor, tengo mis críticos, mis detractores, contradictores y afortunadamente también simpatizantes, los cuales afortunadamente son la gran mayoría.

Aunque a muchos de mis conocidos les di una explicación oportuna, no todos ellos la aceptaron de buena gana y continuaron sintiéndose aludidos o que había escrito el artículo pensando en ellos, los cuales, según ellos, me habían hecho promesas pero que, por algún motivo aun no habían podido cumplir y otros porque simplemente no quisieron hacerlo.

Para todos mis lectores solo tengo palabras de agradecimiento por tener la paciencia de leer mis escritos. No recuerdo quien dijo que “si uno no tenía enemigos o contradictores era porque nunca había hecho nada grande”, por lo tanto, debo darme por bien servido por tener personas que están en desacuerdo con lo que digo y hago, posición que debo ante todo respetar, porque si algo aún tenemos en Colombia, es libertad de expresión. Así es que nada de nervios. Todas sus críticas han sido recibidas con la mejor actitud.

La pregunta es ¿existirá una persona que siempre y a todo costo haya cumplido todas sus promesas? En lo que a mí respecta, no conozco ninguna, por lo tanto, como decía el maestro Jesucristo, “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”. La mayoría de los humanos, yo el primero, ha incumplido sus promesas o ha dejado de pagar deudas ya sea por “olvido” o porque físicamente le fue imposible hacerlo.

Y es que, ¿que sería del mundo occidental, en su mayoría cristiano, si tan solo cumpliéramos y practicáramos el mandamiento que el gran maestro Jesucristo nos dejó, de amarnos los unos a los otros y al prójimo como a nosotros mismos y que prometimos cumplir? Si no cumplimos las promesas hechas a nuestro Dios, difícilmente vamos a cumplir las promesas hechas a nuestros semejantes.

A mí, por ejemplo, si todos los que han prometido ayudarme lo hubieran hecho, otro sería mi presente. Es un hecho que en la vida debemos esperar lo mejor o sea esperar que nos cumplan las promesas que nos hacen, pero estar preparados para lo peor o sea que nos incumplan. Muchas expectativas se generan ante una promesa de ayuda y muchos sueños se ven truncados cuando nos damos cuenta que lo prometido se debió a un momento de efervescencia y calor o por quedar bien, comprobando una vez más que del dicho al hecho hay mucho trecho.

Lo invito pues amable lector - en caso que aun continúe leyendo el presente artículo - que reflexione cuál es su modus operandi, ¿Es usted de las personas que genera falsas expectativas mediante promesas que dista mucho de cumplir? O es de las personas que habla poco pero hace mucho, si es de estos últimos, felicitaciones, si es de los primeros, le sugiero que practique el proverbio que dice “Si has de ser sincero, sé encantadoramente sincero”. Es mejor ruborizarse por un momento por decir la verdad y no prometer nada, que no pálido toda la vida haciendo promesas que difícilmente se van a cumplir. Tarde que temprano esas personas que incumplen sus promesas generan incredulidad, escepticismo, desconfianza y acaban terminando solos, aislados, sin familia, sin amigos, siendo estos los principales tesoros que tenemos.


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