lunes, 14 de diciembre de 2020

Si deseas justicia, se justo


Qué difícil es la empatía, el ponernos en el lugar del otro. Lo más fácil es criticar o juzgar a nuestros semejantes pero pocas veces nos ponemos a pensar y analizar porque piensan y actúan de determinada forma. En nuestros hogares, en el lugar de trabajo, en donde estemos, por lo general estamos criticando la forma como los demás hacen las cosas. Queremos que todos piensen y actúen como nosotros lo hacemos, independientemente si lo que estamos haciendo es bueno o malo. Queremos que los demás sean fiel copia nuestra, tal vez pensando que así podemos ejercer un mayor control sobre los demás.


Alguna vez le escuche a un famoso conferenciante que “el salario mínimo representaba el mínimo esfuerzo”. Respeto esa opinión pero no la comparto, ya que muchas personas realizan extenuantes labores y sin embargo no son retribuidas como merecen, y a veces, fuera de tener que realizar su labor, deben soportar los malos tratos o el asedio de sus jefes. Nada hay más deprimente que ver a un acaudalado empresario que goza de todos los lujos y comodidades que da el dinero pero que trata a sus empleados como esclavos desconociendo que son ellos los que lo han llevado a conseguir su fortuna. 

Uno de los factores que más causa pérdidas en las empresas es la alta rotación de personal. Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas no se van de sus empleos, se van de sus jefes.

Recientemente un amigo me comento una situación. En el conjunto residencial donde él vive uno de los empleados renunció porque en otra empresa le pagaban un poco más que en la que estaba laborando. Analizada la situación se llegó a la conclusión que salía más barato subirle el sueldo y mejorarle las condiciones laborales a ese empleado que contratar uno nuevo ya que el proceso de capacitación y entrenamiento de una nueva persona es mucho más costoso. Eso sin tener en cuenta que el empleado llevaba varios años laborando en la empresa, realizaba una excelente labor, era una persona honrada y de absoluta confianza, algo difícil de encontrar en esta época. 

O cambiamos o nos cambian, por otro o por otra y por lo general siempre gana el mejor postor, el que mejores condiciones ofrezca. Es importante entonces evaluar el costo beneficio. Es necesario analizar detenidamente a que se debe la alta rotación de personal en nuestras empresas, la deserción escolar en nuestras academias, los divorcios, las migraciones, etc. etc. 

Si bien es cierto la retribución económica por la labor que realizamos es de vital importancia y de hecho por eso la hacemos, también es cierto que las condiciones laborales son de suma importancia y se cambia de hogar, de empresa, de ciudad o de país buscando precisamente mejores oportunidades, mejor calidad de vida. No en vano las grandes multinacionales están invirtiendo fuertes cantidades de dinero en hacer la vida laboral de sus empleados más llevadera. Reconocen que invertir en su gente es un excelente negocio. 

La pregunta es ¿Cuánto está invirtiendo usted en su gente? Recuerde que capacitar al personal puede ser costoso, no hacerlo es más costoso aún, es una de las principales causas de la quiebra de las empresas. De igual forma pienso que, cuando se paga el mínimo, se obtiene el mínimo esfuerzo ya que cuando se contrata a una persona no solo se contratan dos brazos sino que esos brazos están acompañados de una mente que puede generar mucho más dinero que esos brazos, si se tienen en cuenta las ideas que produce.

Alguien decía que se ha sacado más oro de la mente humana que de la misma tierra. Y es que cuando se paga con cacahuetes, son los monos los que trabajan. Las preguntas son: ¿El salario que usted paga es coherente con las exigencias laborales? ¿Lo que usted le esta exigiendo a su ser querido, está plenamente justificado? Recuerde que el inconformismo laboral o familiar es una bomba de tiempo que tarde que temprano explotara y lo hará en el momento más inoportuno.  

¿Cuántas veces los empresarios buscan fuera de sus empresas lo que tienen dentro? Personas que conocen las fortalezas y debilidades de la empresa y que saben exactamente qué hacer para superarlas pero que no son tenidas en cuenta ya sea porque no tienen la preparación académica, porque son muy jóvenes, porque son muy viejas o porque simplemente no tienen “el perfil” que se busca. 

Un caso similar se presenta en muchos países con la llamada fuga de cerebros. Científicos a los cuales no estimulan para realizar sus investigaciones y prefieren marcharse a otros países donde si son valorados y tenidos en cuenta. Ejemplos, los que usted quiera. Las grandes potencias les deben mucha parte de sus triunfos financieros y tecnológicos a personas que han venido de otros países. De igual forma sucede en nuestro entorno familiar y empresarial. Dejamos ir a nuestros “seres queridos” o a nuestros empleados por no dar el brazo a torcer, por no dialogar, por no negociar, por no ceder.
Vale la pena recordar la frase del director técnico de futbol Francisco Maturana cuando decía que “perder es ganar”. Posiblemente ese aumento de sueldo afecte el presupuesto de la empresa, pero le aseguro que lo que se gasta en capacitar a una nueva persona, tarde que temprano se verá reflejado en los estados financieros de la empresa porque muchas veces pasa que el nuevo empleado no se adapta a la empresa o la empresa a él y se debe comenzar otra vez en la búsqueda de la persona adecuada. 

Lo(a) invito pues a reflexionar un poco sobre mi blog. A pensar porque ese ser querido o empleado esta aburrido con usted y que le están ofreciendo en otra parte. A pensar lo que dice la canción “mama ¿qué será lo que quiere el negro?”. Se sorprenderá que muchas veces no es lo que usted piensa.





martes, 17 de noviembre de 2020

Insistir, persistir, resistir y NUNCA desistir


Se dice que quien nunca ha “fracasado” es porque nunca ha intentado hacer nada. Sin embargo muchos de los que han “fracasado”, que se han dado contra el muro, que han quedado con una mano atrás y otra adelante, muchas veces sucumben a esa terrible experiencia y toman decisiones tan drásticas como terminar con su vida, otros simplemente se hunden en sus recuerdos cuando eran prósperos y tenían todo lo que el dinero puede dar y se convierten en pobres vergonzantes, en drogadictos, alcohólicos o haciendo de su vida, la de su familia y amigos, un completo caos.

Millones de personas en la historia de la humanidad han pasado por situaciones personales y sociales que no quisieran volver a repetir, sin embargo, debido a lo que escribía en un blog anterior de que “estamos biencapacitados pero mal educados”, será una historia que se continuará repitiendo por cientos y quizás por miles de años hasta que nos demos cuenta que la violencia en todas sus manifestaciones, es un mal negocio y que puede llevar al exterminio de la misma raza humana. Es que la frase aquella que dice que “quien no conoce la historia está dispuesto a repetirla” no es del todo cierta, ya que conocemos la historia y continuamos repitiéndola una y otra vez, para la muestra, un botón, las guerras que buscan la paz - nada más contradictorio - cuando en realidad lo que buscan es demostrar el poder en todas sus manifestaciones.

En este blog no quiero hablar de esas tristes y decadentes formas de pensar de una minoría que convierte la vida de la mayoría en un verdadero infierno, al punto de poner en serio peligro la estabilidad de nuestra casa, el planeta tierra.  Hoy quiero escribir, basado en mi experiencia personal  de haber “fracasado” en la salud, el dinero, el amor o la espiritualidad y en lo interesante que es convertir nuestros “fracasos” en extraordinarias experiencias de vida. Se preguntará usted amable lector por qué escribo fracaso entre comillas. Por la sencilla razón que pienso que no existen los fracasos, existen experiencias, exámenes que la vida nos hace, muchos de las cuales no ganamos y debemos repetir una y otra vez la lección hasta aprenderla, la mayoría de las veces a la fuerza.

Para un enfermo existe un momento decisivo en la difícil situación que vive y es cuando entra en crisis; o se alivia o se muere. De igual forma, cuando en nuestra vida se generan esas crisis que pensamos no vamos a poder superar, es quizás el mejor momento que podemos vivir ya que las crisis si no se dan por si solas, necesariamente hay que propiciarlas pues  muchas veces pensamos que todo está bien, cuando en realidad nuestra vida se asemeja a una bomba de tiempo que puede explotar en cualquier momento generando infelicidad,  destrucción y muerte.

Es necesario entonces hacer un alto en el camino y evaluar si lo que estamos haciendo realmente nos produce felicidad o solo lo hacemos por aparentar algo que no somos o porque nos hemos conformado con lo poco o lo mucho que tenemos. 

Si la conclusión a tu reflexión es que realmente eres feliz en todo el sentido de la palabra, ¡excelente! Si por el contrario te das cuenta que estas viviendo una vida que no es la quieres vivir, es el momento de cambiar de estrategia, pues como decía el científico Albert Einstein, “es de tontos esperar resultados diferentes y continuar haciendo lo mismo”.

Le invito pues a tomar la decisión y ponerse en acción, si realmente quiere lograr el objetivo principal de todo ser humano que es ser feliz. Le anticipo que no será una tarea fácil, nada que valga la pena lo es. Sin embargo si insiste, persiste, resiste y NUNCA desiste hasta hacer realidad sus sueños y despertar de una vez por todas de sus pesadillas, se que lo va a lograr.  Un proverbio oriental afirma que “para dar una larga caminada, hay que comenzar con el primer paso” y ese trascendental paso que usted debe dar es saber dónde está y dónde quiere llegar, porque "el que no sabe para donde va, ya llego".


viernes, 30 de octubre de 2020

Matando la serpiente por la cola.

Diariamente vemos y escuchamos en todos los medios de comunicación lo que los humanos hacemos para autodestruirnos, poniendo en riesgo al planeta entero y todo lo que en él existe.

Curiosamente sabemos cómo contrarrestar esa situación, pero ni nuestros antepasados hicieron nada y tampoco nosotros lo estamos haciendo. Es como si los pronósticos realizados por los científicos sobre el calentamiento global debido a la contaminación y a todas las demás plagas que afectan a los que vivimos en esta nave espacial llamada tierra, fueran mentiras.

Los “homo sapiens” (hombre sabio), supuestamente los seres más inteligentes que existen en el planeta; que deberíamos ser los guardianes, protectores y cuidadores de nuestra casa el planeta tierra, no lo hacemos. El futuro entonces es incierto, ya que por muchas leyes que se creen, es seguir matando la serpiente por la cola.

¿Cuál es la solución entonces a todos los males que aquejan a la humanidad y por ende al planeta tierra? Solo hay una, educar y capacitar a las futuras generaciones en torno al respeto a todo y a todos. Mientras no nos respetemos a nosotros mismos y a todo lo que nos rodea, todo seguirá igual. Una frase atribuida al científico Albert Einstein dice que “Es de tontos esperar resultados diferentes y seguir haciendo lo mismo”.

Si REALMENTE queremos que el futuro sea diferente, necesariamente debemos comenzar por aceptar que las anteriores, la actual y las próximas generaciones están seriamente contaminadas por la violencia en todas sus manifestaciones, a la cual tristemente nos hemos acostumbrado tanto, que la consideramos como algo normal. 
 
Hasta que no aceptemos esa realidad, difícilmente vamos a cambiar nuestra forma de pensar y de actuar. Es necesario que aceptemos que estamos enfermos, que somos adictos a la violencia y que muy probablemente alguna parte de nuestro ADN está dañado, ya que no es normal que pensemos y actuemos de una forma tan irracional. Claro que mientras pensemos que el dinero lo hace todo, haremos todo por dinero. 

Tan pronto aceptemos esa triste realidad, se comenzará a gestar un cambio que puede tardar tanto como lo que lleva la raza humana en este planeta. Acelerar ese proceso de cambio depende de nosotros, de tomar conciencia que el futuro depende solo de nosotros y que por lo tanto es indispensable cambiar los sistemas educativos que existen actualmente, ya que está comprobado que no funcionan, pues las cárceles del planeta están llenas de personas que mínimo saben leer y escribir y un gran porcentaje de ellas han cursado estudios superiores y ni que hablar de los delincuentes y criminales de cuello blanco que gracias a sus conocimientos y fortunas evaden una justicia tan corrupta como ellos mismos.

Sin temor a equivocarme, creo firmemente que mientras no eduquemos a las próximas generaciones (si es que las hay) en principios y valores, el futuro de la humanidad, del planeta tierra y de los que lleguemos a colonizar, es bastante incierto.



martes, 28 de julio de 2020

El Elegido, entre la ficción y la realidad.



“Si fuéramos los únicos en el universo, sería un gran desperdicio de espacio” Carl Sagan (1934-1996) Científico estadounidense. 


¿Qué pasaría si los humanos terrícolas comprobáramos que los verdaderos extraterrestres somos nosotros? ¿Qué no somos producto de la evolución de las especies? ¿Qué somos una colonia de humanos que llegaron a este planeta hace millones de años? La evidencia es tan contundente que es imposible ignorarla. Todos los libros sagrados, todas las culturas, todas las civilizaciones han dejado dibujos, escritos y monumentos que así lo confirman. Sin embargo, por alguna razón, seguimos negando tales pruebas. miles de libros se han escrito, muchas películas se han filmado, cientos de investigaciones se han hecho y ni que hablar sobre las inversiones que se hacen buscando establecer contacto con seres de otros planetas.

De la ficción a la realidad, hay solo un paso, y los que nos atrevemos a darlo, nos llaman locos, soñadores, encantadores de serpientes o en el peor de los casos, somos aislados o vistos como seres extraños de los cuales hay que poner distancia de por medio.  Pienso que los verdaderos extraterrestres somos los que habitamos este hermoso planeta llamado tierra. Los que escribimos sobre el tema, hemos reconocido que no estamos solos en el universo.

Una frase atribuida al físico alemán Albert Einstein dice que: “hay dos cosas infinitas en el universo: El universo y la estupidez humana y del universo no estoy seguro”. ¡Cuánta razón tenía el científico! Es estúpido pensar que estamos solos en el universo o que evolucionamos de los primates, ¡qué pena de ellos!, ya que hasta el momento no se sabe que ellos hayan hecho las barbaridades que nosotros los humanos hacemos. Eso que somos una raza superior, no lo creemos ni nosotros mismos. Con el respeto que merecen mis semejantes, pienso que somos la plaga más mortífera y destructora que habita el planeta tierra. Para la muestra un botón. Si los humanos terrícolas desapareciéramos de la tierra, ésta, rápidamente restauraría su equilibrio. Y si fueran los insectos los que desaparecieran, como por ejemplo las abejas,  consideradas menos inteligentes que nosotros, el planeta se vería en serias dificultades.

Los mensajes que nuestros hermanos del espacio exterior nos han dejado, nos dejan y nos dejarán de su existencia, han sido tan contundentes, que debido a que lo son, nos negamos a aceptarlos, ya que eso equivaldría a reconocer que no somos la forma de vida más “inteligente” que existe, que no somos homo sapiens (hombre sabio), ya que de inteligentes y sabios, muy poco. Afortunadamente para nosotros, los humanos terrícolas, tenemos esperanza que algún día salgamos de la oscuridad de nuestra ignorancia y comencemos a ver la luz al final del túnel o sea, la luz de la sabiduría. Tenemos a nuestro favor a la energía creadora y conservadora del universo a la cual llamamos Dios, a la que le hemos dado cualquier cantidad de nombres, la cual, lo más probable, es que siga confiando en que algún día los humanos terrícolas reaccionemos y al igual que en la parábola del hijo prodigo, dejemos de comer con los cerdos y vayamos a disfrutar con ella, de su sabiduría y de su inmenso amor.

Obviamente como en todo, todo parte de una decisión llevada a la acción. La pregunta es ¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que continuar destruyendo el escaso cuarto de ambiente que nos queda, dentro del cual estamos los humanos terrícolas, es una pésima costumbre?

Esta es una novela donde la ficción y la realidad se mezclan para dar origen a una aventura que nos llevara a interactuar con seres y sitios imaginarios, producto de la mente de un idealista que piensa que, en toda fantasía se esconde una gran realidad, una gran verdad. Una aventura para la cual usted y yo fuimos elegidos para comenzar a realizar los cambios necesarios para generar un movimiento que trascienda las fronteras de lo posible y juntos logremos realizar lo que para muchos es imposible.

Así es que ¡nada de nervios! Un libro más que se escriba sobre el tema no va a cambiar la historia de la humanidad, aunque probablemente sí cambiará en algo la percepción que tenemos de nosotros mismos, ya que, cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo.

Saber qué somos y quiénes somos, hace que nos demos cuenta que todos los humanos, sin excepción, somos seres especiales, como lo es todo lo que existe en el universo o mejor, en los universos. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir, la cual no siempre trasciende o la consideramos importante, sin embargo, todo lo que existe en el universo es una pieza fundamental de su gigantesco e intrincado engranaje. Cada ser humano, cada cosa, cada especie que existe en el infinito universo es importante y todo lo que altere su correcto funcionamiento, alterará el equilibrio en algún lado, ocasionando serias dificultades.

Nuestra casa, el planeta tierra, aun siendo una microscópica partícula de polvo en comparación con la grandeza del universo, es importante, es la casa de una gran cantidad de especies, de seres vivos, y de otros que consideramos inertes pero que posiblemente son los más vivos de todos, solo que vibran y se mueven con una intensidad diferente a la nuestra y no percibimos a simple vista sus movimientos, los cuales pueden tardar millones de años en darse. Todo lo que existe en el universo tiene vida propia, infinitas formas de vida, muchas de las cuales están en dimensiones diferentes y no porque no podamos verlas o percibirlas podemos afirmar que no existen, lo más probable es que nosotros, seres tridimensionales, tampoco existamos para seres que están en otras dimensiones.

El universo es un enigma que difícilmente los humanos llegaremos a descifrar, dimensionar y mucho menos conocer. Algo similar pasa con nuestra mente, la cual se asimila al infinito universo, un universo en constante expansión dada su plasticidad y, por ende, cada vez más grande, más difícil de conocer, de comprender, de aprovechar todo su potencial, ya que, entre más la estudiemos, más grande será, dándonos cuenta que, como decía el filósofo Sócrates “solo sabemos que nada sabemos”.

El estudio de la mente humana es comparado con el estudio del universo, entre más se profundiza en su conocimiento, más grande e indescifrable es. Alguna vez alguien dijo que “quien domina la mente lo domina todo”, la pregunta es ¿llegará el día en que el ser humano domine la mente? Me atrevería a decir que no. Que siempre habrá algo por estudiar, por aprender, por descifrar, por analizar. Una investigación que no tiene fin, como infinito es el universo.

Usted y yo, tendremos la oportunidad de hacer un viaje imaginario para conocer otros mundos, otras civilizaciones supremamente avanzadas. Tendremos la oportunidad de conocer a nuestros  hermanos mayores, a nuestros antepasados, a esos seres que durante miles de años los terrícolas hemos considerado dioses pero que son tan humanos como nosotros. 

Extraterrestres a los cuales infortunadamente siempre hemos imaginado como seres monstruosos que vienen a atacarnos o a destruirnos en sus poderosas naves, tal y como los recrean los cineastas en sus películas, con las cuales, los que más se divierten son ellos mismos. Como dice el refrán “el ladrón juzga por su condición”. Es muy probable que siendo los terrícolas seres belicosos, pensemos que nuestros hermanos extraterrestres también lo son. Durante esta aventura que usted y yo iniciaremos, comprobaremos que eso dista mucho de la realidad, ya que, a medida que vayamos interactuando con ellos, nos daremos cuenta que son al extremo pacíficos y que lo que siempre han querido es ayudarnos a superar nuestras dificultades.

Los humanos terrícolas somos una colonia descendiente de una civilización de humanos supremamente avanzados pero que, debido a la gran catástrofe que le ocurrió al planeta tierra hace millones de años terrestres, la cual genero radiaciones nucleares que efectuaron grandes cambios y mutaciones en todo lo que existía en el planeta, incluidos los humanos.

Y es que, si los humanos terrícolas fuéramos descendientes de los primates como lo afirma la teoría de la evolución de las especies emitida por el naturista inglés Charles Robert Darwin, mucha vergüenza nos debería dar de ellos, ya que algo sí es seguro, y es que esa especie animal no tendría el planeta en tan lamentables condiciones como lo tenemos nosotros. Permitamos entonces que los que aun piensan que descendemos del mono lo sigan pensando, ya que la verdad tarde que temprano saldrá a flote. Entre otras cosas, la verdad de nuestra existencia siempre ha estado ahí, frente a nosotros ya que nuestros hermanos mayores han dejado vestigios de que han estado con nosotros desde siempre. El problema consiste en que aún muchos piensan que somos los únicos seres “inteligentes” en el universo y ahí si es muy difícil, porque como dice el refrán “no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír”.

Por mucho que las pruebas nos demuestren que no estamos solos en el universo, si no se quiere aceptar esa realidad, continuaremos pensando que somos la especie más evolucionada. Por lo que a mí respecta, quiero invitarlo amable lector a vivir una aventura que sabemos dónde y cómo comienza, pero lo que no sabemos es como termina, cual será nuestra forma de pensar y de actuar cuando la terminemos, si es que la terminamos. Además, como decía el escritor romano Petronio “El mundo quiere ser engañado, entonces engañémoslo”. 

Le recuerdo amable lector que esta es una aventura imaginaria donde se dicen verdades que han sido catalogada como grandes mentiras. Lo curioso es que, a veces, no hay mejor mentira que decir la verdad y que una mentira sostenida durante mucho tiempo, se convierte en una gran verdad. 

Algo si es seguro, y es que, después de leer las 1038 paginas, no volverás a ser la misma persona.

Adquiérela ahora mismo en formato digital en: www.amazon.com

Adquiere a domicilio cada uno de los libros de la saga "El Elegido" en formato impreso en: https://www.autoreseditores.com/onofre



miércoles, 1 de julio de 2020

Nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.

Una frase de cajón que hemos oído desde siempre pero que no hemos escuchado ya que pocas veces la tenemos en cuenta. Haré entonces un superficial recorrido por la pirámide de Maslow.

¿Qué es lo primero que hacemos cuando salimos del vientre de nuestra madre? Respirar ¿verdad? Lo curioso es que muchos aprendemos cualquier cantidad de cosas durante la vida, pero a muy pocos nos enseñan a respirar y  apreciamos el aire puro cuando difícilmente podemos respirar debido a la contaminación en todas sus presentaciones provocadas por nosotros mismos. Y es que como decía el sabio Voltaire “Quien piensa que el dinero lo hace todo, termina haciendo todo por dinero”. Literalmente estamos destruyendo el escaso cuarto del medio ambiente que nos queda por dinero. ¿Será que cuando terminemos con los recursos naturales podremos comer y beber dinero?

Un refrán dice que cuando estamos llenos, no pensamos en el hambre que tienen nuestros semejantes. En el llamado siglo de la tecnología, millones de seres humanos mueren literalmente de hambre. Lo curioso es que más del 50% de los alimentos que se producen en el planeta, se desperdician y toneladas de los que son donados, no llegan a los que los necesitan debido que los “adalides de la paz”, que luchan por los más pobres y necesitados, prefieren destruirlos o dejarlos perder.

Estamos tan concentrados sobreviviendo, haciendo lo urgente, realizando labores que distan mucho de agradarnos, que dejamos de vivir haciendo lo importante y lo que nos agrada y ser felices. Hacemos lo del talador de árboles que olvidaba afilar el hacha porque no disponía de tiempo para hacerlo. Igualmente consideramos el descanso como un lujo que no nos podemos dar, generando niveles de estrés que provocan enfermedades de todo tipo como por ejemplo la depresión, causante de la mayor cantidad de muertes y de suicidios en el planeta.

Del sexo ni hablemos, decimos que hacemos el amor, pero lo que realmente tenemos es relaciones sexuales donde el amor brilla por su ausencia. Y es que es prácticamente imposible hacer el amor porque el amor es un sentimiento, una fuerza tan grande, que difícilmente dimensionamos. Una cosa es tener sexo y otra muy diferente es tener sexo con el ser que REALMENTE se ama y se respeta. Claro que si para nosotros es más importante chatear en el celular que prestarle atención a nuestra pareja o a la persona que está frente a nosotros…

Es un hecho que lo único seguro es que no hay nada seguro, todo está en constante cambio y si no nos adaptamos al cambio y nos descuidamos, nos cambian. La tecnología por ejemplo pone en riesgo cada vez más la estabilidad laboral; millones de empleos se pierden y se perderán porque somos reemplazados por robots con “inteligencia artificial”. Es entonces cuando se debe analizar mejor eso del “homo sapiens” (hombre sabio). ¿realmente si somos tan sabios? El matarnos entre nosotros mismos y poner en serio riesgo la estabilidad del planeta, pone en tela de juicio eso de “hombre sabio”.

En mi libro “La piedra angular” afirmo que es el respeto a todo y a todos, comenzando con el respeto hacia nosotros mismos. Gastamos millones de dolores, perdón, de dólares, construyendo gigantescos templos, mezquitas, estadios, etc. para adorar a nuestros dioses, a los cuales les hacemos cualquier cantidad de promesas, ofrendas, peregrinaciones, sacrificios, etc. Pero no respetamos su verdadero templo, nuestro cuerpo, al cual le hacemos cualquier cantidad de sacrilegios con nuestras extrañas formas de comportarnos y pensar. Claro que como por lo general buscamos a Dios fuera de nosotros ¿Qué más se puede esperar?

Se dice que “el que encuentra a un amigo, encuentra un tesoro” el problema es que, como decía en un blog anterior, debemos seleccionar muy bien a nuestros amigos, ya que hay unos que aparentan serlo, convirtiéndose en relaciones toxicas, que, en vez de edificarnos, nos utilizan, nos menosprecian, y están con nosotros por conveniencia. Un verdadero amigo es aquel que esta con nosotros en las buenas y en las malas y que nos aprecia a pesar de lo que somos. La autorrealización entonces a la que se refiere el señor Maslow y que está en la cúspide de su pirámide de las necesidades, es cuando alcanzamos la felicidad y al serlo, somos creativos, espontáneos, dinámicos y cuando logramos eso, entonces si somos “hombres sabios”.

La pregunta entonces amable lector es ¿Se considera usted un “Homo Sapiens”?

Definición de sabiduría según la RAE: Facultad de las personas para actuar con sensatez, prudencia o acierto.



martes, 23 de junio de 2020

Fortaleciendo nuestros valores.

Columnista invitado: Miguel Ángel Cornejo

Cuantas veces nos enamoramos de ideas, es más, nos convertimos en difusores apasionados y se nos reconoce como apóstoles a de alguna propuesta determinada, sin embargo, no somos capaces de llevarlas a la práctica y así hay quien promueve la paz pero no es capaz de consolidarla ni siquiera en el seno de su propia familia, demandamos la democracia, pero no somos capaces de ejercerla con nuestros hijos, exigimos honestidad y somos incluso capaces de autoengañarnos, la lealtad para muchos es parte nuclear de su discurso y en la primera oportunidad traicionan y engañan a sus mejores amigos. Los ideales los planteamos en un nivel tan elevado y utópico que no nos atrevemos a comprometernos en la cotidianidad con ellos, hablamos con tal autoridad que exigimos el compromiso de todo aquel que nos escucha pero no somos capaces de aterrizarlos en nuestro quehacer diario.

La autenticidad consiste en ser fieles con nosotros mismos y si nos atrevemos a incursionar en el mundo de los idealistas debemos estar dispuestos a vivir de acuerdo a nuestra propuesta. No sería coherente un Gandhi con sirvientes a su alrededor o un Luther King despreciando a un ser de diferente color. Los líderes de excelencia se han atrevido a ser coherentes, son los primeros practicantes de sus mensajes, en la profundidad de sus almas se han autocomprometido y si ha sido necesario han entregado su vida como testimonios fieles de sus ideales. No se atrevieron a traicionar al ser más importante, ellos mismos. 

Secreto de los líderes de todos los tiempos el practicar en su cotidianidad su ideología, conocedores que es la forma efectiva de conocer y enamorar seguidores para su causa, su existencia y estilo de vida, sellan para siempre la grandeza de sus palabras. Sus palabras y hechos se unen en un círculo infinito que marca para siempre su obra. Los maestros auténticos se han dado a la tarea de alentar a sus alumnos en la búsqueda de una misión en base a valores dando prioridad al bien como valor supremo, dándole sentido a su existencia, un porque vivir, animándolos a vivir intensamente en sus acciones cotidianas. Les despiertan la necesidad de trascender, de participar activamente en la creación de Dios como arquitectos de un mundo mejor promoviendo la prosperidad, la paz y la felicidad. A que sean auténticos y su vida sea testimonio para las siguientes generaciones, les dan lo más valioso para vivir, una misión histórica, la posibilidad inmensa de trascender. 

Estos son los idealistas que han hecho de la educación una obra magistral, son las manos de Dios.

Miguel Angel Cornejo.

jueves, 4 de junio de 2020

Vacunémonos



El año 2020 pasará a la historia como un año atípico en cuanto a salud pública y economía se refiere, ya que la pandemia del coronavirus COVID19, literalmente puso a los terrícolas en jaque. Un año en que no hay países del primer, segundo o tercer mundo, el mundo es un solo país que ha entrado en guerra contra un enemigo común e “invisible”.

Y es que durante la historia de la humanidad ha habido y lamentablemente habrá cualquier cantidad de guerras bélicas y ni que hablar de las guerras contra las bacterias y los virus, cuál de todos más perjudicial, desde los informáticos, hasta los biológicos, la mayoría de ellos, producto de una manipulación desafortunada de los recursos naturales o tecnológicos.

Los daños directos y colaterales que han producido estas guerras son desde todo punto de vista catastróficos. Como lo comentaba en un blog anterior, esas guerras han producido millones de víctimas humanas y ni que hablar de las pérdidas económicas.

A la fecha que escribo este blog, todas las noticias giran entorno la competencia desenfrenada de los países por encontrar la vacuna contra el virus de moda, el COVID19, ya que, como en toda competencia, el ganador, el que primero invente la vacuna y de los resultados esperados, no solo se ganará la admiración y respeto de todos los terrícolas, sino que muy probablemente el laboratorio que la genere se llevará un buen botín. La pregunta es, ¿será que con la invención de la vacuna contra este virus se acaban todos los males y podemos volver a la “normalidad”?

Por supuesto que no, el planeta seguirá girando y con él las dificultades a todo nivel. Particularmente pienso que contra lo que nos debemos vacunar es contra la corrupción que corrompe, que pudre, que descompone todo lo que toca, siendo éste quizás el principal flagelo de la humanidad, pues como lo decía el escritor, historiador, filósofo y abogado francés François-Marie Arouet, más conocido como Voltaire: “Quien piensa que el dinero lo hace todo, está dispuesto a hacer todo por dinero” y vaya si se han hecho cualquier cantidad de estupideces por dinero, hasta el punto de ocultar maravillosos inventos que mejorarían sustancialmente la calidad de vida del planeta y por ende de los que lo habitamos, debido a intereses particulares.

Otra cosa contra la cual deberíamos vacunarnos es contra la indiferencia. Y es que el que está lleno, se olvida que muy cerca de él hay personas con hambre, tanto física y como espiritual, cuál de las dos más grave.

Que nos vacunáramos contra el egoísmo, ese amor excesivo e inmoderado que tenemos por nosotros mismos, donde primero soy yo, segundo yo, tercero yo, etc. etc. y poco o nada nos interesa lo que le pase al prójimo (al próximo).

Que nos vacunemos contra la violencia en todas sus manifestaciones, y es que no se sabe que ha sido más perjudicial, si el remedio (la cuarentena) o la enfermedad (el virus). Los reportes de violencia intrafamiliar, de suicidios, de asesinatos, en fin, de todo aquello que solo los humanos podemos hacer, está generando más muertes que el mismo virus.

Aunque pienso que lo mejor sería que nos vacunáramos contra nosotros mismos, ya que en nosotros residen la mayoría de las dificultades que tenemos pues, como dicen las sagradas escrituras “no es lo que entra en la boca lo que contamina al hombre; sino lo que sale de la boca, eso es lo que contamina al hombre” Mt.15:11 y ahí si no hay tapabocas que valga.

Lo invito pues amigo lector a reflexionar sobre, fuera de la vacuna contra el COVID19, qué tipo de vacuna necesita usted. Le cuento que la mayoría de las vacunas contra todas nuestras enfermedades físicas y mentales las tenemos nosotros, infortunadamente, nunca las utilizamos.



domingo, 24 de mayo de 2020

Pánico por pandemia


Difícilmente en la historia reciente de la humanidad se había visto lo que ha hecho el coronavirus COVID19. Han existido epidemias muy representativas, como fue la gripe española en 1918, la cual ocasiono más de cincuenta millones de víctimas, la gripe asiática en 1958, con aproximadamente cuatro millones de víctimas, el SIDA, que desde 1981 ha producido más de treinta millones de víctimas.

Sin embargo, pese a las escalofriantes cifras de fallecidos, ninguna de ellas generó la situación mundial que ha ocasionado el COVID19. Solo espero que los científicos algún día puedan explicar las razones por las cuales esta pandemia ha causado tan serias dificultades a nivel social y económico.

Lo cierto es que los daños colaterales que la pandemia del COVID19 aún están por verse, ya que, así como crecen los contagios, también diariamente crecen exponencialmente los niveles de desempleo y con ello las dificultades sociales y económicas a todo nivel, siendo la mayor dificultad el pánico que ha generado la pandemia.

Y es que no hay peor enemigo o mejor amigo que el miedo, todo depende desde donde se mire. El peor enemigo porque, como todos sabemos, el miedo paraliza y crea tal incertidumbre que es difícil de dimensionar. El miedo hace que nuestros sentidos se agudicen al máximo y es ahí donde comenzamos a ver cosas que normalmente no veíamos, a escuchar cualquier cantidad de ruidos, de sonidos y “voces” que tampoco escuchábamos. En fin, siempre se ha dicho que a lo único que debemos tenerle miedo es al miedo.

Anque, visto desde otra perspectiva no tan fatalista, el miedo hace que salgamos de nuestra zona de confort, que nos reinventemos, que desaprendamos para aprender nuevas estrategias para superar nuestras dificultades, que nos protejamos, que nos cuidemos, que estemos atentos a los cambios que necesariamente genera aquello que nos produce miedo, como es el caso del coronavirus COVID19, ya que, querámoslo o no, nos ha vuelto más aseados porque debemos lavarnos las manos con más frecuencia, porque debemos utilizar tapabocas, porque debemos aplicar el distanciamiento entre nosotros, porque lo mejor es saludar al estilo japonés, de vital importancia es desinfectar todo aquello con lo entremos en contacto, en lo posible evitar tocarnos la cara y, exagerando un poco, hacer de cuenta que toda persona con la que nos encontremos o con la cual interactuemos, esta contagiada.

Todo eso está muy bien, la salud, ante todo, la pregunta es ¿hasta cuándo? Es innegable que debemos cuidarnos haya o no COVID19, sin embargo, como solemos decir en mi país Colombia, “ni tan cerca que queme al santo, ni tan lejos que no lo alumbre”. Y es que todo extremo es perjudicial. Desde la perspectiva del sentido común y no científico, analicemos superficialmente algunas de las medidas sugeridas evitar contagiarnos del COVID19:

El tapabocas: El cual, en muchas ciudades del mundo, antes del confinamiento, había que utilizarlo debido a los altos grados de contaminación, solo que ahora, donde quiera que estemos, debemos utilizarlo, convirtiéndose en un excelente antifaz para los amigos de lo ajeno, ya que no solo utilizan el casco de motocicleta sino el tapabocas para cometer sus delitos, haciéndolos prácticamente irreconocibles. En el caso de los deportistas, utilizar tapabocas es bien difícil, ya que les impide una respiración adecuada y ni que hablar cuando uno habla con tapabocas o debe escuchar a alguien que lo utiliza, donde la comunicación se vuelve difícil. Y no ha de faltar el desadaptado que después de utilizarlo, lo tire en cualquier lugar incrementando la contaminación.

Lavarse las manos cada tres horas: La verdad es que no siempre vamos a encontrar un lugar donde hacerlo y aun encontrándolo, no siempre se dispone de jabón y una toalla de papel para secárselas como lo sugiere la norma. Algunos “expertos” afirman que lavarse tan frecuentemente las manos genera dermatitis ya que la piel exuda grasas aceitosas que tienen una función protectora y aislante térmico. De igual forma dicen que empobrece la flora bacteriana que tiene la piel.

Desinfectar todo lo que vamos a tocar o consumir: Una norma bien difícil de cumplir, ya que prácticamente no podríamos tocar nada, ni consumir nada pues lo más seguro es que otras manos, antes que las nuestras, habrán tocado lo que nosotros vamos tocar o consumir. De ahí que desinfectar todo es muy difícil.

No tocarse la cara: En promedio lo hacemos unas quinientas veces durante las veinticuatro horas, ya que, hasta cuando estamos dormidos lo hacemos. Particularmente no he podido evitar tocarme la cara de vez en cuando. ¿Falta de disciplina? Es probable.

Y así por el estilo, todas las normas que han sugerido para evitar contraer el virus son bien interesantes y, aunque muy importantes, algunas, sino todas, son difíciles de acatar plenamente.

El daño colateral más dañino que esta generando el COVID19 es el miedo a todo y a todos, ya que en los países donde ha terminado el confinamiento obligatorio, se ha notado que las personas son renuentes a volver a socializar, a volver a la “normalidad”, lo cual repercute en todo, comenzando por la industria del turismo, el restaurantero, la de espectáculos y todo lo que depende de estos sectores de la economía, en los cuales se están generando quiebras económicas a todo nivel, incrementando el desempleo a niveles que no se veían desde hace muchos años.

Hace poco me encontré con un gran amigo, al cual no reconocí de inmediato ya que utilizaba un tapabocas que más se asemejaba a un pasamontañas pues solo se le veían los ojos, los cuales estaban cubiertos por unas gafas de protección industrial y en las manos llevaba guantes quirúrgicos. Cada que me encontraba con mi amigo, compartíamos un fuerte abrazo. Esta vez no fue posible, ya que él me indico que debíamos guardar las distancias, y aunque yo también usaba tapabocas, pude notar que de vez en cuando él sacaba una pequeña botella de su bolso y con un spray me rociaba con alcohol y luego él se limpiaba las manos con alcohol y gel antibacterial.

Por un momento pensé que mi amigo estaba bromeando, pero a medida que transcurría el difícil dialogo debido a que mi amigo llevaba el tapabocas muy ajustado a su cara, me di cuenta que lo estaba haciendo muy en serio.

Luego de despedirme de él, me quede pensando hasta qué punto hemos llevado las medidas de protección, desmejorando incluso nuestra calidad de vida y donde ya no se sabe si el remedio ha sido más perjudicial que la enfermedad. Con esto no quiero decir que esté en contra de las medidas de protección, por supuesto que debemos acatarlas ya que de ello depende nuestra vida y la de los demás.

La pregunta es ¿hasta cuándo continuaremos encerrados aun estando en libertad por miedo a contagiarnos? Hasta donde sé, el COVID19 llegó para quedarse y así se inventen antivirales y vacunas, continuará haciendo estragos por mucho tiempo. Por lo tanto, una de dos, o nos acostumbramos a vivir con el bicho ese y nos arriesgamos a volver a la “normalidad” o nos seguimos ocultando de un enemigo invisible que siempre estará pendiente del momento que nos descuidemos para atacar, ¡Dios no lo permita! A propósito, debemos orar como si todo dependiera de Él y cuidarnos como si todo dependiera de nosotros.

La pregunta es ¿Qué debemos aprender los humanos del covid19? Y hago énfasis en los humanos porque para las demás especies que habitan el planeta y para el planeta mismo, que los humanos estemos encerrados ha sido lo mejor que le ha pasado en los últimos años, demostrando con eso que somos la plaga más mortífera que tiene nuestra casa el planeta tierra.



jueves, 14 de mayo de 2020

Whatsapp


Hola todos. 

¿De qué les quiero hablar hoy? De muchas cosas. Preguntarle a un escritor que le gustaría escribir, a un cantante que le gustaría cantar, a un artesano que obra quisiera hacer y así por el estilo a cualquier ser humano que haya descubierto su potencial y lo esté aprovechando, es algo bien interesante porque las respuestas serían muchas. 

¿Recuerdan que hace algún tiempo escribía sobre los “teléfonos celulares inteligentes” y como sus aplicaciones y sobre todo el guasapen (wathsapp) se convirtieron en una adicción como cualquier otra?, pues como les parece que desde que los bichos esos de los teléfonos celulares "inteligentes" llegaron a mi país Colombia, yo siempre había tenido de los que solo sirven para hacer y recibir llamadas y mensajes de texto. 

El caso es que un “buen amigo” al que quiero mucho, y lo digo entre comillas porque no sé si me hizo un bien o un mal, me regalo hace poco uno de los “teléfonos inteligentes” y hasta ahí llego mi tranquilidad, porque cada que el bicho ese suena o vibra me pongo en estado de alerta máxima y suspendo lo que esté haciendo, sea lo que sea, para ver quien me está escribiendo por el guasapen.  Y hay quienes ponen en riesgo hasta su propia vida y la de los demás por contestar o por ver quien les esta escribiendo. De hecho, miles de vidas y multimillonarias perdidas han ocurrido por las personas que creen, como los borrachos, que conducen mejor ebrios o con una sola mano por tener la otra ocupada con el teléfono celular. 

Anteriormente el que necesitaba comunicarse conmigo debía hacerlo en la forma tradicional, ahora no, me envían un mensaje o una grabación por el guasapen y vaya que no conteste. Hasta de maleducado me tratan. 

La triste realidad es que la tecnología ha invadido nuestra privacidad. Ya no tenemos tranquilidad para nada, el mundo literalmente se ha convertido en un pañuelo, o peor aún en una pequeña pantalla por medio de la cual nos informan hasta de que nos vamos a morir (que susto), pero es la verdad ya que existen aplicaciones que no solo nos analizan nuestra salud física y mental, sino que nos pronostican cuantos años tenemos de vida, de acuerdo a una información que difícilmente sabemos de dónde la obtienen.

A mí por ejemplo me dice mi “teléfono celular inteligente” que mis probabilidades de vida son de 80 años, las cuales se ven altamente comprometidas si no comienzo a hacer ejercicio diariamente por mínimo una hora. Es más, me dice que como siempre he sido una persona sedentaria debo comenzar a caminar a paso largo y luego ir haciendo otro tipo de ejercicios más exigentes. Afortunadamente aun no me ha dicho, y espero que no lo haga, el día, la hora y la forma como voy a morir, porque me muero antes de tiempo y que pena con el celular hacerlo quedar mal con sus pronósticos.  

¿Cómo mi nuevo teléfono se dio cuenta que yo era una persona sedentaria? ¿Ni idea, será por aquello de la cuarentena? ¿será por ser escritor? En fin, el caso es que el aparatejo ese me mantiene monitoreado casi las 24 horas del día y más adelante les digo porque “casi”. Me recuerda a qué horas debo tomarme la medicina para la presión, que alimentos debo consumir para contrarrestarla, que llamadas o reuniones tengo pendientes, si he llamado a mis “seres queridos” y a los que no lo son tanto como a mis acreedores, de los cuales ya no puedo esconderme porque con esto de las redes sociales ya me tienen detectado, además que mi "telefono inteligente" tiene GPS o sea que todos saben donde estoy, entre otras cosas, un invento muy inoportuno para los infieles. En fin amigos míos, afortunadamente eso me está pasando solo a mí o... ¿no me vaya a decir que a usted también?... Más inteligentes me parecen a mí los que están volviendo a tener los teléfonos celulares viejitos que sirven solo para hacer y recibir llamadas. 

Hace poco quise volver a mi antiguo teléfono, pero mi hija, con una amplia sonrisa, me dijo que tal cosa no la podía hacer ya que yo era  un escritor y conferenciante reconocido y que no podía hacer el oso sacando mi vejestorio en medio de una reunión. Qué pena contigo papi – me dijo mi hija – pero no voy a permitir que regreses al pasado, es más, ese teléfono que te regalo tu amigo ya está pasado de moda, ve pensando en adquirir uno de “última generación”. 

Dicho de otra forma, cada vez voy a estar más adicto a las nuevas tecnologías y hay del que hulla de ellas, más le valiera no haber nacido, ¡no ve que lo comparan a uno con un cavernícola! ¿Pero saben algo? Sin que mi hija se dé cuenta, yo aún conservo el teléfono flecha como el dicen algunos a los teléfonos celulares viejitos y programe el “moderno”, aunque ya mi hija me dice que no lo es tanto, para que se prenda y se apague a determinada hora y así poder disfrutar de alguna tranquilidad. ¿Hasta cuándo me va a durar el gusto? Hasta que mis hijos se den cuenta y me escondan o me boten el flecha. 

Ahí les dejo la inquietud, o continuamos cambiando de celulares cada que sale uno más moderno o continuamos con los que sirven solo para hacer y recibir llamadas. Yo prefiero estos últimos y hasta ninguno y así poder volver a recuperar la tranquilidad perdida… ¡huy! debo suspender de escribir esta nota porque me está vibrando el celular… ¿quién será, quien será?

jueves, 30 de abril de 2020

5.000 "Amigos"

Permítanme con todo respeto hacerle dos preguntas amigo(a) lector(a), ¿es posible tener 5000 amigos?, quiero decir, amigos lo que se dice amigos o sea ¿aquellos que están con nosotros en las buenas, en las malas y más que todo en éstas últimas? Lo pregunto porque el tope máximo de “amigos” que uno puede tener en el país virtual más poblado del mundo, el cual tiene más de dos mil quinientos millones de habitantes o sea Facebook, solo permite tener esa cantidad de “amigos”.

Teniendo en cuenta que debido a mi profesión como escritor, Internet sabe más de mí que yo mismo y aunque mis “amigos” en Facebook no son tantos; durante este confinamiento producido por el coronavirus SARS-CoV-2 comprobé que, de los cientos de "amigos" que supuestamente tengo en las redes sociales, solo uno se comunica conmigo periódicamente para preguntarme como estoy yo y mi familia, algunos otros solo me envían mensajes alusivos a la pandemia, la mayoría de ellos con noticias falsas, pero la gran mayoría como que sucumbieron al virus y literalmente desaparecieron.

Uno a uno de mis "amigos" y familiares que tengo en mi lista de contactos los llame vía telefónica, con algunos logre comunicarme, extrañados y sorprendidos porque había utilizado un medio pasado de moda y lo primero que preguntaban era que si me pasaba algo, que si estaba enfermo, que si estaba contagiado del virus, que si había muerto alguien, etc. A otros les deje mensaje en su buzón de voz esperando una respuesta que nunca se dio.   

De ahí que dejé de utilizar el Smartphone o sea el teléfono “inteligente” y las comunicaciones con mis “amigos” prácticamente desaparecieron, ya que mi actual teléfono “flecha” no tiene acceso a Whatsapp ni a Instagram, lo cual demuestra que cada vez menos se utiliza el sistema de comunicación telefónica vía celular, razón por la cual las empresas de telefonía celular promueven más la paquetes de datos, los cuales traen minutos "ilimitados".

La comunicación de voz vía telefónica o sea, aquella en el cual se deben gastar minutos, y ni que hablar por medio del teléfono fijo, el cual, al parecer es un invento en vía de extinción, ya que el Whatsapp permite gravar un audio y luego enviarlo a la otra persona y así no gastar minutos de celular, se asemeja mucho a los radios de comunicación y lo único que falta decir es "¿me copia? adelante, le escucho, cambio".

En conclusión, con el respeto que me merece el señor Mark Elliot Zuckerberg y su muy prestigiosas redes sociales, uno allí no tiene amigos, de pronto seguidores y ni eso, porque muchas veces uno irresponsablemente acepta invitaciones de “amistad” sin pensarlo y cuando menos se piensa, le están escribiendo a uno personas que ni siquiera conoce a ofrecerle cualquier cantidad de "oportunidades de negocio", herencias o prestamos de bancos situados en los más extraños países, y no ha de faltar el incauto que caiga en esas redes mafiosas que lo único que buscan es aprovecharse de la necesidad del ser humano.

Ahora usted no se vaya a rasgar las vestiduras diciendo que estoy en contra de las redes sociales, por supuesto que no estoy en contra de ellas, al contrario, me parecen un invento bien interesante, es más, todo lo que tenga que ver con Internet me parece fantástico ya que considero a ese sistema de comunicación uno de los más grandes inventos del siglo pasado. Aunque, al igual que muchos inventos, como fue por ejemplo la energía nuclear, la cual sirve para muchas cosas positivas, pero si es mal utilizada o se sale de control, puede ocasionar cualquier cantidad de dificultades y eso mismo puede pasar con las redes sociales. 

Afortunadamente ya algunas redes sociales como Facebook, se han dado cuenta de ello y cada vez están estableciendo mayores controles antes que la red se salga de control y genere un caos y una devastación a nivel mundial de proporciones inimaginables porque, ¿Se imagina usted a más de dos mil quinientos millones de personas en una estampida virtual? No estoy exagerando al afirmar que el futuro de la humanidad y la estabilidad de nuestra casa, el planeta tierra, estaría en riesgo.

Volviendo al tema de los "amigos", sean estos virtuales o físicos, ya que no faltara quien esté pensando en este momento que soy “ave de mal agüero” y fatalista con eso de la estampida virtual debido al mal manejo de las redes sociales; amigos, lo que se dice amigos, tal vez los imaginarios, ya que como son creados a nuestra imagen y semejanza, son los mejores, ya que son solo nuestros.

Los invito pues a revisar no solo a los “amigos” virtuales que tiene en las redes sociales, sino a su círculo de amigos físicos y verifique cuáles son sus verdaderos amigos.

Ahora bien, recuerde que para tener amigos, hay que ser buen amigo. La pregunta es ¿Se considera usted un(a) buen(a) amigo(a)? o ¿es una de esas personas que solo es leal cuando sus amigos representan algo para usted y cuando sus necesidades cambian, así de fácil cambia su lealtad hacia ellos?


miércoles, 22 de abril de 2020

Alimentos para el cuerpo y el espíritu.



No se sabe que es más importante, si el alimento material que nos permite continuar en este plano de la existencia o una voz de aliento, me atrevería a decir que ambos son de vital importancia, lo curioso es que los alimentos para el cuerpo se consiguen relativamente fácil, esos se pueden comprar, no así el alimento para el espíritu.

Dirá usted amable lector que el alimento para el espíritu se consigue aún más fácil, que es sino prender la radio o la televisión y escuchar alguno de los programas religiosos o culturales que diariamente se emiten, lo cual también es cierto. Lo curioso es que esos programas, si bien es cierto son muy interesantes e importantes, no son personalizados. Pueden darnos ideas o consejos que si son puestos en práctica ayudan mucho.

Sin embargo, permítame hacerle una pregunta ¿Qué siente usted cuando alguien lo llama por teléfono o le hace una video llamada para preguntarle como esta? Algo que cada vez se hace menos pues la gente prefiere enviar un mensaje de texto que hablar. No sé si seré el único, pero yo si prefiero la video llamada o escuchar la voz de alguien que leer el frio mensaje de texto.

Soy de los que piensa que el ser humano es un ser social por naturaleza y que necesita tanto el alimento físico, como el alimento para el alma, de esa voz de aliento, de ese mensaje personalizado dirigido exclusivamente a nosotros. Pienso que nada extrañamos más en esta cuarentena que a nuestros amigos, el compartir con ellos. La familia es importante, claro que lo es y durante estos días de aislamiento hemos tenido la oportunidad de compartir con ella como pocas veces, lo cual es desde todo punto de vista meritorio e importante.

Ahora, no sé si a usted le pase lo mismo que a mí, pero yo si extraño mucho a mis amigos, a mis compañeros de trabajo, así algunos nos hagan la vida imposible cuando estamos con ellos, de ahí la frase aquella que dice que nadie sabe lo que tiene sino hasta que lo pierde. Aun esas desagradables personas en cierta forma hacen falta. ¿Para qué? No lo sé, pero es la verdad. Tal vez así sea para ver el bulto allí y tal vez no sentirnos tan solos.

Es un hecho que en los momentos más difíciles de nuestra existencia es cuando uno sabe quiénes son en verdad nuestros familiares y amigos. Podemos estar rodeados de ellos, pero aun así sentirnos solos, más ahora cuando estamos más pendientes del celular que de la persona que tenemos al lado. 

Hace poco hablaba con un padre de familia y me decía que la casa donde vivía era demasiado grande. Como yo conocía su casa le dije que a mí no me parecía tanto. Me explico que, aunque podía ver a su familia, no los encontraba ya que su esposa y sus dos hijos se encerraban en las habitaciones ya sea a ver televisión o chatear con sus amigos.

En fin, en estos momentos de confinamiento, de cuarentena, de aislamiento, nos hemos dado cuenta que estamos cosechando lo que sembramos. La situación que vive ese padre de familia es más común de lo que se cree. Vivimos, pero no convivimos, no compartimos. Lo invito pues amable lector a aprovechar esta cuarentena para replantear su vida, a analizar lo bueno, lo malo y lo feo. Si de algo nos debe servir este aislamiento es para reflexionar, para meditar, para pensar, para compartir y departir, para ser más humanos, más humildes.

Muchos necesitan de su ayuda tanto física como espiritual y me atrevería a decir que más espiritual que física ya que la depresión y la ansiedad están ocasionando serias dificultades. Es el momento de estar más en contacto con nuestros seres queridos y con aquellos que no lo son tanto, al fin y al cabo, son seres humanos que muy probablemente están pasando por momentos difíciles y que así no lo reconozcan o lo agradezcan, el sentirse importantes para alguien les ayudará a superar la difícil situación por la que atraviesa la humanidad.

Entre más unidos estemos, podremos superar esta, la primera guerra mundial del siglo XXI contra un enemigo “invisible”. Finalmente, amigo lector, le sugiero no hacer lo de Pilatos y lavarse las manos para no hacerse responsable de la muerte de un justo y desentenderse del mundo para no brindar ayuda pudiendo hacerlo, sino que lávese constantemente las manos para proteger su salud, la de su familia y la de todos en general.



sábado, 11 de abril de 2020

¿Por qué y para que?



Es un hecho que en la historia de la humanidad nunca antes se había presentado una situación como la que viven los humanos actualmente. Se habían presentado cuarentenas focalizadas, pero nunca generalizadas en todo el planeta. La pandemia generada por el coronavirus COVID19 es algo que necesariamente nos lleva a replantear nuestra forma de pensar y de actuar en esta, la primera guerra mundial del siglo XXI contra un enemigo "invisible".

¿Por qué sucedió esta pandemia?

Si nos atenemos a los comentarios que circulan por las redes sociales, la culpa fue de las grandes potencias como China o Estados Unidos; que fue un virus creado en laboratorio y liberado para ocasionar el mayor daño posible a nivel humano y económico. Los más religiosos incluso piensan que fue una plaga enviada por Dios para castigarnos por nuestros pecados.

Los científicos simplemente afirman que fue un virus que muto y seguirá mutando, al cual hasta el momento que escribo este artículo, no le han encontrado vacuna al Covid19 y a medida que se presenten nuevas mutaciones, necesariamente deberán encontrar nuevas vacunas, de ahí que, todos los científicos, unidos como nunca, estén intercambiando información con el fin de hallar la solución a  virus que no distinguen raza, credo, color o nivel socioeconómico.

¿Por qué sucedió esto? Nadie lo sabe a ciencia cierta, la realidad es que sucedió, así muchos lo hayan predicho con una exactitud escalofriante. Sí se sabía que algo así iba a suceder, ¿cómo es posible que no se hayan tomado las medidas necesarias con el fin de minimizar el impacto que está generando esta pandemia?

La respuesta es muy simple, se sabía que algo así podía llegar a suceder, lo que no se sabía era cuando. Los más optimistas veían el acontecimiento en un futuro muy lejano, tan lejano que ninguna nación, por poderosa que sea, estaba preparada para ello, de ahí que se estén presentando las dificultades que actualmente se están presentando.

Un refrán popular dice que “después de ojo sacado no vale Santa Lucia”. El virus llego y nos cogió a los humanos con los pantalones abajo. Miles o quizás millones de humanos morirán o moriremos antes que se desarrolle un antídoto. La pregunta que nos debemos hacer los que aún estamos en este plano de la existencia es…

¿Para qué ha servido y servirá la pandemia producida por el COVID19?

Indudablemente el primer beneficiado ha sido el planeta tierra, gracias a que más del 50% de los humanos, la plaga más mortífera que tiene, esta encerrada y ha podido respirar un poco mejor, ya que los niveles de contaminación en todas sus presentaciones han bajado considerablemente.

Los satélites nos muestran imágenes que desde hace mucho tiempo no veíamos y es que, de un color grisáceo, el planeta ha recuperado un poco su hermoso color azul. Las aguas de los ríos, de los mares y de los océanos han recuperado también un poco sus colores naturales y ni que hablar de lo felices que están las demás especies que viven dentro y fuera del agua.

Se comprueba entonces que, si los humanos desapareciéramos del planeta tierra, ésta volvería a ser un verdadero paraíso. Triste reconocerlo, pero así es. Los humanos nos hemos encargado de poner al planeta tierra y todo lo que en el existe en cuidados intensivos, de eso no cabe la menor duda.

De igual forma como ha pasado en todas las epidemias, catástrofes naturales y guerras que han ocurrido y ocurrirán, otra de las grandes beneficiadas ha sido la ciencia, ya que como dice el refrán, “La necesidad es la madre de todos los inventos”. Grandes adelantos científicos se han generado de cada situación, esperemos que de esta también se produzcan.

La pregunta es ¿Qué aprenderemos los humanos de esta pandemia? Es interesante ver casi desiertas las más grandes ciudades del planeta ya que, al igual que los animales en los zoológicos, los humanos estamos encerrados en nuestras casas, con la diferencia que los animales se suelen comportar mejor que los humanos, ya que la convivencia entre nosotros deja mucho que desear, pues según reportes de las autoridades en los diferentes países, los casos de violencia intrafamiliar son bastante preocupantes, al punto de no saber si el remedio (la cuarentena) es peor que la enfermedad (el virus).

Particularmente pienso que lo que debemos aprender del coronavirus COVID19 es humildad y que debemos ser humanos, tan solo humanos, seres vulnerables, seres que hacemos parte del rompecabezas del universo y que estamos en este planeta de paso, el cual para nosotros es una escuela en la cual aprobamos o reprobamos la tarea que debemos desempeñar. 

Aprender a ser agradecidos, no solo con nuestros semejantes sino con el planeta tierra y todo lo que contiene, a la cual debemos dejar en mejores condiciones que la encontramos. El virus nos está dando la oportunidad de reflexionar, de pensar, de mejorar. De nosotros depende si hemos captado el mensaje o si simplemente saldremos de la cuarentena más agresivos que antes, más prepotentes, más orgullosos, más vanidosos o si seguiremos contaminando el planeta al ritmo que lo venimos haciendo.

Como dicen los mensajes de la OMS, el vivir o el morir está literalmente en nuestras manos, lavándolas constantemente con agua y jabón, en protegernos los unos a los otros ya que mi salud depende de la salud del vecino.  Que si bien es cierto nuestras creencias políticas, económicas o religiosas son interesantes, no son relevantes ya que lo único importante es la vida y como la vivamos. 

Es necesario dejar de sobrevivir haciendo lo urgente y aprovechar los últimos segundos, minutos, horas, días, semanas, meses o años que nos quedan acatando al pie de la letra la regla de oro de no hacer lo que no quisiéramos que nos hicieran.

¡Animo pues amigo lector! Nada de nervios, lo invito a consolidar su familia, base de la sociedad. A respetar a todo y a todos y a replantearnos qué y quienes somos.



Blogs Anteriores