martes, 28 de julio de 2020

El Elegido, entre la ficción y la realidad.



“Si fuéramos los únicos en el universo, sería un gran desperdicio de espacio” Carl Sagan (1934-1996) Científico estadounidense. 


¿Qué pasaría si los humanos terrícolas comprobáramos que los verdaderos extraterrestres somos nosotros? ¿Qué no somos producto de la evolución de las especies? ¿Qué somos una colonia de humanos que llegaron a este planeta hace millones de años? La evidencia es tan contundente que es imposible ignorarla. Todos los libros sagrados, todas las culturas, todas las civilizaciones han dejado dibujos, escritos y monumentos que así lo confirman. Sin embargo, por alguna razón, seguimos negando tales pruebas. miles de libros se han escrito, muchas películas se han filmado, cientos de investigaciones se han hecho y ni que hablar sobre las inversiones que se hacen buscando establecer contacto con seres de otros planetas.

De la ficción a la realidad, hay solo un paso, y los que nos atrevemos a darlo, nos llaman locos, soñadores, encantadores de serpientes o en el peor de los casos, somos aislados o vistos como seres extraños de los cuales hay que poner distancia de por medio.  Pienso que los verdaderos extraterrestres somos los que habitamos este hermoso planeta llamado tierra. Los que escribimos sobre el tema, hemos reconocido que no estamos solos en el universo.

Una frase atribuida al físico alemán Albert Einstein dice que: “hay dos cosas infinitas en el universo: El universo y la estupidez humana y del universo no estoy seguro”. ¡Cuánta razón tenía el científico! Es estúpido pensar que estamos solos en el universo o que evolucionamos de los primates, ¡qué pena de ellos!, ya que hasta el momento no se sabe que ellos hayan hecho las barbaridades que nosotros los humanos hacemos. Eso que somos una raza superior, no lo creemos ni nosotros mismos. Con el respeto que merecen mis semejantes, pienso que somos la plaga más mortífera y destructora que habita el planeta tierra. Para la muestra un botón. Si los humanos terrícolas desapareciéramos de la tierra, ésta, rápidamente restauraría su equilibrio. Y si fueran los insectos los que desaparecieran, como por ejemplo las abejas,  consideradas menos inteligentes que nosotros, el planeta se vería en serias dificultades.

Los mensajes que nuestros hermanos del espacio exterior nos han dejado, nos dejan y nos dejarán de su existencia, han sido tan contundentes, que debido a que lo son, nos negamos a aceptarlos, ya que eso equivaldría a reconocer que no somos la forma de vida más “inteligente” que existe, que no somos homo sapiens (hombre sabio), ya que de inteligentes y sabios, muy poco. Afortunadamente para nosotros, los humanos terrícolas, tenemos esperanza que algún día salgamos de la oscuridad de nuestra ignorancia y comencemos a ver la luz al final del túnel o sea, la luz de la sabiduría. Tenemos a nuestro favor a la energía creadora y conservadora del universo a la cual llamamos Dios, a la que le hemos dado cualquier cantidad de nombres, la cual, lo más probable, es que siga confiando en que algún día los humanos terrícolas reaccionemos y al igual que en la parábola del hijo prodigo, dejemos de comer con los cerdos y vayamos a disfrutar con ella, de su sabiduría y de su inmenso amor.

Obviamente como en todo, todo parte de una decisión llevada a la acción. La pregunta es ¿Cuándo nos vamos a dar cuenta que continuar destruyendo el escaso cuarto de ambiente que nos queda, dentro del cual estamos los humanos terrícolas, es una pésima costumbre?

Esta es una novela donde la ficción y la realidad se mezclan para dar origen a una aventura que nos llevara a interactuar con seres y sitios imaginarios, producto de la mente de un idealista que piensa que, en toda fantasía se esconde una gran realidad, una gran verdad. Una aventura para la cual usted y yo fuimos elegidos para comenzar a realizar los cambios necesarios para generar un movimiento que trascienda las fronteras de lo posible y juntos logremos realizar lo que para muchos es imposible.

Así es que ¡nada de nervios! Un libro más que se escriba sobre el tema no va a cambiar la historia de la humanidad, aunque probablemente sí cambiará en algo la percepción que tenemos de nosotros mismos, ya que, cuando uno lee un libro no vuelve a ser el mismo.

Saber qué somos y quiénes somos, hace que nos demos cuenta que todos los humanos, sin excepción, somos seres especiales, como lo es todo lo que existe en el universo o mejor, en los universos. Cada uno de nosotros tiene una misión que cumplir, la cual no siempre trasciende o la consideramos importante, sin embargo, todo lo que existe en el universo es una pieza fundamental de su gigantesco e intrincado engranaje. Cada ser humano, cada cosa, cada especie que existe en el infinito universo es importante y todo lo que altere su correcto funcionamiento, alterará el equilibrio en algún lado, ocasionando serias dificultades.

Nuestra casa, el planeta tierra, aun siendo una microscópica partícula de polvo en comparación con la grandeza del universo, es importante, es la casa de una gran cantidad de especies, de seres vivos, y de otros que consideramos inertes pero que posiblemente son los más vivos de todos, solo que vibran y se mueven con una intensidad diferente a la nuestra y no percibimos a simple vista sus movimientos, los cuales pueden tardar millones de años en darse. Todo lo que existe en el universo tiene vida propia, infinitas formas de vida, muchas de las cuales están en dimensiones diferentes y no porque no podamos verlas o percibirlas podemos afirmar que no existen, lo más probable es que nosotros, seres tridimensionales, tampoco existamos para seres que están en otras dimensiones.

El universo es un enigma que difícilmente los humanos llegaremos a descifrar, dimensionar y mucho menos conocer. Algo similar pasa con nuestra mente, la cual se asimila al infinito universo, un universo en constante expansión dada su plasticidad y, por ende, cada vez más grande, más difícil de conocer, de comprender, de aprovechar todo su potencial, ya que, entre más la estudiemos, más grande será, dándonos cuenta que, como decía el filósofo Sócrates “solo sabemos que nada sabemos”.

El estudio de la mente humana es comparado con el estudio del universo, entre más se profundiza en su conocimiento, más grande e indescifrable es. Alguna vez alguien dijo que “quien domina la mente lo domina todo”, la pregunta es ¿llegará el día en que el ser humano domine la mente? Me atrevería a decir que no. Que siempre habrá algo por estudiar, por aprender, por descifrar, por analizar. Una investigación que no tiene fin, como infinito es el universo.

Usted y yo, tendremos la oportunidad de hacer un viaje imaginario para conocer otros mundos, otras civilizaciones supremamente avanzadas. Tendremos la oportunidad de conocer a nuestros  hermanos mayores, a nuestros antepasados, a esos seres que durante miles de años los terrícolas hemos considerado dioses pero que son tan humanos como nosotros. 

Extraterrestres a los cuales infortunadamente siempre hemos imaginado como seres monstruosos que vienen a atacarnos o a destruirnos en sus poderosas naves, tal y como los recrean los cineastas en sus películas, con las cuales, los que más se divierten son ellos mismos. Como dice el refrán “el ladrón juzga por su condición”. Es muy probable que siendo los terrícolas seres belicosos, pensemos que nuestros hermanos extraterrestres también lo son. Durante esta aventura que usted y yo iniciaremos, comprobaremos que eso dista mucho de la realidad, ya que, a medida que vayamos interactuando con ellos, nos daremos cuenta que son al extremo pacíficos y que lo que siempre han querido es ayudarnos a superar nuestras dificultades.

Los humanos terrícolas somos una colonia descendiente de una civilización de humanos supremamente avanzados pero que, debido a la gran catástrofe que le ocurrió al planeta tierra hace millones de años terrestres, la cual genero radiaciones nucleares que efectuaron grandes cambios y mutaciones en todo lo que existía en el planeta, incluidos los humanos.

Y es que, si los humanos terrícolas fuéramos descendientes de los primates como lo afirma la teoría de la evolución de las especies emitida por el naturista inglés Charles Robert Darwin, mucha vergüenza nos debería dar de ellos, ya que algo sí es seguro, y es que esa especie animal no tendría el planeta en tan lamentables condiciones como lo tenemos nosotros. Permitamos entonces que los que aun piensan que descendemos del mono lo sigan pensando, ya que la verdad tarde que temprano saldrá a flote. Entre otras cosas, la verdad de nuestra existencia siempre ha estado ahí, frente a nosotros ya que nuestros hermanos mayores han dejado vestigios de que han estado con nosotros desde siempre. El problema consiste en que aún muchos piensan que somos los únicos seres “inteligentes” en el universo y ahí si es muy difícil, porque como dice el refrán “no hay peor ciego que el que no quiere ver ni peor sordo que el que no quiere oír”.

Por mucho que las pruebas nos demuestren que no estamos solos en el universo, si no se quiere aceptar esa realidad, continuaremos pensando que somos la especie más evolucionada. Por lo que a mí respecta, quiero invitarlo amable lector a vivir una aventura que sabemos dónde y cómo comienza, pero lo que no sabemos es como termina, cual será nuestra forma de pensar y de actuar cuando la terminemos, si es que la terminamos. Además, como decía el escritor romano Petronio “El mundo quiere ser engañado, entonces engañémoslo”. 

Le recuerdo amable lector que esta es una aventura imaginaria donde se dicen verdades que han sido catalogada como grandes mentiras. Lo curioso es que, a veces, no hay mejor mentira que decir la verdad y que una mentira sostenida durante mucho tiempo, se convierte en una gran verdad. 

Algo si es seguro, y es que, después de leer las 1038 paginas, no volverás a ser la misma persona.

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