sábado, 25 de agosto de 2018

¡Estas Despedido!, nada personal, son negocios.


Se dice que lo único seguro es que no hay nada seguro y nada más inseguro hoy en día que un empleo, por más tiempo que se lleve laborando en la empresa o el cargo que se ocupe en ella, tarde que temprano – y actualmente más temprano que tarde – le dan al empleado la carta de despido por cualquier motivo, que por recorte de personal, que por bajar los gastos de la empresa, que por bajo rendimiento, que porque necesitan el puesto para dárselo al amigo o amiga del gerente, y si es al gerente al que despiden, con una sonrisa maliciosa simplemente le dicen como solía decirle el conductor del programa de televisión El Aprendiz, “¡Estas despedido! nada personal, son negocios”.

Comienza entonces el calvario para el nuevo desempleado quien no sale de su asombro y de su desilusión por haberse quedado sin empleo cuando más a gusto se sentía en la empresa a la que consideraba su “segundo hogar”, aunque la verdad suele ser el primero porque permanecía más tiempo en la empresa que en su casa. Y a propósito de casa, ¿Qué va decir en ella? ¿Qué se quedó sin empleo? ¿Qué hasta hoy trabajo en esa prestigiosa empresa o institución? ¿Qué posiblemente por algún tiempo van a tener que restringir los gastos al máximo debido a que ya no hay una fuente de ingresos lineales que les permita darse la calidad de vida que tenían? ¿Qué muy probablemente van a tener que mudarse de casa, de barrio, de ciudad y hasta de país debido a que la situación laboral en el que viven es extremadamente difícil? Esas y muchas otras preguntas se hace el nuevo desempleado.

Unos aceptan esa cruda realidad y simplemente comienzan a comunicarse con amigos y familiares para decirles que se quedaron sin empleo y que necesitan de toda su colaboración para encontrar uno nuevo, y empapelan la ciudad con hojas de vida en las cuales inicialmente colocan todos sus títulos educativos, experiencia laboral y todo aquello que les permita obtener un empleo igual o mejor del que tenían. Sin embargo, a medida que pasan los días, que se presentan entrevistas en las cuales les dicen la consabida frase “cualquier cosa nos comunicaremos con usted”, algo que nunca sucede, incrementando la frustración y el desengaño de saberse muy capacitado, con mucha experiencia pero que tales cosas no son tenidas en cuenta. Por lo tanto, como la situación económica del hogar comienza a tornarse difícil y muy probablemente también la relación de pareja, comienza a aplicar a ofertas laborales que nada tienen que ver con su formación académica y experiencia laboral. Conseguir empleo entonces se convierte en un verdadero trabajo, lo cual se dificulta aún más si tiene más de cuarenta años.

Otros guardan silencio y continúan saliendo de casa a la hora acostumbrada para que la familia no perciba ningún cambio. Comienzan a hacer malabares con las tarjetas de crédito haciendo avances en efectivo para tratar de mantener y aparentar el nivel de vida que llevaban y en el peor de los casos, para pagar otras tarjetas de crédito, la cuota del lujoso carro o moto, de la hipoteca, del arrendamiento, de los servicios públicos, etc. etc.    Se vuelven asiduos visitantes del club social donde pertenecen, de los centros comerciales, de cafeterías y restaurantes donde pasan las horas leyendo los periódicos, en sus computadores o celulares buscando ofertas de empleo, chateando con sus amigos o inmersos en las redes sociales hasta que es la hora de regresar a casa tal y como lo hacían cuando estaban laborando. Sin embargo, pronto la familia detecta que algo no está bien y comienzan a hacer preguntas, las cuales son evadidas o respondidas con explicaciones o mentiras que cada vez son más difíciles de sostener.

El mal genio, la depresión, el estrés, el abatimiento y en el peor de los casos el alcoholismo y la drogadicción, comienzan a hacer su aparición y con ellos la baja autoestima y todo lo que ello representa. De la persona que tenía todo bajo control y de la cual dependía en la mayoría de los casos la economía y la “estabilidad” del hogar, ya no queda nada. Lentamente el castillo de naipes se derrumba y con él las relaciones de pareja, familiares, sociales y hasta terminan porque ya no es hasta que la muerte los separe sino hasta que el dinero los separe y es que ¿quién va a vivir con un(a) mantenido(a) que no sirve para nada o con alguien que ya no quiere trabajar? ¡Ni más faltaba!

Entonces el mundo se le convierte al desempleado en algo invivible y cuantos hay que ante la desesperación de no encontrar empleo, de la presión familiar y social, de ver que todo lo que había construido ya no existe, prefieren dejar de existir.

Próxima entrega: ¡Urra! Me quede sin empleo



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