lunes, 15 de febrero de 2016

Los tengo que...

Es impresionante ver cómo avanza el tiempo y ahora con el redescubrimiento de las ondas gravitacionales, lo cual abre la posibilidad de viajar en el tiempo, literalmente hablando, como decía la célebre frase de la serie viaje a las estrellas “el espacio será la frontera final”. En mis novelas de “ficción” siempre he dicho que entre la ficción y la realidad hay solo un paso y que lo que hoy llamamos ficción es simplemente el anticipo de lo que tarde que temprano será una realidad. 

Mientras el universo está en constante expansión y los humanos en constante investigación, tarde que temprano nos reencontraremos con realidades que durante siglos hemos tratado de ocultar. Sin embargo ese no es el tema de hoy, dejemos que sean los científicos los que se continúen quemando las pestañas averiguando de dónde venimos y para donde vamos y mejor hablemos de temas un poco más mundanos y no menos controversiales, se trata de “los tengo que…” 

¿Quién no ha dicho alguna vez: Tengo que hacer esto, lo tengo que hacer en tanto tiempo y si no lo hago yo nadie lo hará? Es más, existen personas que se sienten tan importantes que piensan que si mueren el planeta dejara de girar. Lo que no saben ellas es que, muy probablemente el planeta gire un poco más rápido ya que se habrá librado de la pesada carga en que se habían convertido. 

Tal vez me equivoque pero “los tengo que” es lo que hace que más personas desencarnen antes de tiempo. La ansiedad, el estrés - el cual muchas veces se convierte en escinco o quizás más - es lo que más infartos está ocasionando y cuando me refiero a infartos no solo me refiero al corazón sino a las congestionadas vías de muchos países que se ven colapsadas por la cantidad de vehículos conducidos por personas que quieren llegar de primeros y en el menor tiempo posible a sus destinos porque “tienen que…” 

En mi país Colombia se suele decir que “lo único que uno tiene que, es morir” y hasta eso está en entredicho porque gracias a la criocongelación es posible mantener “vivo” o en estado de hibernación a un ser vivo indefinidamente. Es que con esto de los adelantos de la ciencia lo que para nuestros antepasados era ficción, hoy es una realidad.
La pregunta que le quiero hacer hoy amable lector es ¿Qué es lo que tiene que hacer y si no lo hace algo muy malo va a pasar? Por ejemplo: Ir a laborar, ir al médico, conseguir dinero para pagar sus deudas actuales y así poderse endeudar más para comprar cosas con el dinero que no tiene, conquistar al ser amado, orarle a su Dios para buscar el perdón de sus muchos pecados y así lograr salvar su alma, etc. etc. etc. Estoy seguro que la lista de las cosas que “tiene que hacer” es interminable. 

Ahora permítame hacerle con todo respeto otra pregunta ¿Qué pasaría si usted muriera en este preciso momento? Dios no lo quiera. Lo más probable es que a sus “seres queridos” les cause una gran impresión ese hecho, a otros una gran tristeza, otros por el contrario darán gracias a su Dios, ya que podrán disfrutar del dinero que posiblemente usted ahorro con tanto esfuerzo y que nunca gasto porque lo tenía reservado para una ocasión especial o porque consideraba que era pecado darse los lujos que solo el dinero puede dar. Y es que si usted no disfruta de su dinero, sus herederos si lo harán. 

Alguna vez un gran amigo que infortunadamente ya no está en este plano de la existencia, me decía que uno debía ser 50% responsable y 50% irresponsable. Según él, el equilibrio entre la responsabilidad y la irresponsabilidad debía mantenerse, de lo contrario “los tengo que” y los sentimientos de culpa terminaban por apoderarse de nosotros. Debo aclarar que con esto no le estoy diciendo que renuncie a su trabajo, aunque pensándolo bien, si es un trabajo, bien vale la pena que lo haga ya que si desglosamos la palabra trabajo encontraremos que, literalmente hablando, algo está obstaculizando o impidiendo el normal desarrollo. Está trabado, sujeto y ligado por lo bajo, por lo tanto, lo más seguro es que no esté disfrutando de lo que hace. Caso contrario si usted está realizando una labor que le agrada tanto hacerla que a veces siente algo de vergüenza cuando le pagan por hacerla. 

Sea cual sea sus “tengo que…”, le sugiero que los analice un poco más detenidamente y trate en lo posible de cambiarlos por los “quiero…” ya que una cosa es decir “tengo que ir a hacer tal cosa” y otra muy diferente decir “quiero hacer tal cosa”. Si no es posible cambiar el termino tengo por quiero, le aseguro que usted está en el lugar equivocado. La vida es demasiado corta para desperdiciarla haciendo cosas que no nos agradan. El dicho aquel que uno debe amar lo que hace independientemente si le gusta o no, no es del todo cierto, pues tarde que temprano la bomba de tiempo en que se ha convertido esa actividad, explotara y los resultados serán nefastos. 

Mi invitación es a tomar la decisión y ponerse en acción de cambiar “los tengo que… ” por los “quiero… ” le aseguro que cuando usted lo haga, el planeta y todos los que habitamos en él, se lo agradeceremos.

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