domingo, 15 de enero de 2017

Objetivo: Ser felices.


“En la educación, el objetivo no deben ser las notas de los exámenes, sino la felicidad”, Roger Schank
Nos pasamos media vida memorizando cosas que poco después somos incapaces de recordar. Para Roger Schank eso es una pérdida de tiempo y de neuronas.  Y sabe de lo que habla. Se ha pasado 35 años ejerciendo como profesor en tres de las universidades más prestigiosas del mundo. Ahora está empeñado en crear nuevos colegios que formen a ciudadanos de provecho y no a intelectuales, en el que los alumnos sean más felices y aprendan a entenderse. Por el momento, ofrece sistemas alternativos de aprendizaje desde su compañía Socratic Arts y su organización sin animo de lucro, Engines for Education.
No tiene ningún sentido. ¿Lo sabes, no?
¿El qué?
¡El sistema educativo actual! Se basa en muchas y malas premisas. Una de ellas es que el memorizar como loros es algo útil. ¡Pero no lo es!
Pues de pequeños en el cole la mayoría de las cosas se aprenden así.
La verdadera razón por la que se enseña a aprender cosas de memoria es porque el concepto de escuela se inventó en la época de la revolución industrial y en aquellos tiempos por lo único por lo que se preocupaban era por entrenar a trabajadores para las fábricas. Personas que hacían lo mismo una y otra vez durante muchas horas al día. Al final, se les entumecía el cerebro, por lo que decidieron prepararlos para aquello desde la escuela. De ahí que aprender sea tan aburrido. Empezaron a enseñar cosas poco divertidas que los niños repetían y repetían, así se aseguraban de conseguir buenos obreros. Y ésa es la única razón por la que hoy memorizamos.
Pero, ¿qué pasa con las tablas de multiplicar?
La única cosa que tienes que aprender de memoria son las tablas de multiplicar. Cierto. Porque cuando estás pagando algo quieres saber rápidamente cuánto es 8 por 6. Ahora bien, dime otra cosa que tengamos que aprender de memoria.
Los ríos, las capitales de los países…
¿Por qué?
Porque es útil.
¡Oh, no! ¡Estás perdida! ¡Crees en el sistema! [Ríe a carcajadas] ¡Vamos! No hay ni una sola razón por la que tengas que aprenderte los ríos de memoria. Ni las ciudades. Ni los reyes. Ni las guerras.
Lo podemos buscar en Google
Olvida Google. Vamos a hablar de cómo aprenderíamos si las cosas fueran distintas en el colegio. Seguramente, alguna vez viajes a algún lugar y mires un mapa. Por ejemplo, puede que vayas a Nueva York e investigues cómo llegar, mires lo lejos que está, qué cosas puedes visitar. Una vez has ido, toda la vida recordarás si por allí pasa o no un río, cómo se llama y no se te olvidará. Puedes aprender de memoria un montón de datos sobre la ciudad, pero carecerán de sentido. Los recuerdos van ligados a las emociones, a las vivencias. La escuela es lo opuesto a la educación. Porque la educación llega a través de la experiencia en la vida. En lugar de enseñarte el nombre de los ríos, ¿por qué no hacer una excursión con los alumnos por España y visitar ciudades y aprender in situ?
¿Y qué hay de la historia?
¡La historia es la cosa más inútil que jamás se creó! Y déjame que te explique por qué, porque cada vez que digo eso todo el mundo se enfada mucho. En Estados Unidos, nos dicen que es muy importante saber quién era Georges Washington. Cuando pregunto por qué, nadie sabe, pero me reiteran que es muy importante. Vale. Pero entonces, lees cosas sobre George Washington y descubres que tenía 100 esclavos, que se casó con una mujer rica por su dinero, que no era una buena persona… vamos, que de héroe, nada de nada. Y entonces, ¿de qué estamos hablando cuando nos referimos a la historia? ¿Hay que obviar esa parte y sólo quedarnos con que fue el padre de nuestro país?
Muchos me saltan con la frase de un tal George Santayana: “Aquellos que no conocen la historia, están condenados a repetirla”. Gran frase que, sin embargo, no funciona. Pensemos en la guerra: I y II Guerra Mundial, Vietnam, Irak, Afganistan… ¿sigo? En el cole hemos estudiado esos conflictos. Seguro que George Bush también, y, en cambio, no se paró ni un minuto a pensar sobre ello cuando decidió invadir Irak. Que enseñar historia en la escuela sirve para que no se repitan ciertos patrones no son más que pamplinas.
¿Y entonces? ¿Para qué empollarnos el libro de historia?
Porque es la forma que tiene el gobierno de decirte cosas que hacen que ellos parezcan los buenos de la película. Seguramente, en España os enseñen que la conquista de Sudamérica fue algo positivo. ¡Que le pregunten a los indios de Perú si opinan igual! En Estados Unidos nos enseñan, por ejemplo, que nunca hemos comenzado una guerra, que siempre hemos sido los buenos, que siempre hemos hecho lo mejor para todos… ¡¿Ah sí?!
Ahora, eso no quiere decir que no piense que la historia es interesante, que lo es. Y también creo que la gente sí debería estudiarla, pero no todos, sino el 2% de la población que son intelectuales con conocimientos profundos, capaces de discernir sobre las dos caras de un tema. Capaces de entender el papel de la antigua Roma. Claro que es interesante saber de los romanos, pero que los estudien esos intelectuales, y que no se fuerce a todos los estudiantes a aprender sobre ellos.
Entonces, si no enseñamos ni mates, ni historia, ni geografía… ¿qué tienen que aprender los niños en el cole?
¿Quieres que te diga lo que podrían aprender en la escuela y que sería muy útil?
Cómo educar a los niños. Es algo sumamente importante en nuestra sociedad y parece que ya nadie se da cuenta ni sabe. Antes los chavales se pasaban el día con los abuelos, ahora en cambio, no. Sólo los ven de vez en cuando. Otra cosa útil para impartir en clase: medicina. En lugar de aprender la taxonomía vegetal y animal, que no te sirve de nada, podríamos aprender cosas sobre prevención, por ejemplo. O las ecuaciones químicas. ¿Te las enseñaron en clase?
¡Se me daban fenomenal!
¡Genial! ¿Y te han servido para algo en la vida? En cambio, en química nos podrían ayudar a entender qué ocurre cuando tomamos un medicamento, cómo actúa en nuestro organismo. O negocios. ¿A que tampoco te enseñan economía en el colegio? Y, sin embargo, vivimos en un mundo gobernado por los negocios. Entonces, por qué, en lugar de enseñarles mates, lengua, literatura, historia a los niños, no les damos conocimientos sobre temas psicológicos, como cómo llevarse bien con los demás; cómo educar a un hijo; cómo manejar temas económicos, pero no teoría, sino cómo llevar un negocio, por ejemplo; o cómo encontrar un trabajo…
Empecemos por el principio. ¿Qué debería aprender un niño de 4 ó 5 años?
En estos momentos, estoy creando una escuela para mi nieto de cuatro años. Y para ello, lo primero que he hecho es preguntarle qué le gusta hacer. A menudo hablo con él por Skype y hacemos cosas juntos, como jugar, dibujar. Por eso sé que le encantan los trenes y lo que es interesante es que le puedo enseñar a leer y a escribir a través de ellos. Puedo aprovechar un interés del niño para que aprenda. Por eso, en mi colegio, los peques de esa edad van a aprender cosas de camiones, de aviones, de coches. Van a jugar con ellos, a dibujarlos, a pintarlos, mientras les enseñamos a leer y a escribir.  También tengo una nieta, pero aún es demasiado pequeña para ir a la escuela. Pero cuando tenga la edad necesaria, también diseñaré uno para ella. Primero, averiguaré qué le gusta.
Necesitarás 30 profes en cada clase, uno para cada niño.
Crearemos grupos de interés. Mi nieto estará en un grupo de 12 niños con un profesor. Todos esos niños habrán convenido que les gustan, por ejemplo, los camiones. No sólo jugarán con ellos, también harán algo de música, jugarán a fútbol, todas las cosas que les interesen. En otra habitación, habrá otro grupo con otros intereses y así. La idea es que no todos hagan lo mismo, que cada uno pueda escoger aprender lo que le gusta. Por ejemplo, ¿por qué no hay un curso de diseño de ropa en primaria? Estoy seguro de que a las niñas les encantaría. No se trata de obligarlas a que lo hagan, sino de ofrecérselo en el colegio. Pensemos, ¿qué necesitan aprender los niños cuando son pequeños? A llevarse bien con sus compañeros, a comunicarse, a pensar las cosas, a leer, a escribir. Y todo eso lo puedes enseñar en cualquier contexto. No tienes por qué aburrir a los niños.
Enseñar a través de cosas prácticas y que los motiven.
Claro, como hacen los padres, por ejemplo, cuando les enseñan a hablar. No les meten un rollo de cómo se forman las coordinadas, o las subordinadas, ni les dicen que esto es un adjetivo o un verbo. Simplemente, les hablan, les corrigen. Cuando los niños no saben algo, preguntan lo que esa palabra significa. Eso es educación. Y así es como debe funcionar.  La idea actual de escuela está anticuada, pasada de moda.
¿Qué hay de la cultura general? Tal y como planteas la escuela, sabremos mucho pero sólo de lo que nos interesa, y poco o nada del resto.
Pero es que la cultura general, no funciona. En España hay un 30% de abandono escolar. En Estados Unidos, en algunos sitios es de ¡¡hasta el 75%!! No puedes ponerte a discutir sobre la cultura general cuando tienes gente que no sabe ni leer ni escribir. Lo primero que tenemos que conseguir es que se interesen; hacer que quieran ir al colegio. Aprender es divertido cuando tienes 5 años, ¿por qué luego se convierte en algo aburrido?
La transmisión de la cultura es una de las cosas que el gobierno utiliza como control. Hablaba recientemente con el ministro de educación de Italia y me decía que Dante debía formar parte del currículo escolar, que era importante para los italianos. Pero no lo es. Aquí en España os dicen que hay que aprender Cervantes. Pero no tenéis por qué. El mundo sobrevive sin él. Si quieres leer a Cervantes, puedes coger una novela y hacerlo. Nadie te detiene. Con esto no quiero decir que no tenga que haber lectura en el currículo escolar. Pero hay que crear interés en la lectura. No podemos obligar a todo el mundo a leer lo mismo. La cultura de un país es la cultura de un país y es diferente para cada persona. Seguramente, tu visión de la cultura española sea diferente a la de otra persona de este país. Por lo que no es importante enseñarte cultura española mediante la lectura.
¡Pretendes revolucionar todo el sistema!
Desde la guardería hasta la universidad. En Estados Unidos hay 3000 universidades; he enseñado en tres de ellas, las mejores, supuestamente. El problema es que fabrican gente con doctorados que se convierten en profesores en otras universidades, que fabrican a su vez a otros doctores que se convierten en profesores de otras universidades y así. Las 3000 universidades están enseñando exactamente lo mismo. Por ejemplo, todas copian el currículo de la Facultad de matemáticas de Yale. El problema es… ¿quién quiere un doctorado por la universidad de Utah en matemáticas? Muchas universidades están enseñando sin propósito alguno. En lugar de copiar el currículo, podrían escoger una universidad, que se especializara en investigación, que fuera líder, y que las otras universidades te enseñaran otras cosas, como cómo conseguir un buen trabajo. No hace falta que todos los centros educativos del mundo enseñen lo mismo. ¡Es que no debería estar permitido! El objetivo no deberían ser las notas de los exámenes, sino la felicidad, que proviene de una vida emocionante, que incorpora habilidades laborales, capacidad de razonamiento, capacidades personales, y no incluye fórmulas matemáticas ni obras literarias que consideran sagradas las distintas culturas. Tenemos que enseñar lo que importa hoy en día y dejar de enseñar cosas que no sirven para nada en el mundo real. Mi yerno, por ejemplo, se doctoró en literatura rusa. Fue a una de las mejores universidades del país y era un excelente estudiante. Pero cuando me dijo que se iba a doctorar en literatura rusa, pensé que me tomaba el pelo.
¿Por?
¿Cómo que por? ¿Y eso para qué le sirve? ¿va a conseguir un trabajo? Lo único a lo que podría optar es a ser profe y no creo que se necesiten más profes de literatura rusa… Él, claro, no estaba de acuerdo conmigo. Lleva siete años casado con mi hija y trabaja ahora conmigo elaborando cursos. Es un tipo inteligente.
¿Qué haces en Barcelona?
Colaboro con la Universidad de La Salle. Estamos preparando un programa de MBA que consiste en siete partes, cada una de un mes o seis semanas. Y una de esas partes tiene que ver con la ética en los negocios, en la cultura. Fui a ver a profesores universitarios de los EEUU y les pregunté si podían dar esas clases. Me dijeron que por supuesto. Pero cuando quise saber qué iban a enseñar… datos. Y no vamos a hacer eso. Entonces recordé que una vez conocí a un profesor de literatura rusa – que no era mi yerno-, el más prestigioso de los EEUU. Sabía que era un excelente docente y le pregunté que por qué enseñaba literatura rusa. Entonces él me contestó que él no enseñaba a sus estudiantes una obra, Guerra y Paz, Anna Karenina, sino la vida. Las circunstancias en que vivían los personajes, las relaciones humanas, cómo se enfrentaban a los problemas, el amor, el desamor. Y de todo esto es de lo que hablaba en clase. Le di unas vueltas a aquello cuando me planteé diseñar la asignatura de ética en los negocios de este curso. Y le propuse a mi yerno que escribiera una novela que fuera sobre negocios éticos, en la que los personajes se encuentran ante dilemas éticos y el lector tiene que avanzar en una dirección u otra.
Como en los libros aquellos de Sigue tu aventura
Y así es cómo entiendes los dilemas éticos, a la gente, formas de manejarlos…Los humanos nos comunicamos y aprendemos a través de historias. En una fiesta, por ejemplo, todo el mundo se intercambia historias continuamente. Y puedes aprender mucho de ellas si te las dicen en el momento adecuado. Se trata de aprender de la experiencia, del conocimiento compartido para sí, seguir tu propia aventura. ¡Buena suerte! 

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