sábado, 21 de julio de 2018

Busco Empleo




Analicemos un poco el desempleo en el mundo. Se preguntara usted que tiene que ver la capacitación y la educación con el desempleo. Mucho, yo diría que todo. Entre más instrucción tenga una persona más difícil es que acepte vincularse laboralmente debido a que, por lo general, “selecciona” mejor las ofertas de empleo y en condiciones normales – exceptuando por ejemplo a los inmigrantes que si les toca hacer de todo para sobrevivir -  no está dispuesta a hacer labores que difieran mucho de sus estudios o experiencia laboral. En cambio una persona que no tiene mucha instrucción puede aceptar empleos de “menos categoría”. Una de las poblaciones en que mayor desempleo en el planeta hay, está en las personas que tienen alguna preparación académica por aquello “del que dirán”. 

Encontramos casos como por ejemplo “es que yo estudie física cuántica, me pase más de veinte años en las aulas de clase y ni crea que me voy a poner a conducir un taxi”. La verdad es que esa es la realidad. Yo, si yo, el que está escribiendo este artículo, tengo un egomural bien interesante ya que he realizado algunos estudios profesionales a lo largo de mi vida y sin embargo he sido taxista, entre otras actividades que en nada tienen que ver con mi formación y experiencia laboral.

En mi hermoso país Colombia esta situación es más común de lo que uno cree. Entre mi grupo de compañeros taxistas hay de todas las profesiones, abogados, arquitectos, médicos, psicólogos, hasta docentes que laboran en las más prestigiosas universidades de mi ciudad Medellín.

Siempre se ha dicho que “el trabajo no es deshonra”, lo cual es totalmente cierto. Lo que pasa es que uno se pone a pensar y a preguntarse ¿para qué hice tantos estudios para terminar conduciendo un vehículo de servicio público? La verdad amigo lector es que estoy de acuerdo con lo que dice el maestro Jorge Duque Linares que “en la vida lo único seguro es que no hay nada seguro” o como dice el adagio popular “este mundo da muchas vueltas”. Es por eso que en mis conferencias y libros que he escrito, siempre manifiesto que es necesario aplicar el proverbio oriental que dice “se amable con el que te encuentras subiendo ya que posiblemente te lo volverás a encontrar cuando estés descendiendo”.

En Colombia por ejemplo, la situación se hace todavía más difícil cuando uno pasa de los treinta y cinco o cuarenta años, cuando laboralmente es considerado obsoleto o de bajo rendimiento, razón por la cual ingresar al mercado laboral es todo un trabajo. Las estadísticas de suicidios afirman que una de las mayores causas es el desempleo, las deudas, el sentirse inútil. Nada hay más frustrante que asistir a una entrevista de empleo y que le digan a uno que esta sobre calificado, sobre perfilado o que por “políticas” de la empresa no pueden contratar personas mayores de cuarenta años.

Quiero contarle una de las muchas cosas que he hecho para aplicar a un empleo, desde ocultar mis estudios, hasta mentir sobre mi edad. En cierta ocasión llego a tal punto mi desesperación por no poder conseguir trabajo que me postule para una labor que nada tenía que ver con mi profesión o experiencia laboral y en la hoja de vida no coloque la fotografía, ni mencione todos los estudios que tengo, ni mucho menos mi edad (la cual supera los cincuenta años). El caso fue que me llamaron a la entrevista de trabajo y cuando me presente ante la persona con la cual debía entrevistarme, una atractiva joven elegantemente vestida, me miro de arriba abajo y sonriendo amablemente me dijo “Señor Restrepo, se ve que usted está muy necesitado para haber mentido de la forma que lo ha hecho en su hoja de vida, obviamente como se dará cuenta usted no califica para la labor de oficios varios al cual se está postulando, se nota que usted es una persona con una gran preparación académica y estoy segura que tiene una gran experiencia laboral…”. 
Afortunadamente la joven demostró ser toda una profesional y en vez de hacerme sentir mal por haber mentido en la hoja de vida me dio la oportunidad de explicarle porque lo había hecho.

Existimos los que se llaman “pobres vergonzantes”. Personas que en algún momento de la vida contamos con comodidades o con un nivel social alto y por aquellos azares del destino quedamos con una mano atrás y otra adelante y que por lo tanto nos da vergüenza pedir. Somos los más pobres de los pobres. Literalmente hablando preferimos soportar hambre que no la indignación de ser tratados como mendigos. Por varios años esa fue mi realidad por lo tanto se de lo que estoy hablando. Es por eso amigo lector que, cualquiera sea su posición social o económica, dele gracias a su Dios por todo lo que le ha dado y Él permita que no se vea usted en situaciones tan difíciles, curiosamente en la mejor de todas ya que en esos años de “vacas flacas” es donde se sabe quién es quién. Quien es tu verdadero "amigo" o quien es tu verdadero “ser querido”.

Así es amigo lector que si usted es una de esas personas que aun gozan de tener un empleo o de desempeñar un cargo, por modesto que este sea y que considera a los desempleados como personas “no gratas”, “mantenidos” o que simplemente no quieren trabajar; yo les deseo lo mejor de lo mejor y quiera Dios que nunca usted, un familiar o un amigo esté sin empleo porque no se sabe que es más importante, si los ingresos que genera la labor que se realiza o estar activo, sentirse importante, útil para la sociedad.

Actualmente por ejemplo nuestro país Colombia, como muchos otros países de la región, está literalmente inundado de inmigrantes venezolanos que han tenido que salir de su país debido a la difícil situación política que se vive en Venezuela. Es lamentable ver como personas con una excelente preparación académica profesional y con amplia experiencia laboral, desempeñando labores bien diferentes a lo que hacían en su país. ¿Pero sabe amable lector que es lo más triste de los inmigrantes? Como se aprovechan de su difícil situación los que no lo son.

Una vez más amable lector recuerde la frase que “lo único seguro, es que no hay nada seguro”.


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