domingo, 9 de junio de 2019

Oscurantismo tecnológico.

Se dice que "las palabras convencen, pero el ejemplo arrastra.


Hace poco estaba dictando una conferencia para los padres de familia y para los docentes de un prestigioso colegio de la ciudad de Medellín y pude notar que, mientras yo hablaba, la gran mayoría de los padres de familia estaban concentrados en lo que les estaba diciendo, sin embargo, casi todos los docentes que estaban presentes, los cuales se habían situado en la parte de atrás del escenario, estaban concentrados en sus teléfonos celulares.

Infortunadamente esta situación es más común de lo que se cree, ya que la adicción al teléfono celular se ha convertido en una verdadera epidemia que solo se puede controlar con educación y mucha capacitación ya que la tecnología llego para quedarse y perpetuarse. El problema no son los teléfonos celulares, los computadores o la tecnología en sí, sino la forma como la utilizamos.

Actualmente se plantea en muchos países, incluido mi país Colombia, la prohibición de los celulares en las aulas de clase, razón por la cual fui invitado recientemente a un foro sobre tecnología ya que soy un defensor de ella. El cuestionamiento era si se debían prohibir los celulares en las aulas, les dije a los presentes, radioescuchas y televidentes que era como querer tapar el sol con un dedo. Que, en vez de prohibir el uso de celulares en las aulas de clase, se debía incentivar su utilización, lo cual genero una abrupta respuesta por parte de algunos docentes que estaban presentes ya que, según ellos, los teléfonos celulares no dejaban dictar clase ya que los muchachos por estar chateando, no prestaban atención a los docentes.

Con lo cual estuve completamente de acuerdo pues nada hay más desagradable que estar uno hablando con alguien y esa persona esté más interesada en su celular que en uno. Sin embargo, refute la inquietud de los docentes manifestando que, en vez de prohibir los celulares en las aulas, lo que se debía hacer es enseñar a los niños, jóvenes e incluso adultos a utilizarlos y lo que es más importante, a tener respeto por todo y por todos, siendo esta la piedra angular de la sociedad.

Más temprano que tarde los computadores, las tabletas y los celulares, cada vez más sofisticados, van a reemplazar los libros y los cuadernos para tomar notas ya que el estudiante podrá grabar directamente en ellos lo que dice el profesor y luego ver el vídeo o escuchar el audio para repasar la clase. Dirá usted amable lector que entonces a los jóvenes se les va olvidar leer. Esa pregunta sería buena hacérsela a autores como J.K Rowiling, la escritora de la saga de Harry Potter, donde los seguidores de ella hacían fila por días enteros para ser los primeros en comprar sus libros.

Como escritor, estoy convencido que, si uno es bueno en lo que hace, tendrá seguidores, tendrá lectores. Es tarea de los docentes es incentivar y motivar a sus estudiantes a la lectura de buenos libros. Teniendo en cuenta que la sabiduría esta en ellos. Ahora bien, lo que debemos tener en presente es que, gracias a la tecnología, ahora tenemos acceso a las más grandes obras maestras de la literatura por medio de los celulares.

Es menester que los sistemas educativos se modernicen, se actualicen ya que la mayoría están seriamente desactualizados y se continúa instruyendo a las futuras generaciones de la misma forma como se hacía hace doscientos o trescientos años cuando las necesidades eran otras.

El rol del maestro ha pasado de enseñar a coordinar, a ser un facilitador, un orientador, un guía. De ahí que es necesario que sean ellos los primeros en adoptar y adaptar la tecnología a las nuevas necesidades de un mundo en constante evolución y cambio. De ahí la importancia de permitir a los niños, jóvenes y adultos a que utilicen masivamente la tecnología en vez de tratar de ocultarla o prohibirla, lo cual nos llevaría nuevamente a la época del oscurantismo, en este caso el oscurantismo tecnológico, y sus nefastos resultados.

Recordemos que los hechos dicen más que las palabras y la realidad es que, querámoslo o no aceptar, debemos admitir que no es con medicinas o prohibiciones que vamos a curar la adicción a los celulares, sino con mucha educación y capacitación desde la más tierna edad de cómo, cuando, donde, por que y para que se deben utilizar.

La pregunta es ¿Estamos los padres de familia y maestros lo suficientemente educados en principios y valores y capacitados en la correcta utilización de esa tecnología?





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