Hace algunos días mi gran amigo el profesor Juan Carlos Yépez,
hizo en su cuenta de Facebook una pregunta bien interesante y era algo así como
¿Que hacer para que las empresas pasaran al siguiente nivel? Le hice un
comentario a su mensaje diciendo que la mejor forma era que todos los
integrantes de la empresa fueran humanos, tan solo humanos, tan sencillo como eso,
pero tan difícil como eso.
Me refería a que la mayoría de las veces realizamos nuestras
actividades por inercia, en forma automática. Literalmente nos conectamos a
nuestras herramientas de trabajo y realizamos nuestras labores sin tomar plena
conciencia de lo que estamos haciendo y como las estamos haciendo. Dicho de
otra forma, no nos evaluamos a nosotros mismos y por lo general son otras
personas las que nos evalúan, las que nos dicen si lo que estamos haciendo lo
hacemos bien o mal.
Y así pasan las horas, los días, las semanas, los meses y
los años y somos como ratones en un molinete, de la casa al trabajo y del
trabajo a la casa, esperando que llegue el fin de semana para “cambiar” un poco
la rutina. La pregunta es ¿hasta cuándo?
Curiosamente sabemos la respuesta,
pero no nos atrevemos a contestarla por físico miedo a tomar decisiones que pondrían
en riesgo nuestra “estabilidad” económica y emocional.
Nada hay más perjudicial para una empresa que tener zombis
como empleados. Seres humanos que se convierten en máquinas y que por lo tanto
no piensan, no razonan, no son conscientes de la importancia de la labor que
realizan y al no ser conscientes de la importancia que tiene para la empresa la
labor que realizan, no hacen nada para mejorarla, por lo tanto, la empresa no pasa
al siguiente nivel.
Es necesario entonces que las personas que laboran en una
empresa se comporten como seres humanos, seres emocionales, seres pensantes y
actuantes pues en la medida que lo hagan van a interactuar, van a relacionarse
mejor con los clientes internos y externos de la empresa y lo que es más
importante, van a ser más felices.
Se solía decir que los problemas de la casa se dejan en la
casa e igualmente que los problemas del trabajo se dejan en el trabajo. Algo
desde todo punto de vista ilógico ya que un problema es como un dolor, a donde
quiera que uno vaya lo siente. Es imposible desligar la parte personal con la
parte profesional o laboral. Las dificultades que se presentan en nuestra vida,
independientemente de donde se presentan nos afectan y por ende afectan nuestro
entorno, nuestro rendimiento.
No en vano las grandes empresas están invirtiendo cada vez
más en mejorar la calidad de vida de sus colaboradores ofreciéndoles mayores
comodidades para realizar sus labores, lo cual no es nada altruista, sino que
es simple y llanamente un excelente negocio, ya que una persona feliz rinde
mucho más, lo cual redunda en las utilidades y en el crecimiento de la empresa,
por lo tanto, las personas felices hacen que las empresas pasen a un siguiente
nivel.
Permítanme entonces con todo respeto amable lector hacerle
la pregunta del millón ¿es usted feliz en la actividad que realiza? Si la
respuesta es positiva, ¡Felicitaciones!, si no lo es, es el momento que tome la
decisión de ponerse en acción. Recuerde que en la vida lo único seguro es que
no hay nada seguro. Esa labor que desempeña y que aparentemente le está dando
una estabilidad económica pero que lo hace infeliz, simplemente lo que está
haciendo es restándole tiempo y calidad de vida.
Los “TENGO QUE”, es lo que más lleva a la gente a los hospitales y a los
cementerios. Lo único que usted TIENE
que ser, es ser feliz y hacer feliz a los que lo rodean, de esta forma tanto
usted como su empresa pasará al siguiente nivel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario