Un adagio popular dice que “caras vemos, corazones no sabemos”. Todo ser humano, independientemente de su raza, credo, nacionalidad o sus costumbres, tiene una forma de pensar y de actuar que no siempre es coherente y consecuente con su forma de pensar y de actuar o como decía el poeta, novelista, dramaturgo y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) “Actuar es fácil, pensar es difícil, actuar según se piensa es aún más difícil”. Se podría decir que la forma de actuar y de pensar de todo ser humano es circunstancial. Dependiendo de su entorno, de la forma como haya sido criado hasta del clima, es su forma de pensar y de actuar.
Sin embargo, como lo afirmara el escritor, filósofo, músico, botánico y naturalista franco-helvético Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) “El hombre nace bueno pero la sociedad lo corrompe”. Sin embargo, supongamos por un momento que no tuviéramos contacto con una suciedad, perdón sociedad, que nos corrompiera. ¿Qué sería de la raza humana? Seriamos un modelo a seguir ¿Verdad? La pregunta entonces es, si sabemos eso ¿Por qué no lo practicamos y en vez de eso nos empecinamos de contaminar no solo al planeta sino a los nuevos integrantes de la sociedad? Definitivamente algo malo debemos tener. Algo no funciona bien en nosotros. Sin embargo aquí no quiero pontificar o dar cátedra sobre nuestra forma de pensar y de actuar. Lo único que pretendo es que, pese a lo difícil de la situación, es indudable que algo bueno debemos tener.
Pienso que si queremos que las civilizaciones futuras no nos vean como nosotros solemos ver a nuestros antepasados como personas que aún no comprendemos como pudieron sobrevivir en tan precarias situaciones. Debemos necesariamente que cambiar la actitud bélica que al parecer está en nuestro ADN, cosa que dudo ya que, de acuerdo con lo expresado por Rousseau, si lográramos “aislar” a un grupo de humanos para que no tuviera contacto con otros ya “contaminados por la violencia”, es muy probable que fueran seres pacíficos. Cualquiera sea el proceso que se lleve a cabo para mejorar ese comportamiento bélico, pienso que debemos comenzar por cambiar los modelos de capacitación que le estamos dando a nuestros hijos con el fin que las futuras generaciones sean más educadas.
Es un hecho que “estamos bien capacitados pero mal educados”. Para la muestra un botón, durante miles de años nos hemos matado unos a otros, poniendo en riesgo no solo el futuro de la humanidad sino del planeta mismo. Ahora bien, estoy seguro que usted amable lector le estará dando cualquier cantidad de explicaciones a un comportamiento que miles de psicólogos a través de la historia han tratado de dar. Particularmente y desde mi ignorancia en temas tan profundos como el comportamiento humano pienso que mucha parte de la culpa de nuestro comportamiento se debe a la forma como alimentamos nuestros cuerpos y nuestras mentes.
Es un hecho que si nada cambia, nada cambia. Hasta tanto no cambiemos radicalmente el sistema educativo, nuestra forma de alimentarnos física y mentalmente, difícilmente cambiara nuestro comportamiento.
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