“…por grandes que sean
nuestras dificultades, estoy completamente seguro que serán menores a las que
muchos de nuestros semejantes padecen. Con esto no estoy diciendo que
cualquiera sea la dificultad no es para preocuparnos, por supuesto que muchas
veces la más pequeña dificultad nos atribula pues como dice la frase, “todo
aquello que nos hace sufrir no es una tontería, puesto que nos hace sufrir”. El
problema consiste en darle a esa dificultad una mayor importancia de la que
realmente tiene, con lo cual se magnifica convirtiéndose en un verdadero
problema.
Al respecto, como creyente que
soy, hay una frase que me agrada mucho y es que “no debemos hablarle a papá
Dios de nuestros problemas, debemos hablarle a los problemas de papá Dios”
Otra de las cosas que más
atentan contra la autoestima es la depresión, actualmente llamada la enfermedad
del siglo. Y es que no hay nada más desagradable que estar deprimido. No le
provoca a uno hacer nada y cuando digo nada es nada de nada. Hay días en que
amanece uno con la feura alborotada y no quiere saber de nadie ni de nada. El
mundo se vuelve un pañuelo y no encontramos una razón para vivir y cuando uno
no encuentra una razón para vivir, encuentra una razón para morir. De ahí la
cantidad de suicidios que ocurren diariamente en el mundo.
La depresión es la enfermedad
que más muertes está causando en el mundo entero. Muchos dirán que existen
otras pero se ha comprobado que muchas de las enfermedades que actualmente se
consideran de alto riesgo, comienzan con una depresión. El cuerpo somatiza el
estrés, la tristeza, el mal humor, el decaimiento, el cansancio, el
aburrimiento, la soledad, la nostalgia, la angustia, los miedos, etc. y los
convierte en una enfermedad física que fácilmente puede llevar a la muerte.
Uno de los mejores remedios
para curar la depresión es la imaginación. Soñar con aquello que quisiéramos
ser, tener o alcanzar. Pues como decía el maestro de los sueños Walter Elías
Disney “si lo podemos soñar, lo podemos lograr”.
Independientemente sea la
situación que estemos experimentando, si encontramos una razón para vivir,
superaremos nuestras dificultades por grandes que estas sean ya que, si aceptamos
la derrota, eso es lo que tendremos. Recordemos que “casi todo fue difícil,
antes que fuera fácil”.
Por lo general las personas
que hemos pasado épocas de depresión o sufren de baja autoestima por lo general
se mantienen no solo mental, sino físicamente enfermas, son hipocondriacas, si
no están enfermas, se inventan la enfermedad. Siempre con el ánimo de generar
lastima. Son el tipo de personas que dicen no servir para nada, que desprecian
sus dones o habilidades naturales, siempre están realizando tareas o funciones
para las cuales no se han preparado o estudiado, por lo tanto se mantienen
frustradas y varadas como corcho en remolino o como el ratoncito, metidos en un
molinete dando vueltas y vueltas sin rumbo fijo. De la casa al trabajo y del
trabajo a la casa, nunca buscan otras actividades que les permitan sentirse
vivos, útiles para la sociedad. Son cusumbos solos, aislados en un mar de
preocupaciones y por lo general reunidos con “amigos” que están más
desorientados y deprimidos que ellos mismos.
Como dice la frase aquella que
“Dios los cría y ellos se juntan”. De ahí el lucrativo negocio de los bares y
tabernas, donde la gente se reúne por lo general a tomarse unos “traguitos” con
el fin de “escapar” a esa dura realidad que viven, compartirla con sus
desafortunados amigos y lamentarse de sus múltiples dificultades, vicisitudes e
infortunios, cuál de todos peor. Creando entonces un círculo vicioso de nunca
acabar…"
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