lunes, 2 de febrero de 2015

La enfermedad de los sueños - No tengo edad


NO TENGO EDAD PARA ESO
“Un hombre que no se alimenta
 de sus sueños, envejece pronto”
 W. Shakespeare

Sí no tuvo la edad a los 20, tampoco la va a tener a los 40.  Hay jóvenes de 70 años y viejos de 30.  Solamente es demasiado tarde cuando usted piense que es demasiado tarde. Hay quienes se mueren a los treinta y los entierran a los ochenta años.
El dicho aquel de que loro viejo no aprende a hablar, es quizás uno de los más utilizados por personas que ven en su edad un serio impedimento para hacer realidad sus sueños y de luchar por alcanzar sus metas. Estadísticamente está demostrado que el ser humano es más productivo después de los 40 años.
Sin embargo hay personas que al lograr su jubilación en una empresa, a la cual le han dedicado la mayor parte de su vida, se consideran producto terminado, pierden toda esperanza, ilusión o deseo de vivir pues se consideran un estorbo para la familia y para la sociedad. La depresión se apodera de ellos y mueren antes de tiempo sin disfrutar de su jubilación. A propósito, aunque la palabra jubilación viene del vocablo latino “jubilare” que significa expresarse con alegría. No siempre para una persona que está acostumbrada a una rutina  diaria de ir al trabajo, el hecho de jubilarse representa alegría y si más bien frustración. Los parques de las grandes ciudades están llenos de ancianos (y algunos no tan ancianos) que se sientan a morir lentamente.
Afortunadamente este oscuro panorama está cambiando para los jubilados de  muchas empresas; las cuales tienen programas educativos y de esparcimiento para sus viejos que aportaron las fuerzas de sus mejores años.
Desafortunadamente la misma sociedad se ha encargado de encasillar o de estigmatizar a las personas que sobrepasamos cierta edad, como personas “de bajo rendimiento, productividad, rentabilidad o de la tercera edad”. Apartándonos del medio laboral y negándonos la oportunidad de trasmitir todos los conocimientos adquiridos en la universidad de la vida.
En muchos países como Colombia por ejemplo; es muy difícil conseguir empleo después de los 35 años. Increíble pero cierto. Cuando la persona tiene más  experiencia, más conocimiento y más ganas de ser productivo, es descartado pues hay que dar oportunidad a los jóvenes, a quienes curiosamente se les pide experiencia laboral, algo que no tienen debido a que han pasado su juventud en la academia capacitándose.
Afortunadamente, como la necesidad es la madre de todos los inventos. Las personas que la sociedad rechaza por su “avanzada edad” (35 años) por no decir viejos y mantienen alta su autoestima, comienzan a hacer lo que deberían haber hecho desde jóvenes. Que en vez de buscar empleo empiezan a generarlo e ingresan entonces al mercado laboral informal, creando pequeñas empresas que con el pasar de los años se convertirán en grandes empresas; las que en manos de sus herederos o de las nuevas generaciones descartaran a los “viejos” continuando el círculo vicioso.
Estoy seguro que la historia que les voy a contar solo me ha pasado a mí. Así es que, nada de nervios. Dios permita que a usted amigo lector nunca le pase. Resulta que en una de las muchas oportunidades en que me quede sin empleo, lleno de deudas y con una familia que mantener, literalmente inunde la ciudad repartiendo hojas de vida. Viendo que de ninguna parte me llamaban, opte por “olvidar” colocar mi edad y colocaba una fotografía no muy reciente que digamos. La respuesta fue excelente, donde quiera que llevara mi hoja de vida, me llamaban para entrevistarme.
Era interesante ver la cara que ponían las personas que me iban a entrevistar pues al verme, me comparaban con la fotografía que aparecía en la hoja de vida e inmediatamente sonreían comprendiendo la situación. Algunas veces me daban las gracias por haber asistido a la entrevista, otras tantas simplemente me indicaban la puerta de salida. En otras ocasiones me decían que “estaba sobre calificado para el puesto y que la empresa no tenía el presupuesto suficiente para pagar a una persona de mi perfil”.
Dada mi crítica situación económica, cuando les decía que estaba dispuesto a trabajar así fuera por menos dinero, manifestaban que la dificultad no solo era mi excelente perfil sino que “por políticas de la empresa” no podían contratar personal mayor de 35 años.
Hubo una ocasión en que, después de haber aprobado todos los exámenes y pruebas psicotécnicas, me dijeron que no podían darme el empleo porque estaba reportado en las centrales de riesgo y como el cargo para el cual me estaba postulando era de “confianza y manejo…” Increíble pero cierto. Obviamente eso solo me ha pasado a mí. Fin de la historia.

Proxima entrega: La excusa de la falta de capacidad

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