sábado, 28 de febrero de 2015

Potencial


DESCUBRA SU POTENCIAL
“Bienaventurado el que tiene talento y dinero,
 porque empleará bien este último”

Anteriormente se decía que todo niño al nacer traía un pan bajo el brazo. El pan es una metáfora que representa los medios de subsistencia asegurados tanto para sí mismo como para los suyos.
El origen de esta locución procede del ámbito rural y está relacionado con la fortuna que, en los tiempos de escasez, advenía a una familia con el nacimiento de un hijo varón. Este nuevo miembro de la familia significaba un par de brazos más para trabajar y, por ende, una nueva fuente de ingresos y la posibilidad de prosperar.
Actualmente se utiliza la expresión para dar a entender la felicidad y la buena fortuna que supone la venida de un niño al mundo, independientemente de la situación económica de los padres.
También existe la parábola de los talentos. (Mateo, 14-30) “Porque el reino de los cielos será semejante a un hombre que al emprender un largo viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos. Inmediatamente, el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con ellos y ganó otros cinco talentos. De la misma manera, el que había recibido dos ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos siervos y arregló cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: “Señor, me entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Y cuando se presentó el que había recibido dos talentos, dijo: “Señor, me entregaste dos talentos; he aquí he ganado otros dos talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo te conozco que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Y como tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.” Su señor respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y crujir de dientes”
Aunque la parábola anterior se refería a los talentos como la moneda griega comúnmente utilizada. Debemos recordar también que talento es el potencial que puede tener una persona en el desarrollo de un conjunto de habilidades y/o competencias. El talento es una manifestación de la inteligencia emocional y es una aptitud o conjunto de aptitudes o destrezas sobresalientes respecto de un grupo para realizar una tarea determinada en forma exitosa. El talento puede ser heredado o adquirido mediante el aprendizaje. Por ejemplo, una persona que tenga el talento de ser buen dibujante muy probablemente legará esta aptitud a sus hijos o a alguno de sus descendientes. Asimismo una persona que no es y desee ser dibujante deberá, mediante el aprendizaje continuo y esforzado la destreza internalizar en su cerebro la condición que le permita desarrollar la aptitud.
La pregunta es ¿Cómo descubrir nuestro talento y/o potencial? La respuesta es bien sencilla y tal vez por eso no le prestamos mucha atención o credibilidad: Nuestro pan, nuestro potencial o nuestro talento es aquella labor o profesión que haríamos así no nos pagaran. Increíble pero cierto. Cuando logremos descubrir que es lo que haríamos gratis esa es la misión para la cual vinimos a este plano de la existencia. Como quien dice; para eso fue que Dios nos envió a este mundo.
En nuestros días es muy común ver a niños que apenas si saben hablar, sometidos a largas jornadas de estudio. Ya en su adolescencia, son manipulados para que estudien una carrera que, según sus padres, es la que está de acuerdo con su nivel social, porque es la profesión mejor paga, porque es la profesión de moda o bien porque es la profesión que han ejercido muchos miembros de la familia. No importa si al joven le gusta estudiar eso o no. Lo importante es la rentabilidad de la profesión. De ahí que haya tantos profesionales frustrados, estresados, cansados, hartos de lo que hacen. Profesionales que no ejercen su profesión con profesionalismo y que solo están allí porque su profesión es una verdadera mina de oro. Personas que no disfrutaron de su niñez, de su adolescencia y mucho menos de su juventud pues siempre estuvieron literalmente hablando, nadando en un mar de libros.  Seres humanos aparentemente exitosos, con un gran cumulo de conocimientos, con grandes triunfos académicos y profesionales pero insensibles y solitarios.
El resultado salta a la vista. La sociedad del consumismo. Del cuanto tienes cuanto vales. De familias destrozadas. De hijos que crecen solos porque sus padres son “todos unos profesionales” y para ellos lo más importante es su profesión o mejor dicho, el dinero que ganan, que sus propios hijos.
Volviendo a la parábola de los talentos. Todo ser humano invariablemente tiene un talento y como dice la parábola “… Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia…” de tal forma que el que utilice bien su talento y lo practique con entusiasmo cada día será mejor en él.
Al descubrir que es lo que nos apasiona hacer, debemos ir donde el mejor en ese arte, oficio o profesión, aprender de él, imitarlo y superarlo. Está comprobado que el que ejerce una profesión u oficio con profesionalismo es un triunfador en todos los aspectos y lo que es más importante, será una persona muy feliz, verdadero objetivo de la vida.  Muy por el contrario, el que ejerce una profesión solo por el solo hecho de ganar dinero. Puede que llegue a ser una persona tan pobre pero tan pobre que lo único que tenga es dinero.  Son de las personas que piensan que el fin justifica los medios y que todo lo pueden comprar con dinero.
Para hacer realidad nuestros sueños debemos tener la humildad para aprender de los que ya lograron realizar el sueño que tenemos y rodearnos de  soñadores mejores que nosotros.
Cuenta la historia, que en uno de los muchos templos budistas del oriente existía lo que se creía un enorme buda de barro, sin embargo en alguna ocasión tratando de moverlo se comenzó a descascarar y se descubrió que la enorme figura era de oro macizo recubierto por una gruesa capa de barro. Moraleja: Cuando descubramos nuestro buda de oro, encontraremos nuestro verdadero potencial o tesoro el cual ha estado oculto por el barro de nuestros paradigmas.
Ahora bien. El que seamos buenos haciendo algo no quiere decir que debamos ser buenos en todo. Nuestra fortaleza, nuestro don, nuestro potencial esta precisamente solo en aquello que nos gusta hacer y qué haríamos así no obtuviéramos ninguna retribución. Dejemos de hacer lo urgente y dediquémonos a hacer lo importante o sea lo que nos gusta hacer.  Recordemos que el que más trabaja no siempre es el que más gana. La diferencia entre los que han triunfado y los que no lo han hecho son sus hábitos o sus costumbres; en como utilizan su tiempo, el cual es el mismo para unos y para otros.

Adquiera este y otros libros del mismo autor en www.amazon.com/author/onofre y en www.autoreseditores.com/onofre

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Blogs Anteriores