HAY QUE SER HUMILDES Y HACER LO QUE
NOS TOCA, NO LO QUE NOS GUSTA.
"Cuando somos
grandes en humildad,
estamos más cerca de lo
grande."
Tagore
Es necesario aclarar que la humildad
no es sinónimo de pobreza, apocamiento, esclavitud o dejar que hagan con
nosotros lo que quieran. Como lo afirma el maestro Miguel Ángel Cornejo “Vivir con
humildad, es aprender de todos y de todo, pues siempre habrá una mejor forma de
hacer las cosas”. Muy por el contrario, humildad es respetarse uno mismo y
respetar a los demás. Es ser fiel a nuestras ideas y a nuestros sueños. Es ser conscientes
de nuestras limitaciones pero también de nuestras fortalezas sin caer en la
arrogancia. Es actuar de acuerdo a nuestra conciencia. Es no presumir de los
logros pero si reconocer las derrotas y también los triunfos.
Nada más desagradable que levantarnos
en la mañana pensando en que debemos ir a realizar una labor que estamos lejos
de querer hacer. Pasar un largo día (y parte de la noche) desempeñando
funciones y trabajos que distan mucho de ser satisfactorios.
Pero, qué vamos a hacer si hay que
pagar la hipoteca de nuestra casa, y que de nuestra no tiene nada porque por
muchos años será literalmente del banco. Pagar arrendamiento, servicios
públicos, alimentos, costosas joyas y vestidos, la universidad de nuestros
hijos, la cuota y el seguro del carro último modelo que compramos para
aparentar lo que no somos, las tarjetas de crédito porque ¿Cómo vivir sin
ellas?, las cuotas del crédito de las vacaciones que tuvimos hace tres años a
uno de los lugares más exóticos del planeta, porque ¿como íbamos a ir un lugar
cerca cuando los vecinos siempre viajan al extranjero?
Trabajamos doce, catorce, dieciséis
horas o más porque necesitamos ganar mucho dinero para darnos la gran vida;
cuando lo único que hacemos es acabar la nuestra y la de nuestra familia; los
cuales tienen que soportar el mal genio y el estrés que produce el agotamiento
de interminables horas de trabajo.
Hijos a los cuales vemos crecer en
forma horizontal pues cuando salimos en la mañana a trabajar están dormidos y
cuando regresamos en la noche, están dormidos. Hijos que disfrutan de juguetes
de última generación, de las comodidades que el dinero puede dar pero que pocas
veces ven a sus padres porque estos se mantienen demasiado ocupados.
Al salir del colegio o antes, se
inicia la carrera por conseguir trabajo y como trabajo no hay, o no en lo que
quisiéramos trabajar, pues entonces nuestros “seres queridos”, alias familiares
y amigos, nos “sugieren” trabajar o hacer cualquier cosa pues hay que conseguir
dinero al precio que sea. De ahí la frase de este capítulo. Se inicia entonces
el círculo vicioso de hacer lo que nos toca, no lo que nos gusta.
Y así digan que se debe amar lo que se
hace, independientemente si nos gusta o no y darle gracias a Dios por tener un
trabajo cuando hay millones que no lo tienen; llegara el día en que ese amor se
acaba y queramos divorciarnos para hacer lo que realmente Dios nos mando a
hacer y que disfrutamos haciendo así no nos paguen; aunque curiosamente, cuando
comenzamos a hacer lo que nos gusta hacer ganamos mucho más de lo que ganábamos
cuando hacíamos lo que no nos gustaba.
Recuerdo la historia de una gran amiga
que cambiaba constantemente de empleo y siempre se mantenía malgeniada y con cara
de pocos amigos. Alguna vez le pregunte que si el dinero no fuera una
dificultad para ella, que si económicamente tuviera su vida solucionada, a que
se dedicaría. Sin titubear por un segundo me respondió que se dedicaría a
cocinar. Durante un largo rato me hablo de lo mucho que disfrutaba preparar los
más variados platos, los cuales describía con lujo de detalles, hasta el punto
de antojarme de solo pensar en ellos. Se reflejaba en ella el entusiasmo que le
producía hablar del arte de cocinar.
Le pregunte porque no colocaba un restaurante y
casi me pega cuando me dijo en tono de burla el titulo de este libro.Adquiera este y otros libros del mismo autor en www.amazon.com/author/onofre y en www.autoreseditores.com/onofre
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