DESCUBRA SU
POTENCIAL
“Bienaventurado el que tiene talento y dinero,
porque empleará
bien este último”
Anteriormente se decía que todo niño al nacer traía un pan bajo el brazo.
El pan es una metáfora que representa los medios de subsistencia
asegurados tanto para sí mismo como para los suyos.
El origen de esta locución
procede del ámbito rural y está relacionado con la fortuna que, en los tiempos
de escasez, advenía a una familia con el nacimiento de un hijo varón. Este
nuevo miembro de la familia significaba un par de brazos más para trabajar y,
por ende, una nueva fuente de ingresos y la posibilidad de prosperar.
Actualmente se utiliza la
expresión para dar a entender la felicidad y la buena fortuna que supone la
venida de un niño al mundo, independientemente de la situación económica de los
padres.
También existe la parábola de
los talentos. (Mateo, 14-30) “Porque el reino de los cielos será semejante a un
hombre que al emprender un largo viaje, llamó a sus siervos y les entregó sus
bienes. A uno dio cinco talentos, a otro
dos, y a otro, uno. A cada uno dio conforme a su capacidad y se fue lejos. Inmediatamente,
el que había recibido cinco talentos se fue, negoció con ellos y ganó otros
cinco talentos. De la misma manera, el que había recibido dos ganó también
otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió
el dinero de su señor. Después de mucho tiempo, vino el señor de aquellos
siervos y arregló cuentas con ellos. Cuando se presentó el que había recibido
cinco talentos, trajo otros cinco talentos y dijo: “Señor, me
entregaste cinco talentos; he aquí he ganado otros cinco talentos.” Su señor le
dijo: “Bien, siervo bueno y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te
pondré. Entra en el gozo de tu señor.” Y cuando se presentó el que había
recibido dos talentos, dijo: “Señor, me
entregaste dos talentos; he aquí
he ganado otros dos talentos.” Su señor le dijo: “Bien, siervo bueno y fiel.
Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu señor.”
Pero cuando se presentó el que había recibido un talento, dijo: “Señor, yo te conozco que eres un hombre
duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Y como
tuve miedo, fui y escondí tu talento en la tierra. Aquí tienes lo que es tuyo.”
Su señor respondió y le dijo: “¡Siervo malo y perezoso! ¿Sabías que cosecho
donde no sembré y recojo donde no esparcí? Por lo tanto, debías haber entregado
mi dinero a los banqueros, y al venir yo, habría recibido lo que es mío con los
intereses. Por tanto, quitadle el talento y dadlo al que tiene diez talentos. Porque a todo el que tiene le será dado, y
tendrá en abundancia; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Al
siervo inútil echadlo en las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y crujir de
dientes”
Aunque la parábola anterior se
refería a los talentos como la moneda griega comúnmente utilizada. Debemos
recordar también que talento es el potencial que puede tener una persona en el
desarrollo de un conjunto de habilidades y/o competencias. El talento es una
manifestación de la inteligencia emocional y es una aptitud o conjunto de
aptitudes o destrezas sobresalientes respecto de un grupo para realizar una
tarea determinada en forma exitosa. El talento puede ser heredado o adquirido
mediante el aprendizaje. Por ejemplo, una persona que tenga el talento de ser
buen dibujante muy probablemente legará esta aptitud a sus hijos o a alguno de
sus descendientes. Asimismo una persona que no es y desee ser dibujante deberá,
mediante el aprendizaje continuo y esforzado la destreza internalizar en su
cerebro la condición que le permita desarrollar la aptitud.
La pregunta es ¿Cómo descubrir
nuestro talento y/o potencial? La respuesta es bien sencilla y tal vez por eso
no le prestamos mucha atención o credibilidad: Nuestro pan, nuestro potencial o
nuestro talento es aquella labor o profesión que haríamos así no nos pagaran.
Increíble pero cierto. Cuando logremos descubrir que es lo que haríamos gratis
esa es la misión para la cual vinimos a este plano de la existencia. Como quien
dice; para eso fue que Dios nos envió a este mundo.
En nuestros días es muy común
ver a niños que apenas si saben hablar, sometidos a largas jornadas de estudio.
Ya en su adolescencia, son manipulados para que estudien una carrera que, según
sus padres, es la que está de acuerdo con su nivel social, porque es la
profesión mejor paga, porque es la profesión de moda o bien porque es la
profesión que han ejercido muchos miembros de la familia. No importa si al joven
le gusta estudiar eso o no. Lo importante es la rentabilidad de la profesión.
De ahí que haya tantos profesionales frustrados, estresados, cansados, hartos
de lo que hacen. Profesionales que no ejercen su profesión con profesionalismo
y que solo están allí porque su profesión es una verdadera mina de oro.
Personas que no disfrutaron de su niñez, de su adolescencia y mucho menos de su
juventud pues siempre estuvieron literalmente hablando, nadando en un mar de
libros. Seres humanos aparentemente
exitosos, con un gran cumulo de conocimientos, con grandes triunfos académicos
y profesionales pero insensibles y solitarios.
El resultado salta a la vista.
La sociedad del consumismo. Del cuanto tienes cuanto vales. De familias
destrozadas. De hijos que crecen solos porque sus padres son “todos unos
profesionales” y para ellos lo más importante es su profesión o mejor dicho, el
dinero que ganan, que sus propios hijos.
Volviendo a la parábola de los
talentos. Todo ser humano invariablemente tiene un talento y como dice la
parábola “… Porque a todo el que tiene le será dado, y tendrá en abundancia…”
de tal forma que el que utilice bien su talento y lo practique con entusiasmo
cada día será mejor en él.
Al descubrir que es lo que nos
apasiona hacer, debemos ir donde el mejor en ese arte, oficio o profesión,
aprender de él, imitarlo y superarlo. Está comprobado que el que ejerce una
profesión u oficio con profesionalismo es un triunfador en todos los aspectos y
lo que es más importante, será una persona muy feliz, verdadero objetivo de la
vida. Muy por el contrario, el que
ejerce una profesión solo por el solo hecho de ganar dinero. Puede que llegue a
ser una persona tan pobre pero tan pobre que lo único que tenga es dinero. Son de las personas que piensan que el fin justifica
los medios y que todo lo pueden comprar con dinero.
Para hacer realidad nuestros sueños debemos tener la humildad para
aprender de los que ya lograron realizar el sueño que tenemos y rodearnos
de soñadores mejores que nosotros.
Cuenta la historia, que en uno de los muchos templos budistas del oriente
existía lo que se creía un enorme buda de barro, sin embargo en alguna ocasión
tratando de moverlo se comenzó a descascarar y se descubrió que la enorme
figura era de oro macizo recubierto por una gruesa capa de barro. Moraleja:
Cuando descubramos nuestro buda de oro, encontraremos nuestro verdadero
potencial o tesoro el cual ha estado oculto por el barro de nuestros
paradigmas.
Ahora bien. El que seamos buenos haciendo algo no quiere decir que debamos
ser buenos en todo. Nuestra fortaleza, nuestro don, nuestro potencial esta
precisamente solo en aquello que nos gusta hacer y qué haríamos así no
obtuviéramos ninguna retribución. Dejemos de hacer lo urgente y dediquémonos a
hacer lo importante o sea lo que nos gusta hacer. Recordemos que el que más trabaja no siempre
es el que más gana. La diferencia entre los que han triunfado y los que no lo
han hecho son sus hábitos o sus costumbres; en como utilizan su tiempo, el cual
es el mismo para unos y para otros.
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